Como todos sabemos, la República Mexicana tiene importantes zonas sísmicas que nos han obligado a estudiar y a aprender sobre este tema al grado de tener grandes reconocimientos en el País y en el Extranjero de los ingenieros especializados en el diseño de estructuras.
Por otro lado, hemos ido creando conciencia preventiva respecto a sistemas de alertamiento temprano como en la Ciudad de México con la alerta sísmica. Pero la pregunta ahora debe ser ¿y eso es suficiente o aún podemos hacer algo más?
Hemos tenido grandes avances en los reglamentos de construcción gracias a las autoridades, la academia, Colegio de Ingenieros Civiles de México, la Sociedad Mexicana de Ingeniería Sísmica, la Sociedad Mexicana de Ingeniería Estructural entre muchas otras organizaciones, que con el aprendizaje de cada día hacemos estructuras mucho más resistentes que garantizan la seguridad de vida y de lo cual nos sentimos orgullosos.
Para todos es claro que el impacto de los costos indirectos causados por la interrupción de operación de una infraestructura a raíz de un sismo, pueden llegar a ser -en algunos casos- mucho mayores que el valor propio de la estructura. Esto significa que la estructura queda en pie “seguridad de vida" porque ha sido bien diseñada, pero que las partes no estructurales o sus contenidos pudieran verse dañados o descalibrados por efecto del mismo sismo.
Se han hecho estudios en el extranjero en zonas sísmicas que dividen el valor de la estructura, la parte no estructural y los contenidos, es decir el conjunto ya en operación con todo y sus contenidos, que dependiendo de si es un hospital, hotel o hasta una oficina, representan los siguientes valores como porcentaje de la inversión total: a) La estructura entre 8% a 18% b) partes no estructurales 48% a 62% y c) contenidos 44% a 20%. Lo anterior no quiere decir que aún y cuando la estructura se encuentre en pie, podríamos tener daños en b) no estructurales y/o c) contenidos que pueden ir en rangos desde el 82% hasta el 92%. Estos valores son muy altos y aunque los reduzcamos a la mitad o a la tercera parte, siguen siendo significativos.
Traduzcamos estos valores a lo que representa -o puede representar- para la sociedad: el ir a un hospital para realizarse unos estudios y no poder hacerlo porque el equipo se dañó o se descalibró a raíz del sismo y hay que esperar meses a que lo vengan a reparar o perder el día para ir a otro hospital. Probables interrupciones en algunas vías de comunicación estratégicas, fallas en telecomunicaciones, que algunas escuelas no pueden ser utilizadas mientras no sean reparadas o reforzadas si así se requiriera, dejando a los alumnos en una enorme desventaja por no recibir su educación en las instalaciones correspondientes.
Si este punto de partida con los ejemplos arriba citados nos queda claro, entenderemos que debemos buscar como obtener la continuidad de operación en infraestructura estratégica la cual se puede obtener con dispositivos de control sísmico.
La continuidad de operación no se debe considerar para cualquier tipo de estructura, sino para estructuras estratégicas cuya interrupción después de un sismo, causarían un grave daño a la sociedad.
De hecho, en varios países se ha vuelto obligatorio que algunos tipos de infraestructura deban contar con dispositivos de control sísmico que permitan la continuidad de operación y en México, aunque ya se usan en algunos sitios, es en una cantidad muy pequeña y debiéramos impulsarlos e inclusive reglamentar la obligatoriedad como se ha hecho en otros países desde hace ya varios años. Los ejemplos de éxito en México ya pasaron sismos como los del 2017 (Oaxaca y Puebla) y han funcionado adecuadamente con una continuidad de operación.
Dicho todo lo anterior, ¿qué es lo que podemos hacer para obtener esa continuidad de operación?, partir siempre de la planeación, como se ha repetido desde hace muchos años en el Colegio de Ingenieros Civiles de México.
La Normatividad que afortunadamente se ha ido incorporando desde hace algunos años, como en la CFE, y las Normas Técnicas Complementarias de la CDMX que si bien son una guía, les faltan algunos capítulos que se pueden tomar de otras normas extranjeras como son las americanas o europeas.
Seguir con los estudios de campo para determinar si estas soluciones son factibles y en caso de serlo, pasar a estudiar el tipo de alternativa de control sísmico ideal para cada tipo de estructura. A partir de ahí el diseño para su posterior construcción.
Dada la importancia de estos dispositivos, en indispensable vigilar toda la normativa desde la elaboración de los prototipos cuando la norma así lo indique, hasta los controles de calidad para garantizar una buena fabricación y funcionamiento de los mismos.
En ocasiones el desconocimiento de algo nuevo nos hace pensar que esto será muy costoso. Pero la realidad es otra. Estos dispositivos tienden a hacer más eficiente el funcionamiento de la estructura con lo cual el costo de la estructura con control sísmico comparado con el de una construcción tradicional puede ser similar con la ventaja de pasar la estructura de Seguridad de Vida a una estructura con Continuidad de Operación.
Ahora lo que nos falta es promover más el uso de este tipo de sistemas que aseguren la continuidad de operación de la infraestructura estratégica. En la medida que vayamos utilizando más estos sistemas, iremos disminuyendo, a futuro, la cantidad de interrupciones de operación con sus correspondientes costos indirectos a la propia estructura y a la sociedad.