¿Y este edificio?

—Es un edificio que tiene comercios privados de joyería.

—Exprópiese. Exprópiese.

Con solo leer esas líneas llega a la cabeza la imagen de Hugo Chávez cuando era presidente de Venezuela. El dictador expropiaba el edificio “La Francia”, frente a la icónica plaza Bolívar, de Caracas, Venezuela. Hace 13 años, la imagen le dio la vuelta al mundo. Otros 13 inmuebles de la zona enfrentaron la misma suerte, incluida una “casita donde vivió Bolívar recién casado, exprópiese”, dijo Chávez. Más que una determinación estratégica, aquello tenía la pinta de un capricho, de un volado al aire, según el humor.

A título personal, siempre he sido enemigo de comparar a Andrés Manuel López Obrador con Hugo Chávez. Considero que las circunstancias, los países, los momentos, los aliados y los personajes son distintos. Un par de coberturas periodísticas en Venezuela y los testimonios recabados en ellas me habían mantenido firme en esa idea, hasta lo sucedido este viernes 19 de mayo con las vías de Ferrosur, en Veracruz.

La administración del presidente López Obrador ordenó, a través de un decreto, la inmediata ocupación de las vías de tren en beneficio del Ferrocarril del Istmo de Tehuantepec, como parte del llamado Corredor Interoceánico. Decenas de elementos de la Secretaría de Marina Armada de México aparecieron en punto de las seis de la mañana, para apoderarse del tramo. Ferrosur, del empresario Germán Larrea, emitió un comunicado donde calificó la toma como “sorpresiva e inusitada”.

Al leer esas líneas, busqué a fuentes dentro del círculo de control de la empresa. Pregunté cómo era posible que catalogaran la expropiación como “sorpresiva e inusitada” si Germán Larrea había visitado Palacio Nacional en dos ocasiones, de manera consecutiva, esta semana. Asumí que sendas reuniones serían para informarle y suavizar el asunto, pero no. Estaba equivocado.

“Te puedo asegurar que estas formas no estaban previstas ni anticipadas en las reuniones con el presidente López Obrador. Estamos sorprendidos. Esto debería obedecer a procedimientos, nos debemos a nuestros inversionistas, a nuestro consejo, a la bolsa. Todo sucedió por sorpresa”, me dijo una fuente de alto nivel dentro del grupo.

Germán Larrea, el llamado “rey del cobre” y segundo hombre más rico de México, vivió en carne propia la actitud dictatorial de Andrés Manuel López Obrador. Muy similar a la de Hugo Chávez en el centro histórico de Caracas, hace más de una década.

En la Marina, la orden de expropiar también cayó por sorpresa. La consideraron como rudeza innecesaria, pero la acataron. A pesar de ser viernes, los datos financieros resintieron el movimiento. Los títulos de “Grupo México Transportes” cayeron 4.14 por ciento y los de su matriz, “Grupo México”, especializado en minería, casi tres por ciento. Este puede ser el principio de una radicalización gubernamental sin precedentes.

Stent:

Nicolás Mollinedo, el que antes manejaba el Tsuru color blanco de López Obrador, hoy se placea por los principales restaurantes de la Ciudad de México. Ofrece su bendición política a cualquiera con el que se encuentra. Nadie me lo relató. Lo vi en primera fila, junto a una concha con natas.

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