Contundente, la escritoracuestionó que el sexenio del presidente, que está a dos semanas de concluir, haya “atosigado hasta el cansancio” a los artistas. “Se nos ha acusado de conservadores, elitistas, meritocráticos”, señaló y dijo que aunque desde hace varios sexenios se ha arrinconado al arte, en este prevaleció la idea de que el arte “no se come, no da techo, no cura”, y se puso a los artistas ante la disyuntiva de comer o crear. Dijo que se coloca el libro, la pintura, la coreografía, la partitura en una esquina, y del otro lado las necesidades más urgentes, el vivir con techo, el tener educación, el tener un pan para llevarse a la boca y eso, enfatizó, “no es justo”. Su crítica no paró allí, la escritora señaló que estos últimos años han sido penosos no sólo para las artes, sino también para la ciencia, la educación, la investigación, las leyes, las editoriales independientes, los defensores de derechos humanos, los periodistas, los ecologistas, las feministas, los maestros y el deporte; habló de la violencia y su descomposición que México parece no registrar “encandilado por el espectáculo de su propio naufragio”. Su voz se escuchó fuerte al, y ante la mirada atenta de Lucina Jiménez, directora del INBAL, quien sólo atinó a decir que la literatura da una posibilidad de no callar y de narrar su tiempo “tal vez desgarrador y complejo, pero es nuestro tiempo, y habremos de vivirlo y de afrontarlo siempre con el mejor de los espíritus, que tiene que ver justo con la creación”. Ajá, ajá.

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