El crecimiento urbano desenfrenado -y a veces desordenado- de la Ciudad de México sumado a la falta de inversión -o equivocada- y a la mínima sensibilidad de la población, quizá por la ausencia de educación pública sobre el tema, han sido factores decisivos en el tratamiento inmerecido que los ríos capitalinos han sufrido a lo largo de los años. Actualmente, ante la desecación inminente de diversos cuerpos de agua, debemos sumar responsabilidad del deterioro al cambio climático, con los actores que correspondan como sus desencadenantes. Este problema no es local, los 500 ríos más grandes del mundo enfrentan problemas muy graves, entre ellos la contaminación como el más significativo (de acuerdo con la Comisión Mundial del Agua). Sin embargo, muchas ciudades han logrado transformar sus corrientes descompuestas en postales hermosas (París, Londres, Lisboa, Cleveland, Copenhague y el excepcional caso del río Cheonggyecheon en Seúl, por ejemplo), integrándolos a su vida económica, social y urbana. ¿Qué pasa en la CDMX que no hemos sido capaces, a pesar de los muchos intentos (bastan un par de palabras en buscadores de la internet para poseer valiosos documentos narrativos, propositivos y predictivos sobre la situación del Río Magdalena), de salvar nuestro último afluente vivo?

Los equipos de estudiosos, administradores de gobierno y representantes de la sociedad han mostrado que el anhelo de conservarlo es compartido, por lo menos en las intersecciones de sus particulares visiones de la realidad. El Colegio de Ingenieros Civiles de México, A.C. (CICM), reconociendo la necesidad y el complicado escenario, intenta descifrar los obstáculos y activar las voluntades (de nuevo) y tiene el propósito de publicar un plan objetivo, racional y sistemático que concentre conocimiento interdisciplinario depurado con computación inteligente.

Desde la aproximación científica fáctica se propone explotar los registros de los hechos (éxitos y fracasos) y volver a ellos para confirmar las hipótesis, pero en esta propuesta se rebasan los límites anteriores usando pensamiento sistémico profundo, en el que la dinámica del sistema natural se entienda sólo si se integra al funcionamiento social y a las capacidades tecnológicas. El todo, a través de la adquisición, análisis, modelado y visualización de datos, se percibe como complejos procesos interrelacionados en torno a la evolución de la cuenca lacustre del valle de México.

La idea rectora se concentra en un documento que explica y detalla las acciones que se habrían de llevar a cabo para depurar y conservar limpio el caudal del Río Magdalena. Dado que se construye desde el pragmatismo de la Ingeniería Civil, se declara con claridad quienes son los actores y en la medida de lo posible, cuáles son sus responsabilidades sobre la materialización de los objetivos. El enfoque de modernización tecnológica aborda los procesos de (1) drenaje y tratamiento de aguas residuales, (2) manejo y reciclaje de residuos sólidos, y (3) conservación de suelos. En este sentido, se sujeta la aplicación del conocimiento científico, práctico y/o experimental hacia aquel que demuestre el uso de materiales asequibles (asegurar la gestión del ciclo de materiales) y una acentuada participación social bajo la idea, siempre, de fortalecer el sistema socioeconómico de las regiones por las que atraviesa el Magdalena. Sí, estimado lector versado en el tema, estas líneas están contenidas en propuestas del pasado, pero ahora, el estudio y modelado de eventos con Ciencia de Datos, Aprendizaje Máquina y/o Inteligencia Artificial permitirá construir universos de muy alta dimensión (gran número de variables, de tipos y en formatos diversos, grabadas en tiempos y durante lapsos significativos, comunicadas absolutamente por la IoT, almacenadas en estructuras compartibles sin prácticamente límite de espacio). Estos poderosos simuladores unidos al Si-Entonces que rige la toma de decisiones y el arranque de actividades podrá ser automatizado de forma que se eviten los sesgos y se promueva la transparencia.

En la vertiente de administración de proyectos, aquí propuesta sobre el BIM y el GIM (tomando al Geo como el ente suelo-agua-aire) se podrán, como nunca, cuantificar los beneficios de la restauración del Magdalena y sensibilizar a los actores sobre los impactos directos (los reconocidos naturales) y los indirectos (incremento de valores inmobiliarios, provisión de espacio público sano, atractor de personas y actividades comerciales, cambios en la conciencia cívica, entre otros). La extensión del río Magdalena es de 28.2 km, desde su nacimiento hasta su punto de incorporación al sistema de drenaje en la avenida Río Churubusco (área total de cuenca de 3 520.63 ha), e impacta sobre la vida de cuatro alcaldías (Cuajimalpa, Magdalena Contreras, Álvaro Obregón y Coyoacán). Las características geotécnicas, cartográficas, hidrometeorológicas, culturales, económicas, normativas… conducen a la elección de un modelado con suficiente flexibilidad para adaptarse a los cambiantes escenarios paramétricos y robustez para no alterarse por la violación de alguno de los supuestos de partida. Si hablamos, por ejemplo, de las soluciones técnicas de las redes de drenaje, éstas deben transfigurarse cuando el reto cambie por las condiciones sanitarias, pluviales, disposición de residuos, incluso cuando se deba entrenar a la población sobre su contribución en el tratamiento. Con el apoyo de herramientas de visualización (como la Realidad Aumentada y Virtual) la inmersión de los distintos actores se garantiza, no sólo para la comprensión absoluta del proyecto, sino para la asimilación de responsabilidad sobre los resultados. La tradicional desarticulación de proyectos como este inhibe la participación de Escuelas de Ingeniería y Universidades y descorazona la emisión de donativos y aportaciones en especie, los patrocinios y las subvenciones. La antítesis inteligente alienta la inclusión de muchos más protagonistas conscientes del beneficio de su aportación.

Los autores de este documento reconocemos que el cementerio de proyectos sobre el río incluye productos fallidos de muy alta calidad, pero para nosotros “fallar” es una virtud de las iniciativas que puede tener beneficios imprevisibles. Las ideas, los productos y los resultados sientan las bases para propuestas mejores y más oportunas. Son “fracasos” que pueden conducir a algo que verdaderamente cambie el estado del Río Magdalena.

El documento proyecto, el plan, dibuja un propósito clave y emblemático que podría liderar los esfuerzos de regeneración urbana de nuestra gran metrópolis, incentivando el compromiso y la capacidad técnica de todas las partes. Si esto se consigue, la respuesta al título de este artículo es Sí, será una computadora inteligente, entrenada por una sociedad creativa y solidaria, la que salvará al río Magdalena.

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José Piña y Silvia García
Integrantes del Comité de Planeación y de Tecnología CICM

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