Fernando J. González Villarreal
Felipe I. Arreguín Cortés.
La temporada de huracanes ha comenzado con abundantes precipitaciones en varias regiones del país, aunque no de manera uniforme. En cuencas como la del Valle de México o la del Cutzamala aún no ha comenzado a llover regularmente (al 6 de agosto el Sistema Cutzamala, almacena un 34.6 % se su capacidad útil, cuando el promedio a estas fechas es de 63.4 %). En nuestro país, las sequías como la que estamos enfrentando todavía en varias regiones (al 31 de julio de 2024 el 40.13% de la superficie del territorio nacional tiene sequía de moderada a excepcional), son recurrentes y se asocian con la escasez del agua. Durante su permanencia se realizan acciones de mitigación que, lamentablemente se olvidan en cuanto empiezan las lluvias.
Pero ¿cuáles son los factores que han generado esta situación de escasez en el país? Son varios: su ubicación geográfica en la franja mundial de los grandes desiertos, el crecimiento demográfico, la inacción históricamente limitada en materia de ordenamiento territorial y administración del agua, el cambio global (que incluye al cambio climático y a las sequías) y el escaso uso de tecnología.
El Valle de México tiene un área aproximada de 9,257 km2, de los cuales la Ciudad de México ocupa un 16 %, el Estado de México un 55 % y el Estado de Hidalgo el restante 29 %. Además de las áreas urbanas como la Zona Metropolitana de la Ciudad de México, ZMVM, dentro del valle se encuentran industrias aisladas o agrupadas en parques en Tlalpan, Vallejo, Iztapalapa, Tizayuca, Huehuetoca, Naucalpan o Tepotzotlán. También hay dos distritos de riego: La Concepción y el Chiconautla; y más de 7000 unidades de riego, destacando Xochimilco, Texcoco y Zumpango, donde se producen maíz, hortalizas, flores y nopal.
Este es un sistema complejo con un gran número de usuarios demandantes de agua. Las manifestaciones sociales en demanda de este recurso cada vez más escaso son frecuentes. ¿Por qué es cada vez más difícil satisfacer la demanda en cantidad y calidad a todos ellos, poniendo en riesgo la seguridad hídrica del valle?
La Ciudad de México y los municipios conurbados del Estado de México se abastecen de agua superficial del Sistema Cutzamala (Estados de Michoacán y México), así como de agua subterránea del Valle del Lerma, Estado de México y de los acuíferos que subyacen la ZMVM. Sin embargo, la gestión de este recurso ha llevado a los acuíferos a niveles de sobreexplotación inaceptables, causando hundimientos del suelo de hasta más de diez metros en algunos lugares lo que provoca daños a la infraestructura. Además, el agua superficial en toda la cuenca está sujeta a sequías como la más reciente, afectando no solo a los usuarios urbanos, sino a los agrícolas, industriales y al medio ambiente.
Una vez usada el agua en las alcaldías, municipios y comunidades del valle, ésta se contamina. Al no recibir tratamiento adecuado o ser éste insuficiente, el problema se extiende dentro de las zonas urbanas de la Ciudad de México y de los estados de México e Hidalgo, y finalmente hacia las riberas de los ríos Tula y Pánuco, que desemboca en el Golfo de México.
En la ZMVM, la falta de infraestructura o su obsolescencia ha creado desigualdades en la distribución y disposición del agua, pues no todos los habitantes tienen el mismo nivel de servicio. Además, en zonas muy localizadas dentro de las áreas urbanas que se han redensificado, la demanda del servicio es cada vez más competida generando protestas sociales.
Los distritos y unidades de riego dentro del valle enfrentan un problema de carácter nacional: la conversión de tierras de cultivo en zonas habitacionales o industriales. Esto significa, además de la pérdida de áreas cultivables, la degradación del suelo, la contaminación del agua, y una mayor competencia por los recursos hídricos, pues los usos urbanos e industriales demandan una cantidad importante de agua.
El impacto del cambio climático es evidente en el medio ambiente y en todas las actividades humanas del Valle de México: aumento de temperaturas, escasez de agua, sequías, riesgo de inundaciones, pérdida de biodiversidad, afectaciones a la agricultura, seguridad alimentaria y salud pública; y migración de aves, entre otros. Prácticamente todas ellas están relacionadas con el agua, y según casi todos los pronósticos, estos impactos se incrementarán en el futuro.
La pandemia del COVID-19 puso de manifiesto la importancia de la higiene personal y de que los hospitales cuenten con agua limpia y en forma continua para atender las emergencias sanitarias, demostrando la necesidad de fortalecer los sistemas de agua potable y alcantarillado en todas las comunidades del Valle de México. Desafortunadamente, este virus se manifiesta nuevamente en el país y la comunidad científica alerta del riesgo de nuevas pandemias.
Una cuenca tan grande y con usuarios tan diversos requiere atenderse con un enfoque integral, con un plan que incluya programas específicos regionales según los usos del agua: urbanos, periurbanos, industriales, agrícolas o medioambientales. Por ejemplo, se podrían incluir programas para detener el hundimiento de varias regiones de la zona metropolitana, o para resolver los problemas de los distritos y unidades de riego, el periurbano, la industria y el medio ambiente.
Existen varios programas o propuestas de acción para enfrentar los impactos del cambio climático, reducir la sobreexplotación y el hundimiento del suelo, reusar el agua residual tratada, apoyar al periurbano, desarrollar la economía circular, y avanzar en una estrategia para convertir a la Ciudad de México en una ciudad inteligente, y posteriormente en una ciudad hidrointeligente (en paralelo habría que formar ciudadanos hidrointeligentes).
La federación, los estados, alcaldías y municipios en esta cuenca carecen de estructuras institucionales robustas, recursos financieros y un marco jurídico adecuado que permitan una planificación y coordinación efectivas para abordar estos problemas.
Para administrar un programa como el propuesto es necesario crear un Sistema de Gestión Integral del Agua para la Cuenca del Valle de México, que incluya políticas, programas y acciones que permitan enfrentar los retos técnicos, administrativos, financieros, ambientales y sociales del sistema hídrico regional y avanzar hacia la seguridad hídrica del Valle de México. Este tipo de organización se propone en el documento “Perspectivas del agua en el Valle de México: propuestas hacia la seguridad hídrica”, elaborado por el Centro Regional de Seguridad Hídrica bajo los auspicios de UNESCO y otras instituciones.
La sequía es un fenómeno recurrente, aunque no sea fácilmente predecible una fecha de ocurrencia. Es crucial que nos preparemos para afrontar la escasez del agua en el Valle de México y en general en todo el país, considerando que el problema se genera por una conjunción de factores adicionales a la sequía. Debemos garantizar la seguridad hídrica de todo México.