Hablar de la Energía en una ciudad como la Ciudad de México, en una ubicación alejada de las costas, a una altitud superior a los 2,200 m sobre el nivel del mar y con una población de más de once millones de habitantes, que considerando la zona conurbada supera los 22 millones. Y al hablar de cualquier tema de infraestructura, y por supuesto, la energía que demanda la operación de toda esa infraestructura, no podemos pensar en la ciudad como una unidad aislada, debemos siempre considerar los temas como metropolitanos, incluyendo los impactos y demandas de la ciudad y su zona conurbada.

Sergio Aceves Borbolla 
 

Con esas condiciones físicas y con la demanda de una población numerosa, debemos reconocer que prácticamente el total de la demanda de energía se debe “importar” del interior del país. Las únicas oportunidades de generación local viables a la fecha, son el aprovechamiento de energía solar y la transformación de los residuos sólidos que genera la ciudad. En esos temas, es de destacar la aplicación de paneles solares en la central de abastos, así como el uso del biogás generado en el bordo poniente para uso vehicular.

El tema de la energía debe orientarse, además de, a maximizar el aprovechamiento de esas dos fuentes, sobre todo en el manejo de los canales de suministro (ductos, pipas, redes de transporte y distribución de energía eléctrica, etc), y por otra parte, en oportunidades de eficiencia en el aprovechamiento de la energía que se “importa”, y por supuesto, dentro de la eficiencia, la eliminación de desperdicios y fugas.

Para entender el abasto de energía en la ciudad, es necesario considerarlo desde el punto de vista de la demanda y cómo satisfacerla. Los planes de desarrollo y los programas de ordenamiento territorial, de uso de suelo, de servicios públicos a la población tales como agua, alumbrado, seguridad, manejo de residuos, electricidad y gas (hogares, comercios, industria y servicios). Movilidad, tanto desde la visión como servicio público (metro, metrobús, tranvías, camiones, cablebús), como en el sector privado.

Adicionalmente es necesario incorporar en el análisis las consideraciones de políticas públicas federales, que ayudarán a definir la disponibilidad de los diferentes energéticos, principalmente combustibles y energía eléctrica, y cómo inciden éstos en las metas de transición energética y de impacto en las metas ambientales y de mejora de la calidad del aire, así como de reuso del agua. Es evidente que los objetivos de calidad del aire están directamente relacionados al comportamiento de las centrales de generación que influyen en la calidad del aire de la Ciudad de México, así como las estrategias nacionales de disponibilidad de combustibles de calidad.

Estos planes, demandas, restricciones y oportunidades, son el insumo principal para estudiar y definir las estrategias de abasto para alcanzar las metas de desarrollo, de mejora en la calidad de vida, de mejora en calidad del aire y en general de los satisfactores que la población demanda y merece.

La concurrencia de diversas disciplinas y la coordinación del área responsable por el gobierno de la Ciudad de México, el Instituto de Planeación Democrática y Prospectiva, deberá conocer toda esta información para estar en condiciones de establecer los planes de abasto de energía, planes de evaluación de la infraestructura de transporte, distribución y la definición de los planes de mantenimiento y mejora de la existente, así como del desarrollo de la nueva infraestructura que apoye los planes de desarrollo de la ciudad.

La evaluación de la red de distribución eléctrica y las oportunidades de mejora con inversión relativamente baja debe ser una prioridad, independiente de cualquier necesidad de desarrollo de nuevas líneas.

La incorporación de nuevas redes de distribución de gas natural permitirá el acceso a muchas más familias, a un energético más barato y limpio, por lo que se deben buscar oportunidades y promover el uso de este combustible, inclusive logrando que el mismo tenga una participación mayor como combustible en el transporte público y privado, clave para alcanzar los objetivos ambientales.

Las estrategias de los planes de movilidad deben definir el crecimiento y desarrollo del servicio público de transporte, favoreciendo el uso de combustibles y energía generada en condiciones lo más favorable posible y con menor impacto al medio ambiente, impulsando la electromovilidad. Adicionalmente, es deseable que la demanda energética por individuo sea cada vez menor, basado en una mejor oferta de servicios públicos, en una mayor eficiencia energética per se, y en una mejor distribución del esfuerzo colectivo. Menor desplazamiento, menores costos, mayor oportunidad de trabajo remoto, etc. Sin menoscabo a la calidad de vida de los habitantes de la Ciudad de México.

Identificamos dos temas puntuales que deben analizarse con prioridad.

1.- Estado de la red de distribución eléctrica, que por su antigüedad, y crecimiento debe evaluarse y establecer un Plan y Programa de mantenimiento y actualización

2.- Capacidad de almacenamiento de combustibles, para revisar y definir cuál es el número de días de almacenamiento razonable, y cómo y en dónde desarrollar la infraestructura que haría falta.

Con todo este contexto, proponemos que la única forma de atender el tema de la energía en la Ciudad de México es bajo una visión integral. En la que la demanda y su proyección se relacionen y consideren las capacidades de la oferta, considerando el volumen y la calidad, para siempre buscar la mezcla de oferta más conveniente para resolver la demanda en condición lo más favorable posible y con visión de mediano y largo plazos para incorporar mejores prácticas y soluciones a lo largo del tiempo.

Coordinador del Comité de Energía del CICM 

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