Por: Fernando Peña Mondragón y Miguel Ángel Jaimes Téllez
Coordinador y Secretario del Comité Técnico de Resiliencia de la Infraestructura del CICM
El miércoles 25 de octubre de 2023, a las 00:25 h, el estado de Guerrero se vio impactado por el huracán Otis, el cual tocó tierra como un huracán de categoría 5, la máxima clasificación en la escala Saffir-Simpson. Con vientos máximos sostenidos de 270 km/h y ráfagas de hasta 330 km/h. Es importante destacar que los vientos sostenidos se refieren a la velocidad promedio del viento medida durante un período de tiempo determinado, mientras que las ráfagas son ráfagas de viento de corta duración (3 segundos) que superan temporalmente la velocidad promedio.
El lunes 23 de octubre, el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) informó que la tormenta tropical Otis se localizaba a 420 km al sur-suroeste de Puerto Ángel, Oaxaca y a 605 km al sur-sureste de Acapulco, Guerrero. El mismo lunes por la tarde, dos días antes del impacto de Otis, se emitió la alerta de que la tormenta tropical tenía el potencial de convertirse en huracán. Para el martes 24, por la tarde, Otis ya se había intensificado hasta convertirse en un huracán de categoría 3. A las nueve de la noche del mismo martes 24, Otis alcanzó la categoría 5, aproximadamente a 90 km al sur-sureste de Acapulco, casi tres horas y media antes de tocar tierra. A pesar de estos alertamientos, el huracán Otis tomó por sorpresa a las diferentes autoridades de los tres órdenes de gobierno y a la población en general.
La ciudad de Acapulco y localidades vecinas sufrieron graves afectaciones en su infraestructura, viviendas, carreteras y servicios básicos como consecuencia del huracán. Se estima que cerca del 80% de los poco más de 250 hoteles existentes sufrieron algún grado de daño; el día del huracán, la ocupación hotelera rondaba el 50%. Además, se reportaron 274 mil viviendas, más de 47 mil negocios y mil 224 escuelas con algún grado de afectación. Hasta el momento, el número oficial de fallecidos asciende a 50 personas, con un número indeterminado de desaparecidos. En términos económicos, se estima que el impacto directo del evento alcanza los 16 mil millones de dólares.
Debido a la relevancia de este hecho para el país, el Instituto de Ingeniería de la UNAM desplegó un grupo de diez investigadores con diversas especialidades técnicas, incluyendo estructuras, geotecnia e hidráulica, con el objetivo de recabar información sobre los daños y afectaciones en la infraestructura del Estado de Guerrero. La recopilación de esta información es crucial para generar conocimiento y proponer soluciones técnicas destinadas a prevenir y mitigar los efectos de futuros fenómenos naturales, contribuyendo así a fortalecer la resiliencia de la infraestructura en Guerrero y las zonas costeras de México.
Las primeras observaciones indican que este evento superó en más del doble la velocidad de viento de diseño establecida en 150 km/h según el Reglamento de Construcciones de Acapulco. Como resultado, las presiones del viento ejercidas sobre las fachadas y cubiertas de las edificaciones excedieron en más de cuatro veces los límites recomendados por la normativa vigente. Se identificaron diversas causas de los daños, que incluyen el uso de elementos no estructurales con un desempeño deficiente ante altas velocidades de viento, fallas en el diseño o construcción de conexiones, daño acumulado, falta de mantenimiento e impacto de proyectiles lanzados por el viento.
La exposición del interior de las construcciones y sus contenidos al viento y la lluvia, causado por roturas en ventanas y paredes debido a la presión del viento y, principalmente, por el impacto de proyectiles, aumentó significativamente el costo de los daños. Además, el huracán afectó de manera importante las principales vías de acceso a Acapulco durante varios días, revelando problemas potenciales en áreas críticas de la ciudad en términos de estabilidad de laderas, intervención de arroyos y edificaciones en condiciones precarias de estabilidad. Quienes estén
interesados pueden acceder a la presentación completa de los resultados preliminares de esta brigada en el sitio del Colegio de Ingenieros Civiles de México (https://www.youtube.com/watch?v=Nyn84Tix2QY).
Para la reconstrucción de Acapulco y municipios afectados, el gobierno federal ha publicado el “Plan General de Reconstrucción y Apoyo a la Población afectada en Acapulco y Coyuca de Benítez por el Huracán Otis”. Este plan, compuesto por 20 puntos, está diseñado para proporcionar apoyo económico a la población afectada. Sin embargo, no incluye criterios específicos para la reconstrucción y reparación de la infraestructura dañada. Por su parte, el gobierno estatal emitió un “Decreto por el que se expiden los lineamientos para la construcción y reconstrucción integral de la franja costera del Estado de Guerrero”. Este decreto, que consta de 15 artículos, aborda siete aspectos relacionados con la rehabilitación estructural. Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos, no se presenta un criterio claro de reconstrucción con visión a largo plazo.
Cuando ocurre una tragedia de esta magnitud se busca abordar tres etapas prioritarias: la atención de la emergencia, la recuperación de la operatividad o puesta en marcha de la infraestructura y el regreso a la normalidad o recuperación total de las actividades. Si bien los tres órdenes de gobierno han dirigido sus acciones hacia las dos primeras etapas, se ha prestado poca o nula atención a la tercera.
Es fundamental que la recuperación total de Acapulco y municipios afectados se base en una visión resiliente a largo plazo. Centrarse únicamente en restaurar la operatividad y la actividad económica no es suficiente. El enfoque actual de utilizar las mismas técnicas y materiales empleados anteriormente podría conducir a consecuencias similares en el futuro.
Para ello se requiere un plan de reconstrucción integral a largo plazo, que aborde los aspectos esenciales para una comunidad resiliente, en el cual participen todos los actores relevantes, incluida la comunidad, los constructores, la academia, el gobierno, la sociedad civil y los colegios y sociedades técnicas. Algunas propuestas de acción incluyen el desarrollo de normas de diseño específicas para las regiones afectadas por huracanes, la elaboración de normas de emergencia para la recuperación operativa y la modernización de la red de instrumentación eólica para comprender los riesgos multi-amenaza. Además, se destaca la importancia de fortalecer los mecanismos para la aplicación efectiva de estas normas, incluyendo no solo su creación sino también su implementación y cumplimiento en la construcción y reconstrucción de zonas costeras del país.
Es esencial no limitarse únicamente a reconstruir y rehabilitar las estructuras dañadas, sino también llevar a cabo una revisión exhaustiva para asegurar que se haya tenido en cuenta el estado físico de la estructura y garantizar su resistencia a las velocidades de viento. Además, resulta fundamental considerar el mantenimiento regular de las estructuras para prevenir la pérdida de resistencia por envejecimiento. Las instalaciones vitales requieren una atención especial para garantizar su funcionalidad durante eventos extremos. Resulta crucial que la población esté preparada para afrontar estos eventos. Por lo tanto, los programas educativos y de capacitación desempeñan un papel fundamental en la preparación y concientización de la comunidad sobre cómo responder y enfrentar situaciones de emergencia.
Todo esto requiere una estrecha colaboración entre los diferentes niveles de gobierno, la sociedad civil, la iniciativa privada, los profesionales, la academia, los Colegios de profesionistas y las Sociedades Técnicas. Pero sobre todo requiere de tiempo y voluntades, con una planeación, apartidista, a largo plazo. Solo trabajando juntos podremos enfrentar estas crisis y construir un México verdaderamente resiliente.