En algunas décadas, si no cambian las condicionantes básicas, el 70% de la población mundial vivirá en una ciudad. Las perturbaciones de origen natural o humano han descubierto alarmantes niveles de fragilidad en los hábitats mayormente poblados del mundo por lo que “proteger” a las personas y a los activos económicos y naturales, exige mayores habilidades de los sistemas urbanos para asegurar la continuidad después de las catástrofes. La adaptación y la transformación estratégicas, pilares de la resiliencia urbana, no pueden ser abordadas desde el objetivo de una ciencia o de una ingeniería y especialmente no desde una interpretación del futuro, del tipo de obstáculos o de su aparición (repentina o lenta de origen, esperados o inesperados).
Comité de Tecnología CICM
Dirijo esta reflexión hacia la vivienda, el “hogar”, y con esto hacia “mirar la ciudad con otros ojos”. Techo o casa, se refiere al espacio físico que cumple con la función fundamental de protección, en contraposición al hogar que es el espacio emocional y afectivo que evoca calor, cercanía, seguridad. La vivienda, contemplada como derecho social en las cartas constitucionales de muchos países, por lo general es el activo más importante de la familia —de hecho, suele ser el único activo, especialmente en el caso de los pobres y, algunas veces, también es el lugar de trabajo, sirve de garantía para obtener préstamos y es un medio importante para la generación de empleo (en los Estados Unidos se atribuye a la vivienda una contribución al producto interno bruto de más del 15 %). Sin embargo, el sueño de la vivienda puede convertirse rápidamente en una pesadilla tanto para las familias como para los gobiernos. En cuestión de segundos un desastre puede borrar décadas de avances en materia de reformas y reducción de inopia.
La dimensión del desafío mundial de la vivienda resiliente es de tal escala que sólo hay espacio para la innovación. Pensemos que involucra mejoras sustanciales (suficientemente robustas) a códigos de construcción que se integren a normas de planificación en las que la producción (en masa y sin riesgo) de unidades nuevas atiendan a todos los agentes destructores y se anticipen al estado crítico (varios de ellos de muy alta complejidad y que ocurren superpuestos). De forma destacada se requiere diseñar las rutas para la rehabilitación adaptativa, humanitaria y económica de las viviendas existentes considerando el régimen de operación normal y el de operación en emergencia, todo esto antes de que se produzca el próximo terremoto, huracán, lluvia extrema o sequía (algunos de los fenómenos naturales que más afectan a nuestro país). Pensábamos que no podíamos cambiar al mundo hasta que el mundo cambió sin nosotros.
Explorar enormes conjuntos de datos y obtener respuestas a interrogantes (apremiantes cuando se trata de un fenómeno natural extremo o un ataque como guerras o terrorismo) que deberían
responderse con un simple “sí” o “no”, abordar consultas complejas sobre registros, en múltiples formatos y procedentes de heterogéneas fuentes, algunos concebidos como una fotografía, un instante, y otros como observación de la evolución, para concluir inmediatamente sobre comportamientos, propiedades, pertinencia, … de un material, de un elemento, de una actividad, en lo individual, en conjunto, interactuando,…es el planteamiento. Por más que nos empeñemos en objetar, debemos aceptar que algunos algoritmos, modelos, marcos computacionales, herramientas, técnicas, ideas…desarrollados hace varias décadas, están en el límite de sus capacidades o han mostrado su incompetencia para responder a la demanda de las sociedades y el mundo actual (como ha sucedido en todas las etapas de la historia). Un ejemplo de contestación congruente con la encomienda es el aprendizaje automático AA, tecnología que detecta patrones en datos (los convierte en información) y entonces es capaz de realizar tareas sin que se haya programado explícitamente para ese fin. Su característica más ventajosa, la de los AA, es que mejoran su desempeño con la experiencia y con mayores y mejores datos, dicho de otro modo: aprenden. Si un algoritmo AA puede detectar centenas de tipos de tumores cancerosos con mayor fiabilidad que el ojo humano (con increíble precisión), imaginemos todo lo que podría decir acerca de donde vive la gente: ¿cuándo y dónde debería frenarse el crecimiento?, ¿cuál es la mejor tasa de ampliación de asentamientos (en número de unidades y en posición en el espacio)?, ¿cuáles son los elementos estructurales que fallarán durante un terremoto?, ¿qué tipo de techumbres será arrastrado por el viento durante un huracán?, ¿cuáles son los tramos de los sistemas de drenaje que colapsarán si la cantidad de agua de lluvia por unidad de tiempo es muy alta?...
Las respuestas a estas preguntas son sólidos pilares de medidas de mitigación, de preparación antes de que ocurran los desastres. ¿Por qué la actividad preparatoria debería recargarse en algoritmos tan poderosos como los del AA? Números: entre 1991 y 2010 el 13% de los gastos relacionados con desastres a nivel mundial se destinó a la reducción de riesgos y el 87% se gastó en respuestas de emergencia, la mayor parte en reconstrucción y rehabilitación de viviendas dañadas. Las herramientas escasas y simplificatorias, no permiten salir del círculo vicioso, y gravoso, de la atención post-desastre. Convengamos que, desde la perspectiva de la ingeniería civil, aplicar tecnología inteligente no significa siempre usar un robot para que con poderes sobresalientes levante un edificio. Un análisis AA podría dictar las medidas de prevención necesarias para reforzar casas, con soluciones asequibles y sustentables, si así lo establece el modelador. La solución podría ser tan simple como definir que agregar anillos, muros interiores o refuerzo a losas de entre piso reducen el riesgo de colapso … ¿que eso ya se hace?, de acuerdo, pero se hace bajo la mirada unilateral de criterios básicos. Una respuesta AA se podría sumar a la información de monitores de reconocimiento montados en aeronaves no tripuladas que registren miles de casas en una mañana de trabajo y, vía una red neuronal, califiquen los asentamientos para atención inmediata o generen una matriz espacial dirigida a la creación de mapas de vulnerabilidad. Un siguiente módulo podría servir para la optimización, con algoritmos genéticos, de las estructuraciones (profusamente parametrizadas) para que respondan a calificaciones de resiliencia cuando se insertan en suelos cuyas cualidades son escasas (pocas mediciones para el nivel de heterogeneidad) o inciertas. Una solución así, robusta, integral y flexible, permite crear escenarios para toma de decisión al respecto del uso de recursos públicos y privados, campañas de atención a las comunidades y/o entrenamiento de las sociedades, permite planear el futuro de forma “inteligente”, humana.
Las experiencias sísmicas de 1985 y 2017 en la CDMX representan profundas lecciones para los gremios que desarrollamos infraestructura del hábitat. Los efectos sobre las comunidades exigieron respuestas tan heterogéneas y de tan alta escala (“sólo” se trataba de un evento telúrico, entre los más grandes sufridos en esos años y golpeando a la 5ta ciudad más grande del planeta –ArchDaily 2021) que mucho se cuestionó sobre la justicia, transparencia y efectividad de los procesos. La tarea no fue fácil, para nadie. Hablemos de la reubicación. Como experiencia intrínsecamente disruptiva, que altera los medios de subsistencia, las redes sociales, las formas de vida y las culturas, debe ser planificada tan cuidadosamente como sea posible, por adelantado y de la mano de las comunidades afectadas, impulsando la toma holística de decisiones. La reubicación de personas en riesgo puede ser una oportunidad potencialmente importante para la planificación del desarrollo inclusivo y resiliente. Hagámoslo de forma inteligente. Propuesta de respuesta: sistema experto difuso SED. Un SED es capaz de aplicar de forma autónoma procedimientos de inferencia, es decir, lógica: se utiliza un proceso inductivo o deductivo para llegar a una conclusión tras el análisis de una serie de hechos o circunstancias. “Conforme la complejidad de un sistema aumenta, nuestra capacidad para ser precisos y construir instrucciones sobre su comportamiento disminuye hasta el umbral, más allá del cual, la precisión y el significado son características excluyentes; L. Zadeh”. ¿Acaso no es esta la descripción del sistema susceptible a la reubicación? Usando el Si “algo” - Entonces “esto” con el que un humano plantea escenarios y explotando bloques de reglas que expresan la experiencia de todos los expertos (estructuristas, geotecnistas, ambientalistas, sociólogos, administradores, gobernantes, ciudadanos, entre otros) que se ven involucrados en el tema a través de los parámetros –numéricos o lingüísticos- con los que reconocen sus particulares Si-Entonces de los eventos, se procesa la información y se logra un acercamiento genuino a la calificación y cuantificación del sistema.
Y todo esto para llegar a la "lex artis" -ley del arte- del ingeniero civil. Lo tomo prestado de la medicina y parafraseo el término como el conjunto de reglas técnicas al que ha de ajustarse la actuación de un profesional en ejercicio de su arte u oficio. Su cumplimiento es determinante de la exoneración de responsabilidad en caso de que el ejercicio profesional haya ocasionado daños a terceros …mala praxis. Si la idea es «adaptación, pérdidas y daños» y las frases que se repiten son “será demasiado tarde”, “realmente catastrófico”, “sin tiempo que perder”, “millones lo perderán todo” … ¿podemos insistir en posturas irracionales de evadir, descalificar o minimizar el beneficio de migrar nuestra ingeniería hacia el espacio tecnológico más vanguardista posible? la lex artis del ingeniero civil es otra, nuestro compromiso con la sociedad es claro: hoy más que nunca, necesitamos salir de La Caverna.
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