Ing. Héctor González Reza
Coordinador del Comité de Normatividad
Colegio de Ingenieros Civiles de México
Hace más de un siglo que varios gobiernos han llevado a cabo todo tipo de obras y acciones con la intención de impulsar el crecimiento económico de la Región Sureste del país. Las primeras en importancia fueron el tendido de vías para el Ferrocarril Transístmico Coatzacoalcos-Salina Cruz y la construcción de los citados puertos. Cabe señalar que en aquellos tiempos también se hicieron estudios muy generales que plantearon con cifras preliminares la posibilidad de construir el Canal de Tehuantepec, idea que fue abandonada con la apertura del Canal de Panamá, obra que de paso afectó a nuestro Ferrocarril.
Más adelante, los gobiernos posrevolucionarios continuaron con obras que fueron respondiendo a demandas locales, a razones coyunturales o al propósito permanente de abatir los rezagos sociales, tales fueron la construcción de caminos, la electrificación y las obras de riego para el Campo.
Es así como en aquel tiempo los problemas regionales se atendían de forma aislada, a veces por emergencias ante las intensas lluvias o por presiones sociales y políticas, pero sin un plan ni programas que ofrecieran soluciones a mediano y largo plazo.
Fue hasta 1947 cuando para atender una enorme superficie de esa región del Territorio Nacional se creó la Comisión del Río Papaloapan, organismo que durante casi 40 años tuvo a su cargo la Planeación, Diseño y Construcción (en ese orden) de todas las obras necesarias para aprovechar el potencial que representaba uno de nuestros ríos más caudalosos dentro de su cuenca; es decir, su área de influencia de 46 Mil Km2 repartidos entre los estados de Oaxaca y Veracruz. Así, la Comisión empezó realizando las obras de contención y encauzamiento para proteger a las poblaciones de las constantes inundaciones. Concluidas estas tareas prioritarias, construyó caminos y obras hidráulicas que no solo hicieron posible que los agricultores
elevaran su producción y pudieran acceder a nuevos mercados, sino que también gracias a esa mejora en las comunicaciones, se pudo llevar asistencia técnica en materia agrícola y ganadera a más campesinos, además de los indispensables servicios de Salud y Educación.
Durante la vigencia y después de la desaparición de esta Comisión, los gobiernos anunciaron programas para desarrollar el Sureste de México, con distintos nombres, pero iguales fines: Programa de Desarrollo para la Región Sureste, Programa Sur-Sureste, Plan Puebla-Panamá, Programa para el Desarrollo del Istmo de Tehuantepec, Programa de Zonas Económicas Especiales, entre otros. Por otra parte, y al mismo tiempo, se construyeron cinco grandes Puentes sobre los ríos Coatzacoalcos, Grijalva y Papaloapan; se han ampliado, modernizado y construido más de Seis Carreteras y Autopistas; y construido cuatro puertos y terminales marítimas.
De los programas, como siempre, buena parte de ellos quedó en palabras que se llevó el Viento… pero las obras ahí están. Esto y lo anterior confirman Dos Premisas: que la planeación debe ser antesala del desarrollo y que la infraestructura es la única base sólida sobre la que se puede apoyar el progreso.