Por: José Antonio Rodríguez Tirado

La planeación es el punto de partida de cualquier acción, proyecto o programa; es un proceso dinámico, flexible, que se debe basar en datos confiables y que evoluciona hasta conseguir los objetivos y resultados que esperamos.

La planeación es celosa porque no acepta mentiras, falsos optimismos, ocurrencias, caprichos o acciones apresuradas.

La planeación requiere definir con toda claridad los objetivos a alcanzar y por qué deseamos que sean una realidad, las metas que lograremos, los caminos o estrategias que seguiremos y las acciones que llevaremos a cabo para lograr los objetivos y metas previstas.

La planeación es fundamental también para realizar obras y proyectos exitosos y la Ingeniería Civil Mexicana, tan destacada en tantos ámbitos, ha sido un claro ejemplo de ello.

La planeación requiere de información precisa para poder tomar decisiones acertadas, así como de indicadores claros, bien definidos y medibles de cada acción que desarrollemos, de la identificación de los recursos humanos, técnicos y económicos requeridos y de las diferentes fuentes de financiamiento, de quién y cómo realizará cada acción y de cómo enfrentaremos los posibles riesgos asociados a su ejecución.

La planeación se debe transformar en las acciones previstas y mediante indicadores claros nos debe mostrar si vamos por buen camino o debemos redireccionar el rumbo

Todos planeamos al realizar nuestras actividades para alcanzar nuestros objetivos y sueños; algunas veces de manera inconsciente, otras un tanto improvisada y en otros casos de manera más estructurada, pero lo que debemos siempre reconocer es que en la planeación se debe aprovechar la experiencia que hemos adquirido y que han acumulado otras personas; no puede partir de cero ni puede realizarse sin información clara o de manera improvisada.

Los países que tienen un mejor nivel de desarrollo han implantado sólidos procesos de planeación al definir con claridad sus objetivos y cómo cumplirlos; los principios con los que se regirán para lograrlos y cómo medir los resultados.

En cada paso realizan análisis muy rigurosos sobre sus avances y la forma en que los logran. La casualidad no es una variable en sus ecuaciones y en general, pocas cosas importantes son resultado de la casualidad; saben de la seguridad y tranquilidad que genera la planeación consciente y detallada.

La planeación en el manejo y preservación del agua en México es crucial. La situación es muy complicada y estamos en una situación muy desfavorable. La mayoría de los ríos que eran orgullo de nuestros abuelos se han convertido en drenajes a cielo abierto con las consecuencias que ello implica para la salud y el bienestar. Adicionalmente, las aguas subterráneas o acuíferos que se han formado a lo largo de muchos siglos paulatinamente se están acabando porque extraemos mucho más agua de la que se infiltra en ellos. En lo relativo al buen uso del agua por parte de todos nosotros y al suministro de los servicios de agua potable y drenaje existen serias deficiencias.

De las 731 cuencas del país (los espacios geográficos donde el agua de lluvia se precipita y escurre para formar ríos, lagos y manantiales o bien se infiltra al subsuelo) 132 presentan problemas de contaminación y de los 653 acuíferos, en 105 la extracción es mayor a la recarga. Uno de cada tres habitantes en el medio urbano no recibe agua potable de manera diaria y dos de cada tres en el medio rural padecen de esta situación. La eficiencia en el uso del agua en las ciudades y la agricultura es de orden del 50%

Ante este panorama, los Programas Hídricos Regionales, actualmente en elaboración, pueden ser instrumentos muy importantes, ya que si están debidamente estructurados marcarán la pauta del desarrollo hídrico en las diferentes regiones de México.

Si bien los Programas deben ser coordinados por la Comisión Nacional del Agua, deben considerar la participación social como un elemento fundamental en su formulación, pero una participación social balanceada y muy bien informada con base en datos precisos y a la que se le presenten los diferentes esquemas de solución a los retos a enfrentar, con sus ventajas, costos e implicaciones.

Es necesario que se aproveche la valiosa experiencia de muchos especialistas en el campo del agua que ha forjado el país, que se utilicen los resultados de los programas, análisis e información que se ha generado a través de muchas décadas y que anteriormente situaron al país como una referencia para otras naciones.

Es necesario que en paralelo se implementen los mecanismos legales que formalicen la implantación de los Programas y que posteriormente se implementen los procedimientos para su monitoreo y evaluación y para la difusión pública de sus avances, de los retos a resolver y las acciones adicionales a implementar para alcanzar o superar las metas previstas.

El agua debe ser el motor que impulse el bienestar social, el desarrollo económico y la preservación del medio ambiente de una nación que debe y merece estar en una posición notablemente mejor en estos temas y en muchísimos temas más.

Un país que ocupa el décimo lugar por su número de habitantes y el lugar número quince por su Producto Interno Bruto, pero que aún debe trabajar a marchas forzadas en el tema del agua y que requiere colocarlo como una prioridad en la agenda económica y en la agenda política y que se aprecie dicha prioridad con inversiones y hechos concretos, antes de que sea demasiado, demasiado tarde.

Coordinador Adjunto del Comité Técnico del Agua del Colegio de Ingenieros Civiles de México, A.C.

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