El reciente anuncio del lanzamiento de la nueva época de la revista Biblioteca de México, con una edición dedicada a las migraciones culturales, nos dejó “patidifusos”, como dijo alguna vez el poeta José Emilio Pacheco. Aquí recordamos muy bien que, al inicio del sexenio, el incómodo funcionario que pasó sin gloria y con pena por la Dirección General de Bibliotecas, Marx Arriaga, en noviembre de 2019, anunció la nueva época y hasta llamó “reinvención” de las revistas Biblioteca de México y el Bibliotecario. Ahora, a punto de concluir la administración, siguen sin lograr nada realmente nuevo con esa emblemática revista fundada por Jaime García Terrés en 1991. Nada que presumir desde la Secretaría de Cultura federal con esa publicación y desde esa dirección a cargo de José Mariano Leyva, quien señaló en 2020, a este diario, que la revista “estaba un poco anquilosada, desde el formato” y prometía que “intentarían acercarse a temas nuevos, revisando los tesoros que hay en los distintos fondos, pero desde una mirada joven”. Se les fue la gestión y nada han hecho más que destruir su nombre ya que ahora se llamará Biblioteca de México: De Ciudadela a Vasconcelos, como la gran novedad.
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El INBAL ya no puede con su mala fama
Recordarán ustedes que, a principios de año, la actual directora del Estudio de la Ópera de Bellas Artes (EOBA), María Katzarava, presentó lo que sería su programación para los siguientes meses. Entonces, no tuvo reservas a la hora de presumir que el gran evento que habría en el Palacio de Bellas Artes en septiembre (mes de celebración de su 90 aniversario) sería una gala con el muy esperado regreso del cantante Rolando Villazón. Ahora sabemos que, al menos en septiembre, el cantante ya no se presentará en Bellas Artes, sino que estará en la Sala Nezahualcóyotl y en el Centro Santander en Guadalajara. La gente más sensata se preguntará por qué alguien rechazaría al máximo recinto cultural de México. La respuesta, nos dicen, es que el Palacio de Bellas Artes ya dejó de ser digno de confianza y que los grandes artistas —cuentan fuentes cercanas a este caso— perdieron, por completo, la confianza en el INBAL.
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