La zona agrícola de la comarca lagunera de Coahuila y Durango se quedará sin el agua suficiente para 2025 por primera vez en la historia. La catástrofe está a la vuelta de la esquina y parece que ninguna autoridad ha puesto el ojo sobre un problema originado por corrupción. De acuerdo con productores, ejidatarios y exfuncionarios consultados para esta columna estarán en riesgo cerca de 40 mil hectáreas, sin mencionar a pobladores y a miles de cabezas de ganado.
La principal protagonista de la historia es la presa almacenadora “Lázaro Cárdenas”, ubicada en el municipio de Indé, Durango. Se nutre de la bajada de agua de la Sierra Madre Occidental, el río Sextin y el río Ramos. Tiene capacidad para 2 mil 800 millones de metros cúbicos. Para dimensionar el tamaño, eso es tres veces más que lo que podrían guardar las tres presas del sistema Cutzamala juntas y que nutren a buena parte del Valle de México.
Cada año, con base al almacenamiento, se establece el número de hectáreas de campo que podrán ser regadas. El corte se hace el 1 de octubre y la cifra mágica de apartado para no tener inconvenientes suele rondar los mil 200 millones de metros cúbicos. El problema es que sistemáticamente las autoridades han ocultado los datos reales de almacenamiento y extracción que se miden en horas y metros cúbicos por segundo.
Desde hace ocho años, en el tramo final del gobierno de Enrique Peña Nieto y durante toda la administración de Andrés Manuel López Obrador, fueron desapareciendo los puntos de control de los niveles de la presa. Antes se medía la cantidad de agua dos veces al día: a las 8 de la mañana y a las 5 de la tarde. ¿Por qué dejaron de hacerlo? Según afectados, existe una red de corrupción encabezada por funcionarios de Conagua que encontraron negocio en el huachicol del agua. Roban cerca de 300 millones de metros cúbicos y se los venden a pequeños propietarios distribuidos en 17 módulos de riego. Cada módulo puede llegar a pagar un aproximado de 3 millones de pesos para el ciclo que está dividido en dos periodos: del 10 de marzo al 12 de abril y luego del 10 de mayo al 30 de agosto. Es decir un negocio que ronda los 50 millones de pesos cada año.
De acuerdo con las denuncias, el agua va para el mejor postor en tierras dedicadas a la producción de forraje para alimentar a las vacas lecheras y al crecimiento de nogal, árbol de la nuez, además de melón y sandía. Se distribuye por gravedad, a través de canales de riego. De la “Lázaro Cárdenas” va a la “Francisco Zarco” en Ciudad Lerdo y de ahí a canales revestidos de cemento que distribuyen al usuario final.
Según ejidatarios afectados, los funcionarios de Conagua no permiten ver las escalas reales de almacenamiento y ahí está el truco. Dejan que fluya el agua que ya vendieron por fuera.
Stent:
¿Quién está impulsando los extraños cambios a las notarías en San Luis Potosí? Huele a pollo rostizado.