Fernando Peña Mondragón
Coordinador del Comité Técnico de Resiliencia de la Infraestructura del CICM
Cuando hablamos de la resiliencia de la infraestructura, generalmente la asociamos a un tipo de riesgo en específico. Por ejemplo: sismos, viento, sequía, inundaciones, hundimientos, entre otros. Sin embargo, muchas veces, por no decir siempre, los riesgos a los que está expuesta la infraestructura no son eventos aislados, sino que pueden presentarse dos o más al mismo tiempo o en periodos de tiempo relativamente cortos. Algunos riesgos, sobre todo de origen antrópicos, pueden surgir como consecuencia del impacto de ciertos fenómenos naturales. Como, por ejemplo, los saqueos y el vandalismo después del impacto de un sismo o un huracán.
Asimismo, cuando se piensa en el impacto de un fenómeno natural sobre la infraestructura, pensamos que el impacto ocurre en un instante de tiempo muy corto, prácticamente instantáneo, como en el caso de un sismo que afecta a la infraestructura durante algunos segundos solamente. Sin embargo, hay otros tipos de fenómenos que impactan la seguridad estructural y elementos no estructurales de la infraestructura durante largos periodos de tiempo, que pueden llegar a durar incluso años, como las sequías, la corrosión y los hundimientos diferenciales en suelos blandos. Muchas veces, los efectos de estos fenómenos no se manifiestan de forma inmediata, pero degradan poco a poco la infraestructura a lo largo del tiempo.
Un caso paradigmático de infraestructura sometida a riesgos multiamenaza es Acapulco. La ciudad está en una zona altamente sísmica, expuesta al impacto de huracanes, y el ambiente salino de la costa es una fuente de ataque corrosivo para el acero de las construcciones, por mencionar solo los más importantes. Si bien cada año se registran eventos sísmicos en las costas de Guerrero, y son afectados por diversos fenómenos hidrometeorológicos, a continuación, se describen los más importantes que han impacto la ciudad de Acapulco en los últimos tres años.
El 7 de septiembre de 2021 se registró un sismo de magnitud Mw 7.0 con epicentro a 11km al suroeste de Acapulco. Debido a este evento sísmico, en Acapulco se registraron cortes de energía eléctrica, fugas de gas y daños importantes en más de 1,800 estructuras, incluyendo viviendas, escuelas, hoteles, hospitales y oficinas. Por ejemplo, la unidad habitacional Vicente Guerrero 200 sufrió daños severos en los 38 edificios que componen la unidad habitacional, los cuales se declararon inhabitables por Protección Civil.
En octubre de 2023, el huracán Otis, categoría 5, impactó la costa de Acapulco donde se registraron velocidades de viento del orden de 300 km/h. Se reportaron daños, principalmente en elementos no estructurales y contenidos, en 274 mil viviendas, más de 47 mil negocios, mil 224 escuelas, 200 hoteles y en cinco hospitales. También, el daño acumulado previo, la corrosión y la degradación de los elementos estructurales de acero y concreto, principalmente por la falta de mantenimiento, fueron factores adicionales que propiciaron un mayor daño en la infraestructura de Acapulco. Asimismo, los residuos, la basura y los desechos generados por el paso del huracán representaron un problema adicional en su recolección y disposición final.
En septiembre de este año, el huracán John, categoría 3, impactó las costas de Guerrero, dejando lluvias torrenciales que acumularon más de 1,000 mm en solo cuatro días. Esto equivale al 85% de la precipitación anual promedio del estado de Guerrero. Estas lluvias intensas provocaron inundaciones severas en diversas zonas de Acapulco y deslizamientos de tierra en laderas, afectando severamente la infraestructura del puerto. En Acapulco se reportaron daños en más de 40 mil viviendas y la evacuación de alrededor de 10 mil personas. También se registraron cortes de energía eléctrica y daños en carreteras y puentes.
Estos tres eventos son solo una muestra de los riesgos a los que está expuesta la ciudad de Acapulco. Pero también es una muestra que nos hace ver que, si la reconstrucción de la ciudad no se aborda con una visión integral que contemple los problemas y riesgos existentes, buscando realmente incrementar la seguridad estructural y sus elementos no estructurales de la infraestructura, el próximo fenómeno natural que impacte Acapulco será devastador. En ese caso no habrá recursos materiales, económicos ni humanos suficientes para sostener un ciclo interminable de reconstrucciones.
Los planes de reconstrucción deben centrarse en mejorar la seguridad de las construcciones, tomando en cuenta el riesgo multiamenaza y no solamente volver a poner en “pie” y “funcional” la infraestructura. Esto ya quedó demostrado después del huracán Otis, cuando se hicieron grandes esfuerzos por parte del gobierno, la sociedad civil y los empresarios, para volver a poner en pie la infraestructura, pero sin tomar en cuenta el riesgo multiamenaza. El resultado ya se vivió con el huracán John, que volvió a devastar la ciudad.
Actualmente estamos en un punto de inflexión para implementar un plan adecuado de reconstrucción, que tome en cuenta el riesgo multiamenaza, donde se involucren los tres órdenes de gobierno, la sociedad civil, los empresarios, los colegios de profesionistas y las sociedades técnicas. Si no lo hacemos, en un futuro cercano estaremos lamentando nuevamente la destrucción de Acapulco, poniendo en riesgo vidas humanas y se habrán desperdiciado recursos materiales y económicos; así como también se habrá desaprovechado la oportunidad de hacer bien las cosas.