La infraestructura de un país se define como las instalaciones operativas que son necesarias para el funcionamiento de su economía.
La importancia de la infraestructura de un país es ampliamente reconocida, de forma que todas las evaluaciones de competitividad de las naciones toman a la infraestructura de los países como uno de sus principales componentes. En la clasificación de competitividad que realizó el Centro Mundial de Competitividad de la Escuela de Negocios IMD para 2022, México, ocupa el lugar 55 (de 63 países), debido principalmente a que su infraestructura está clasificada en el lugar 58, debajo de países latinoamericanos como Chile (47), Brasil (53), Argentina (54) y Colombia (56), a pesar de tener un buen desempeño económico (27). Otro factor que reduce la competitividad es su Eficiencia Gubernamental, colocada en el lugar 60, debajo de Chile (30) y Perú (52).
El valor que una instalación de infraestructura tiene para el desempeño económico de un país está directamente asociado a la eficiencia con la que dicha instalación produce el bien o servicio para el que fue concebida. En el libro Industrial Megaprojects: Concepts, Strategies and Practicess for Success de Edward Morrow, se muestra que la sensibilidad de la TIR (Tasa Interna de Retorno a la inversión), más que al costo de inversión o el tiempo que se llevó su construcción, está asociada a la operación de dicha instalación.
Como ejemplo de la afirmación anterior, citaremos al Aeropuerto Mirabel, en Montreal, Canadá, construido en 1975 como parte de las instalaciones para los juegos olímpicos de 1976. Este ambicioso aeropuerto, el más grande del mundo en ese momento, fue rechazado por los potenciales pasajeros, por el tiempo y costo que les representaba llegar a dicho aeropuerto, a tal grado que en 2004 fue cerrado por incosteable y eventualmente demolido. Este ejemplo muestra que, si una instalación no resulta en una infraestructura útil para los individuos de una sociedad, estos no la utilizarán, volviéndola inservible.
Por esa razón, un proyecto debe concebirse tomando en consideración, primeramente, la conveniencia del servicio que ofrece y los ingresos asociados, así como los costos para operarlo y mantenerlo en las condiciones adecuadas para su operación. Lo anterior implica realizar los estudios necesarios, proceso que toma tiempo, pero que determina la mayor parte del valor que el proyecto tendrá para la economía. Hacer esto es definir el proyecto correcto.
Para definir el proyecto correcto, no se ha trabajado aún en su “proyecto ejecutivo”. Éste se hace en la siguiente etapa, en la que se debe ejecutar el proyecto correctamente, es decir, con la calidad adecuada. Si bien esto es importante, su aportación al valor del proyecto es mucho menor que la de la etapa previa.
Volvamos al ejemplo del Aeropuerto Mirabel. El hecho de que el proyecto ejecutivo y la construcción de sus instalaciones haya sido excelente, no tuvo efecto en el rechazo de los potenciales pasajeros y su eventual cierre de operaciones.
En México, muchos e importantes proyectos de infraestructura se definen con criterios político-electorales, omitiendo los estudios que se requieren para definir el proyecto correcto. El resultado es, en la gran mayoría de los casos, proyectos que cuestan mucho más de lo anunciado originalmente y operan con severas deficiencias, como lo muestra la publicación de la Auditoría Superior de la Federación (ASF), “Problemática General en Materia de Obra Pública y Servicios Relacionados con la Misma – 2011-2016” , en la que analiza 92 contratos con montos superiores a 100 Mdp y que en promedio resultan en un monto y tiempo de ejecución mucho mayores a lo contratado.
Así que, por no definir primero el proyecto correcto, para después ejecutarlo correctamente, México tiene muchas instalaciones de poca utilidad, que se han vuelto un barril sin fondo de los recursos de los mexicanos.
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