Sin duda la Ingeniería Civil ha experimentado avances que hace 15 o 20 años hubieran sido impensables, como el modelado de topografía a través de drones, el análisis digital por elementos finitos o la implementación de metodología BIM. No obstante, esto también ha traído como consecuencia la desigualdad, por ejemplo, en la enseñanza de las IES dado que mientras algunas preparan a los estudiantes en el uso de estas herramientas, complementado con habilidades blandas, otras presentan deficiencias hasta en los conceptos básicos. Como consecuencia, el egresado que no desarrolló competencias de forma holística tendrá dificultades para cumplir con las expectativas de los empleadores en la industria.

Ing. María Paula Flores Espino
Presidenta Club de Estudiantes UVM
Recién Titulada de Ingeniera Civil

Otro rasgo importante a resaltar es la reducida participación femenina en la ingeniería civil, cuya matrícula está compuesta por menos del 25% (proporción que se mantiene para las egresadas y tituladas). Esto refleja la necesidad de brindar a la comunidad estudiantil femenina la confianza de ingresar a una carrera con un ambiente que le permita desarrollarse académica y profesionalmente libre de acoso, prejuicios o discriminación. En la medida en que las instituciones y sus comunidades migren a un sistema más inclusivo, estadísticas como las anteriores empezarán a reflejar la integración de un sector que durante mucho tiempo se ha mantenido rezagado y que requiere atención.

Aunque la desigualdad es preocupante, también vale la pena reevaluar el enfoque educativo. Para empezar, la formación universitaria no se debe considerar un engorroso deber social, sino visualizarse como un espacio de crecimiento personal que brinda la oportunidad de convertirse en un profesionista capaz de aportar al desarrollo de su país. De hecho, es interesante que existen numerosas carreras orientadas a formar profesionistas que se desempeñen como académicos o servidores públicos.

En el primer escenario, si además de formar ingenieros de la práctica, los motiváramos a seguir una carrera académica, esto traería como consecuencia natural el promover las universidades como un instrumento de cambio a favor del país, reimpulsando la investigación científica y humanística, buscando fortalecer o crear alianzas con sectores productivos de la sociedad. En el segundo caso ¿cuántas veces hemos reprochado decisiones gubernamentales que omitieron la opinión de profesionistas expertos en temas de índole técnica? Al tener ingenieros civiles como servidores públicos se ofrece la oportunidad de aprovechar sus conocimientos para contribuir con una visión a largo plazo de las acciones necesarias a emprender para lograr materializar infraestructura rentable, resiliente y sostenible en beneficio de la sociedad.

A partir de esto, debemos estar conscientes del importante rol que desempeñamos en el desarrollo de infraestructura en nuestro país y la manera en la que ésta contribuye al bienestar social; por ejemplo, dotar a las comunidades de servicios como el suministro de agua potable, drenaje, vialidades pavimentadas, etc. en muchos casos los obviamos como básicos y en otros contextos se consideran un lujo. Es nuestro deber trabajar para abatir estos rezagos.

Por último, pensar en el porvenir del país y trabajar en consecuencia es una forma idónea de construir un futuro, definiendo objetivos, metas comunes y estrategias para conseguirlas. Por ello, “Imaginar el futuro no es un ejercicio ocioso, sino una actividad esencial, necesaria para procurar sustentabilidad y mejores condiciones en la calidad de vida de una sociedad”

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