Por: Rubén López Barrera
La Infraestructura vial de calidad es un factor fundamental para la seguridad de las personas. El correcto diseño y operación de las vías de comunicación tiene un impacto positivo en el bienestar de la sociedad. El trabajo de los ingenieros civiles en este ámbito es fundamental para la sociedad.
Elevar los estándares de Seguridad Vial en todos sus ámbitos es un reto vinculado al bienestar de la sociedad. La Organización Mundial de la Salud (OMS) reporta que a pesar de que los países de ingresos bajos y medianos tienen aproximadamente el 60% de los vehículos del mundo, se producen en ellos más del 93% de las defunciones relacionadas con accidentes de tránsito. Ampliar y mejorar las redes nacionales de transporte requiere una inversión significativa, pero brinda beneficios que van mucho más allá de lo económico.
El vínculo entre la calidad de las vías y su seguridad es evidente. La OMS señala que el 88% de los peatones, el 86% de los ciclistas y el 67% de los motociclistas circulan en caminos con una evaluación de una o dos estrellas conforme a las guías internacionales. Entre estos usuarios, que son los más vulnerables, se registra más de la mitad de los fallecimientos.
Las vías de comunicación deben diseñarse teniendo en cuenta las necesidades del usuario en todo momento. En un contexto urbano, es fundamental incluir zonas peatonales, carriles para bicicleta, puntos de cruce seguros, así como diversas medidas de reducción de la velocidad.
Al pensar en la seguridad para los vehículos, se debe considerar que a nivel mundial el 44% todavía circula en vías de muy baja calidad. La construcción de un número suficiente de autopistas de alto desempeño es una tarea pendiente. La experiencia en los países desarrollados confirma que, contrario a lo que se pudiera pensar, las vías de alto desempeño y varios carriles son estadísticamente más seguras que las rutas alternas en caminos vecinales.
A nivel macro, la mejora comienza con la planeación de la red carretera. Una recomendación básica es separar los flujos de carga y transporte de aquellos que son únicamente locales. Los periféricos y libramientos, por ejemplo, no sólo facilitan la movilidad y el comercio, sino que protegen a todos los usuarios.
En un siguiente paso, cada carretera debe incorporar en lo individual los más altos estándares de diseño y construcción. De acuerdo con el Programa Internacional para la Evaluación de Carreteras (IRAP, por sus siglas en inglés), en lo que respecta a la gestión de vehículos, entre las características de una vía de cinco estrellas están contar con barreras que separan ambos sentidos, protección ante riesgos en los costados, y un trazado que en lo posible privilegie las líneas rectas.
Es fundamental dar el mantenimiento requerido para el cumplimiento de los estándares de Seguridad Vial durante la totalidad de la vida útil de los activos. Las deficiencias en el pavimento pueden ser causantes de accidentes. Lo mismo ocurre cuando la señalización es insuficiente o confusa, incluyendo en el marcado de los carriles. Cuando ocurren percances, la velocidad y calidad del auxilio que se brinde a los involucrados es en muchos casos decisivo.
Un ejemplo de un desarrollo vial de altos estándares es el Circuito Exterior Mexiquense, que conecta a las principales carreteras del área metropolitana del Valle de México con dirección a Querétaro, Puebla e Hidalgo, mitigando la afluencia vehicular de más de 288 mil cruces diarios por la zona centro del país. La obra cumple con las características de construcción antes citadas, y tiene además un detallado esquema de señalización y un sistema inteligente de transporte (ITS, en inglés) para su gestión desde un centro de control de manera segura y eficiente. Ofrece asimismo auxilio vial las 24 horas del día con un tiempo de respuesta considerado dentro de los estándares internacionales, en caso de accidente o avería, en coordinación con autoridades estatales y federales, en caso de ser necesario.
El desarrollo, la operación y el mantenimiento de vías de comunicación de acuerdo con las mejores prácticas internacionales son tareas prioritarias y permanentes. Los actores involucrados –Estado y Operadores Privados – deben asumir esta responsabilidad conjunta con visión de largo plazo.
En paralelo a las variables de Infraestructura Vial, la Seguridad Vial requiere avances en otros ámbitos. El reconocer que existen múltiples factores en juego no disminuye en modo alguno la responsabilidad de cada actor involucrado. Por el contrario, debe llamar a que cada uno de ellos haga más para impulsar una respuesta colectiva, aportando su conocimiento y perspectiva.
Los vehículos tienen cada vez más elementos de protección. Algunos se derivan de normas, como las de impacto frontal y lateral, y otros de avances tecnológicos, como los sistemas de control de la estabilidad, de frenado autónomo de emergencia, y de asistencia de mantenimiento de carril. Algunos se han convertido en estándares mundiales, mientras que otros sólo están disponibles en los mercados más desarrollados.
El último grupo de factores son los que derivan del error humano. La OMS reporta a) que un aumento de 1% en la velocidad eleva 3% el riesgo de un accidente grave; b) que no usar el cinturón de seguridad casi duplica el riesgo de muerte entre pasajeros en el asiento delantero; c) que utilizar el teléfono móvil al manejar multiplica por cuatro la probabilidad de chocar y d) manejar bajo la influencia del alcohol es causa de una gran cantidad de incidentes letales, también de manera diferenciada entre países: alrededor de 20% en países desarrollados y hasta 69% en algunos de ingreso medio y bajo.
Por otro lado, las reglas de tránsito, entre ellas los límites de velocidad y alcoholímetros juegan un papel fundamental. Es importante no sólo que existan, sino que se genere una amplia percepción en la sociedad de que son implementadas. Adoptar reglas y no hacerlas valer puede tener un efecto opuesto al deseado, haciendo pensar que no se trata de un asunto de verdadera importancia.
Todo esto me lleva a subrayar el valor de crear programas educativos, constituir asociaciones civiles y promover foros nacionales e internacionales para la reflexión colectiva sobre la Seguridad Vial, un tema que incide en toda la sociedad. Debemos recopilar información, compartir mejores prácticas, y valorar diferentes alternativas para mejorar las condiciones locales. La meta por alcanzar en la Organización de las Naciones Unidas (objetivo 3.6 de Desarrollo Sostenible) es reducir a la mitad las muertes y lesiones causadas por accidentes de tráfico. Podemos ir más allá, manteniendo una aspiración de cero fallecimientos.