Felipe I. Arreguín Cortés
Investigador del Instituto de Ingeniería
Fernando J. González Villarreal
Director del Centro Regional de Seguridad Hídrica
¿Cuántas veces hemos salido del cine preocupados cuando vemos películas de ciencia ficción donde la inteligencia artificial (IA) se representa como una fuerza todopoderosa capaz de amenazar al mundo? ¿O cuántas otras nos hemos deprimido (al menos nosotros sí), al saber que ya no hay ser humano que sea capaz de derrotar a una computadora que utiliza esta herramienta en un juego de ajedrez, y que ahora las mejores partidas son las que se desarrollan entre estos cerebros electrónicos?
Ciertamente la IA hace eso y más, y los riesgos de un mal uso de ella pueden convertirse en una amenaza real para todos nosotros. Pero por otro lado esta herramienta surge en un momento crucial para resolver problemas globales, como la gestión ineficiente del agua.
Nuestro planeta vive una gran crisis ambiental que engloba a una sanitaria, que a su vez contiene otras tres: social, política y económica, y en la intersección de estas se encuentra la crisis del agua.
Los problemas del agua en el mundo y desde luego en México se agravan por la interacción de varios factores como el impacto del cambio climático, que provoca mayor frecuencia e intensidad de inundaciones y sequías, cambios en los patrones de lluvias que reducen la disponibilidad de agua superficial y la recarga de los acuíferos, la modificación de las temperaturas que afectan directamente a los seres humanos con fenómenos como las olas de calor o al planeta en su totalidad con la modificación de casi todos los patrones de la naturaleza: deshielos, elevación del nivel del mar, modificación de la vida silvestre, nuevos virus, enfermedades...
Otro factor es el crecimiento poblacional que eleva el consumo de agua, presiona a la infraestructura existente, aumenta la descarga de aguas residuales, y si el desarrollo urbano es desordenado afecta zonas de recarga y amplifica el riesgo de inundaciones.
Y el tercero es la crisis económica que, si se suma a una administración deficiente que no ha invertido en mantenimiento y construcción de nueva
infraestructura hidráulica, puede generar una prestación inequitativa de servicios a la población.
Las consecuencias combinadas de estos impactos son la inseguridad hídrica, los problemas de salud pública y la degradación ambiental. Y las acciones para enfrentar estos desafíos las sabemos: medidas de mitigación y adaptación al cambio climático, la gestión integrada de los recursos hídricos, la construcción de infraestructura resiliente y eficiente, una política de distribución equitativa del uso del agua y el financiamiento innovador.
La inteligencia artificial y otras tecnologías pueden apoyar la gobernanza del agua, con herramientas que mejoren la toma de decisiones y la planificación estratégica. Por ejemplo, con el empleo de datos climáticos, hidrológicos, topográficos y sociales, se han construido modelos que se utilizan de manera global o puntual en algunos países para pronosticar el estado del tiempo, o el impacto de los huracanes y las zonas vulnerables a inundaciones, que permiten diseñar estrategias para salvaguardar poblaciones con medidas de protección eficientes. En el caso de las sequías ya se puede anticipar su presencia y sus efectos, así como establecer medidas para enfrentarlas.
Existen otras tecnologías, por ejemplo, Internet de las cosas permite construir redes inteligentes de agua para consumo humano y de drenaje; las plataformas digitales pueden ayudar a los ciudadanos a reportar fugas e inundaciones, acceder a información para usar eficientemente el agua en los hogares y consultar cortes y disponibilidad de agua; Big Data se utiliza para identificar patrones de consumo, predecir demandas futuras o analizar el comportamiento de la sociedad para enfrentar emergencias hidrológicas; la combinación de varias tecnologías en el campo constituyen la agricultura de precisión; la misma IA puede mejorar los sistemas de alerta temprana de eventos extremos, o simplemente ahora que están de moda los chatbots responder a preguntas de los usuarios sobre la solución de problemas que enfrenten; y desde luego se utilizan satélites, drones, sistemas de teledetección, etc.
Además, la tecnología puede facilitar la coordinación entre autoridades y sociedad mediante las redes sociales para hacer una gestión integral del agua.
Se acaba de presentar el Plan Nacional Hídrico de México, que es un buen marco para el futuro aprovechamiento de nuestros recursos, sin embargo, no hay un enfoque claro y contundente para emplear la tecnología que puede dar un soporte fundamental a todas las propuestas.
La tecnología ofrece soluciones técnicas, económicas y sociales a la administración del agua. Técnicamente las soluciones pueden ser más precisas, desde el punto de vista económico contribuyen a reducir costos operativos, y
priorizar inversiones en infraestructura hidráulica; y socialmente facilita la toma de decisiones informadas al permitir el acceso a las comunidades en estos procesos.
Como siempre la pregunta clave es ¿cómo hacerlo? Para integrar la tecnología en la solución de los problemas del agua se requieren al menos tres elementos: voluntad política, colaboración multisectorial y presupuesto.
La voluntad política se ha demostrado con la creación de la Secretaría de Ciencias, Humanidades, Tecnología e Innovación y la Agencia de Transformación Digital, cuya tarea principal debe ser la creación de los marcos legales y presupuestales para priorizar la innovación. ¿Se garantizará también el presupuesto necesario para materializar estas prioridades?
Además, es necesario que los gobiernos, la academia, las empresas y la sociedad colaboren para buscar las tecnologías adecuadas a las necesidades globales y locales, para que las acciones no sean solo proyectos piloto o sueños inalcanzables.
Es tal la importancia de la IA en muchas actividades humanas que, en la reciente entrega de los Premios Nobel, el de Física se otorgó a dos investigadores por sus contribuciones al aprendizaje profundo, elemento fundamental de la IA moderna, y en el caso del Premio Nobel de Química se reconoció a un equipo que utilizó la IA para predecir estructuras proteicas, lo cual es un avance en la biología molecular.
Es irónico que tengamos tecnología para ordenar a un aparato que busque y toque nuestra canción preferida o que nos digan que tenemos la tecnología para colonizar Marte, y no usemos la que tenemos para enfrentar sequías e inundaciones, para aprovechar eficientemente el agua en las industrias o el campo, o volver inteligentes a nuestras ciudades. Es el momento de empezar a utilizarla o entonces lo que nos dicen las películas de ciencia ficción se va a convertir en realidad.