Mtro. Luis E. Montañez Cartaxo
Coordinador Adjunto de Comité de Medio Ambiente y Sustentabilidad
Director Técnico del 32º Congreso Nacional de Ingeniería Civil CICM 2023
¡Ah, qué terminó tan jabonoso y resbaladizo! Cada uno lo usa e interpreta a su conveniencia o creencia personal, empresarial, política, etc. Pero está claramente establecido en el artículo 25 de la Constitución Política de México que “Corresponde al Estado la rectoría del desarrollo nacional para garantizar que éste sea integral y sustentable, que […] mediante la competitividad, el fomento del crecimiento económico y el empleo y una más justa distribución del ingreso y la riqueza, permita el pleno ejercicio de la libertad y la dignidad de los individuos, grupos y clases sociales […]. La competitividad se entenderá como el conjunto de condiciones necesarias para generar un mayor crecimiento económico, promoviendo la inversión y la generación de empleo.”
Seguramente el lector tiene su propia imagen del significado de desarrollo sustentable (o sostenible, pues son sinónimos), pero conviene, para hablar el mismo idioma, sujetarnos a la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente, la cual define al desarrollo sustentable como: “El proceso evaluable mediante criterios e indicadores del carácter ambiental, económico y social que tiende a mejorar la calidad de vida y la productividad de las personas, que se funda en medidas apropiadas de preservación del equilibrio ecológico, protección del ambiente y aprovechamiento de recursos naturales, de manera que no se comprometa la satisfacción de las necesidades de las generaciones futuras.”
Es decir, el desarrollo sostenible tiene como objetivo central mejorar la calidad de vida de las personas, cumpliendo estrictamente con los condicionantes indicados en la definición. Así de simple, pero a la vez así de complejo es el asunto. Sin embargo, no hay duda de que para encaminarse en ese sentido es condición primordial que el Estado promueva, impulse, construya y opere infraestructura “sostenible”. Cabe aclarar que cuando hablamos de infraestructura, nos estamos refiriendo más bien a un sistema compuesto por media docena de infraestructuras reconocidas como tales internacionalmente: eléctrica; de transporte; telecomunicaciones; riego, agua potable y saneamiento; social (escuelas, hospitales, edificios públicos, parques, prisiones, …); e inmobiliaria y turística. En México se agrega una más, la cual forma parte de las dos primeras en muchos otros países: petróleo y gas (hidrocarburos).
La infraestructura sostenible se refiere a la red, el sistema, los equipos y los activos diseñados para satisfacer las necesidades de servicios esenciales de la población, respetando los principios de sostenibilidad. Esto resulta en infraestructura que se planifica, diseña, adquiere, construye y opera para optimizar los aspectos sociales, resultados económicos, ambientales y de gobernanza a lo largo de la vida de un activo.
Por otro lado, la infraestructura sostenible protege y preserva los procesos ecológicos necesarios para mantener la vida humana, la salud, la equidad, la diversidad y el funcionamiento de los sistemas naturales; además, permite el desarrollo económico y el uso eficiente de los recursos financieros, mejorando al mismo tiempo la calidad de vida y protegiendo los recursos naturales. No se trata sólo de construir nuevos proyectos, sino también sobre la rehabilitación, reutilización u optimización de infraestructuras existentes.
¿Cuáles son los temas apremiantes en referencia al desarrollo de infraestructura sostenible?
No cabe la menor duda de que hoy en día el conjunto de sequía, inundaciones y abastecimiento de agua potable constituye un asunto de seguridad nacional;
Los megaproyectos son obras de grandes dimensiones, complejos técnica y estructuralmente que, aun cuando sus fases de desarrollo son similares y conocidas, no pueden considerarse sólo como una versión magnificada de un proyecto. Deben ser tratados de manera diferente, pues de no ser así, se corre el riesgo de que resulten con altos sobrecostos, entren en operación tardíamente y -como suele suceder- ni siquiera presten a cabalidad los beneficios previstos;
Las etapas de planificación, construcción, conservación, mantenimiento y operación de infraestructura deberían tener como focos de referencia los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030, de la cual México es signatario;
La realización de cualquier obra civil produce en mayor o menor medida impactos en el medio biofísico y en el entorno social durante las diferentes etapas mencionadas líneas arriba; realizar las obras sin atender sus efectos socioambientales negativos, a través de acciones de prevención, mitigación o compensación, puede conllevar al surgimiento de reclamos por parte de grupos de afectados, interesados y de la sociedad civil en general, lo cual puede causar retrasos y sobrecostos de las obras;
La innovación tecnológica ha revolucionado la forma en que gestionamos y conservamos la infraestructura, brindándonos herramientas poderosas para enfrentar los desafíos del presente y del futuro. En un mundo en constante evolución, donde las demandas de una sociedad en crecimiento requieren soluciones eficientes y sostenibles, la tecnología se ha convertido en uno de nuestros aliados más valiosos; aprovechémosla de manera más eficiente y amplia.
El cambio climático es un desafío global que ha desencadenado una serie de consecuencias en todo el mundo. En particular, las ciudades (donde hoy se concentra el 70% de la población en nuestro país y en muchos otros) enfrentan impactos significativos en su infraestructura debido a los cambios en los servicios ecosistémicos. La Ciudad de México no es la excepción; para entender los desafíos que enfrenta, es fundamental adoptar un enfoque interdisciplinario que involucre a científicos, urbanistas, arquitectos, biólogos, climatólogos y expertos en políticas públicas sobre regulación del agua, resiliencia ante desastres naturales y biodiversidad urbana;
Los proyectos son cada vez más complejos, precisamente por esa variedad de disciplinas que deben conjuntarse para llevarlos a cabo, así como para atender la participación cada vez más activa y mejor informada de la sociedad civil ¿Están los ingenieros preparados? ¿Lo están los otros profesionistas?
Estas inquietudes y cuestionamientos, además de otros temas relacionados, se discuten con regularidad en el seno de la comunidad de ingenieros civiles mexicanos. Ahora tendremos una nueva oportunidad de polemizar y debatir estos asuntos abiertamente con todas las personas interesadas en el desarrollo sostenible de nuestro país, en el marco del próximo 32° Congreso Nacional de Ingeniería Civil. Los esperamos para tal efecto en el Colegio de Ingenieros Civiles, sito en la CDMX, del 14 al 16 de noviembre próximos. www.congresocicm.com