De panzazo, así se aprobó en el Senado la ahora llamada Ley Álvarez-Buylla el sábado en la madrugada, sin debate, sin orden y sin vergüenza de haber traicionado a la comunidad científica del país, con la que los legisladores tenían un acuerdo para cumplir con siete parlamentos abiertos, de los cuales sólo se realizaron dos. Quien aún le daba el beneficio de la duda a la directora de para que cumpliera su palabra, pues ya tiene su respuesta muy clara: su lealtad no está con la comunidad científica, sino con el Presidente; no le interesa el futuro del sector científico, sino el Movimiento ideológico con el que simpatiza, y no trabaja para el pueblo de México, sino para los votantes del Partido. Y ahora que una nueva era de pluralismo epistemológico se avecina en esta tierra que está tan lejos de Tayikistán, pero tan cerca de Macuspana, vayamos recordando nuestros sabios conocimientos tradicionales. Lección número uno del sábado por la mañana: cuando despertamos, el PRI todavía estaba ahí, aunque ahora es guinda porque viene sin glifosato.

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A la falta de prestaciones que padecen los músicos de la (OFA), la consecuente renuncia de muchos de ellos en los últimos meses y un recorte presupuestal millonario, se le suma que hace unos días renunció el director, Eduardo Álvarez Ortega. La desaparición de la OFA, nos cuentan, parece inevitable. No cabe duda que la administración morenista supo bien cómo desmantelar la orquesta. (Escríbanos a columnacrimenycastigo@gmail.com)

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