El reciente deceso del pianista Diego Ordax, que curiosamente no recibió la atención debida por parte de la comunidad ni los medios, deja un gran hueco en la música mexicana. Algunos lo recordarán, en tiempos más recientes, por haber sido hasta el año 2016 el pianista titular de la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN), que, por cierto, publicó sus condolencias en Twitter; honor a quien honor merece. Habrá quienes recuerden también que Ordax se formó con Pablo Castellanos, quien fuera maestro de tantas generaciones de músicos; también se recuerdó su primer lugar en el certamen de la Sala Chopin hace medio siglo, lo cual tuvo un resultado positivo: que el gobierno austríaco lo becara. Solista de primer nivel, su talento se conjugó muy bien con la discreción que practicó en vida, su trayectoria merece ser recordada y su ausencia hace más agudo un reto que la Sinfónica Nacional lleva varios años sin cumplir: encontrar a un pianista que supere a Ordax. Para como van las cosas con la Sinfónica y con esta administración, suena poco probable que un reto así sea superado antes de que acabe el sexenio.
Unas bases que están en tela de juicio
En redes sociales se armó la campal hace unos días debido a que la violinista Dirén Checa criticó la convocatoria para formar parte del Coro Sinfónico Opus 11, por lo que estipula para sus seleccionados. Más allá de los acalorados comentarios que generó su publicación y la pelea que se echó con el director titular, Mario Monroy, llama la atención lo que su post denuncia: que "los seleccionados deben cubrir una cuota mensual de 500.00 pesos para la sostenibilidad de coro. En caso de que algún aspirante seleccionado no esté en posibilidades de cubrir la cuota mensual, podrá solicitar al consejo técnico una beca parcial o total". La artista señala también que hablar de lo poco que gana un músico sale sobrando en condiciones así. ¿Hasta cuándo los artistas habrán de tolerar que se les precarice de esa forma? (Escríbanos a columnacrimenycastigo@gmail.com)