En una semana en el que el eclipse de Sol y la extinción de los fideicomisos del Poder Judicial fueron los grandes temas de conversación, ocurrió otro asunto legislativo de interés cultural que quedó completamente eclipsado: la aprobación del Decreto por el que se reforma la Ley de Fomento para la Lectura y el Libro, en Materia de Precio Único y Libro Electrónico, y el Decreto por el que se reforma la Ley General de Bibliotecas, en Materia de Depósito Legal. ¿Y qué quiere decir esto? En el primer caso, que en beneficio del fomento a la lectura se extenderá la vigencia del Precio Único de los Libros de 18 a 36 meses, con lo cual las editoriales y librerías pequeñas, que generalmente están en las comunidades más alejadas y pobres del país, tendrán mejores oportunidades de competencia. En cuanto al depósito legal, nos cuentan que el logro es hacer flexible los plazos de 60 a 90 días para la entrega de ejemplares sin amenaza de sanción, y mayor certeza de seguridad para los derechos de autor y protección de los contenidos que se depositan, entre otras cosas. Pues muy bien, al menos una de cal por las que van de arena en el Congreso.
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¿Qué hace la secretaria de Cultura en París?
Y a propósito de la cal y de la arena y de la Navidad, ¿alguien ha visto en México a la secretaria de Cultura en los últimos días? Pues claro que no porque después de tanto trabajo y logros en su gestión y casi justo cuando cumplirá cinco años en el cargo, decidió viajar a París. Algunos dicen que fue para tomarse unos días de merecidas vacaciones muy fifís; otros, los mal pensados, conjeturan que viajó para sondear una posible embajada ante la UNESCO. ¿Será? (Escríbanos a columnacrimenycastigo@gmail.com).