El Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano, el SPR, tiene su sede principal en Camino a Santa Teresa, 1679, de la colonia Jardines del Pedregal, al sur de la Ciudad de México.
Dentro de ese edificio, existe una oficina llamada Sala de Banderas, donde está la colección de banderas de la República. Solía ser un espacio de trabajo, hasta que llegó Jenaro Villamil y lo convirtió en su salón de fiestas privado.
Frente al SPR, está “la casita”. Es un edificio de menor tamaño que antes albergaba las oficinas del extinto fideicomiso de ProMéxico enfocado en promover el comercio y la inversión internacional. También se convirtió en su salón de fiestas privado.
Ambas afirmaciones me las compartió una persona que tuvo cercanía con Villamil. Me relata que con sus propias manos llegó a pagar hasta 40 mil pesos en efectivo por distintos servicios para eventos en ambos puntos.
Lógicamente, las fiestas no quedaron en secreto. La voz corrió entre el personal del SPR, que alguna vez llegó a celebrar efusivamente la designación de Villamil como su nuevo líder. De hecho, el 14 de febrero de 2019, había un tremendo ambiente de felicidad en esas oficinas. Como si México jugara el mundial, los funcionarios prendieron la televisión y sintonizaron en vivo la toma de protesta de Jenaro Villamil, en el pleno del Senado de la República y hasta aplaudieron cuando Martí Batres, en ese entonces presidente de la cámara alta, terminó la ceremonia.
Los trabajadores del SPR creyeron que Villamil representaría un cambio positivo para esa oficina. El sexenio de Enrique Peña Nieto los dejó asqueados. La gestión de Armando Carrillo Lavat convirtió al SPR en la caja chica de David López Gutiérrez, vocero presidencial.
Pero los ánimos de felicidad por la llegada de Jenaro duraron poco y fue él mismo el que se encargó de apagarlos con una serie de despidos sin explicación y sobre todo porque se mantuvo la ruta de la corrupción peñanietista que tanto enojo provocó.
Una prueba es el reportaje que presentamos este jueves en el capítulo 99 de Carlos Loret de Mola, en Latinus: “Las antenas fantasma de Villamil”. El trabajo periodístico, basado en documentos de la propia oficina de Jenaro Villamil, revela que se pagó por la instalación de antenas de televisión que no existen, simulación de competencia entre funcionarios, maquillaje de estados financieros, omisión para sancionar a los responsables y hasta vacaciones de Villamil con cargo al erario.
La respuesta, además de los clásicos ataques, fue un comunicado vacío y un micrositio con los mismos documentos que presentamos.
Stent:
Ahora la preocupación ronda en la cabeza de Sanjuana Martínez, que trae unos escándalos no menores a este.
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claudio8ah@gmail.com