Rubén López Barrera
Comité de Financiamiento de la Infraestructura del CICM
Para que México pueda aprovechar plenamente las oportunidades que presenta el nearshoring, la infraestructura juega un papel fundamental. Por lo tanto, debemos promover una mayor inversión tanto privada como pública para contribuir a su modernización y ampliación, y así asegurar que México se convierta en un destino estratégico para las empresas que buscan una nueva ubicación para sus operaciones.
Dada la situación geopolítica global, México se encuentra en un momento idóneo para desarrollarse: la creciente tensión comercial entre Estados Unidos y China, los conflictos como la guerra en Ucrania y las lecciones aprendidas de la pandemia, han resaltado la importancia de asegurar que las cadenas de producción estén más cerca de casa y dentro de nuestra región de América del Norte.
La reconfiguración de las cadenas de suministro para reducir la dependencia de mercados lejanos se ha convertido en una estrategia prioritaria para muchas empresas y gobiernos en todo el mundo. México, con su ubicación estratégica, se encuentra en una posición privilegiada para capitalizar esta tendencia.
Desafíos y oportunidades en infraestructura
México se enfrenta a una serie de desafíos que abarcan desde la necesidad de desarrollar rutas logísticas más eficientes hasta mejorar la infraestructura relacionada con el comercio y el transporte, un suministro eléctrico suficiente y confiable —tanto para generación como distribución— y el acceso a servicios básicos como el agua. Hoy en día el país invierte menos del 2% del PIB en el desarrollo de infraestructura, cuando según la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción lo ideal sería destinar entre 4% y 5% como mínimo para combatir el rezago en la infraestructura que tenemos.1 Adicionalmente, la proyección de inversión para 2024 en este sector representa el 12.2% del gasto neto total, una reducción de 11.1% respecto al aprobado de 2023.2
A pesar de contar con una infraestructura y una oferta de servicios logísticos que ha respaldado las relaciones comerciales bilaterales en la región durante más de dos décadas después de la implementación del TLCAN (hoy T-MEC), la necesidad de modernizar nuestra infraestructura es evidente. De hecho, el último Índice de Desempeño Logístico del Banco Mundial reveló que la competitividad de México ha pasado del puesto 51 en 2018 al 66 en 2023.3
La modernización requerida debe asegurar que toda la infraestructura que se construye y se opera en el país esté alineada bajo el enfoque ASG (Ambiental, Social y de Gobierno Corporativo). Empresas operadoras de infraestructura de transporte, destinan importantes inversiones para mantener las vías en óptimas condiciones, para mejorar la sostenibilidad y la
seguridad vial de sus autopistas, así como para implementar programas que mejoren la calidad de vida de las comunidades aledañas.
A nivel nacional, debemos trabajar en conjunto -iniciativa privada y gobierno- para adoptar una visión que impulse una infraestructura inteligente y sostenible, que promueva la competitividad y el desarrollo económico del país. En este sentido, las Alianzas Públicas Privadas (APP) representan un pilar estratégico en el desarrollo de capacidades en materia de infraestructura. Gracias a estas alianzas, se han concebido y ejecutado proyectos de gran envergadura, como la construcción de carreteras modernas, ferrocarriles eficientes y aeropuertos de clase mundial. Sin embargo, es importante destacar que las APP deben ser implementadas con transparencia, regulación adecuada y un enfoque en el interés público. Deben garantizar que los beneficios lleguen a toda la población, promoviendo la equidad y el acceso a servicios de calidad.
Apuesta por un sistema intermodal de transporte
La modernización y ampliación de la infraestructura también ayudará a cerrar las brechas regionales en nuestro país. De acuerdo con datos de la Secretaría de Economía, el 79% de la Inversión Extranjera Directa (IED) en México se concentra en tan sólo 10 entidades federativas,4 principalmente en el norte y la región del Bajío. Este desequilibrio en la distribución de la IED subraya la necesidad de fortalecer la capacidad de atraer inversión a otras zonas del país, particularmente el sureste.
Uno de los proyectos de infraestructura que se relaciona directamente con los esfuerzos para aprovechar mejor el nearshoring, es el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec (CIIT), una plataforma logística que busca conectar los océanos del Atlántico y del Pacífico y que promete ser un complemento importante del Canal de Panamá en términos del tránsito de flujo de mercancías.5
El éxito de este proyecto depende en gran medida del transporte intermodal, dado que será necesario terminar la construcción de líneas ferroviarias y fortalecer los ramales carreteros que conectan el transístmico con el resto del país. Este proyecto contempla expandir y modernizar la infraestructura carretera y llevar a cabo obras de mejora de infraestructura urbana en los 76 municipios veracruzanos y oaxaqueños por los que atraviesa el proyecto.
De cumplir con sus objetivos el CIIT ayudará a mejorar la conectividad y el flujo de mercancías en México y aportará a la promoción del país como la ubicación ideal para el nearshoring. La combinación de ferrocarriles, carreteras y puertos marítimos en una red intermodal eficiente permitirá una distribución más rápida y rentable de productos.
Las tres economías de América del Norte en conjunto representan aproximadamente el 25% del Producto Interno Bruto (PIB) mundial; somos la región económica más poderosa del mundo.6 La ubicación geográfica y el conocimiento de nuestro país en temas de manufactura nos hace un lugar ideal para recibir las inversiones de nearshoring. Para tomar ventaja de esta
estrategia de relocalización, mejorar y ampliar nuestra oferta de infraestructura serán factores clave para convencer a más inversionistas de que México es un destino de gran valor comercial.
