Esta columna no es apta para fanáticos. La campaña de Xóchitl Gálvez rumbo a la presidencia de la República está colapsando y no es una conclusión personal, sino de quienes lo viven de cerca y destacan varios puntos de crisis. En primer lugar, el cuarto de guerra, integrado por personajes como Santiago Creel, Alejandro Moreno “Alito”, Marko Cortés, Jorge Romero, Jesús Zambrano y Luis Espinosa Cházaro es una olla exprés. En cada reunión salen chispas, hay indignación por los repartos y sospechas de traición. Mientras menos puedan encontrarse, mejor.
En segundo lugar, cuentan que Xóchitl Gálvez no tiene idea qué pasa más allá de su agenda personal. Los mismos personajes del párrafo anterior la tienen atada, no le han aceptado ninguna propuesta de candidaturas. A eso hay que sumarle que los pocos gobernadores de oposición no le hacen fiesta, a excepción de Maru Campos que la recibió en Chihuahua para el inicio de su precampaña. Para colmo, no hay enlace con quienes suenan como candidatos para las nueve gubernaturas que están en juego el próximo año. Ninguno de ellos está pensando “ojalá venga Xóchitl a apuntalarme” y hay quienes más bien ya están preocupados por considerarla una carga.
En tercer lugar, están los otros personajes incómodos que no son políticos, pero que también están disputándose el poder. La lista la encabeza un hombre llamado Pico Covarrubias, líder de los Xochilovers, y un consultor identificado como Alonso Cedeño.
En otra área están el encuestador Sergio Zaragoza, dueño de México Elige, y el estratega Carlos Mandujano, quien ha trabajado en campañas como la de Silvano Aureoles en Michoacán. Ambos son asesores y a ellos les atribuyen, por ejemplo, el polémico tuit de felicitación para Javier Milei, tras su triunfo en la elección presidencial de Argentina. Según las fuentes, ambos son respaldados por el empresario Agustín Coppel, dueño del grupo del mismo nombre.
Otro foco rojo es Diana Vega Gálvez, la hija de Xóchitl. En el círculo íntimo hacen una comparación: “Diana es copia y calca de lo que pasó con María José, la hija de Josefina Vázquez Mota en 2012”. Todo panista sabe que esa campaña no levantó, en buena parte, porque Majo entorpeció las cosas. El estadio Azul se vació porque Josefina llegó tarde por recibir a unos consultores que ella le llevó antes del evento. Integrantes de aquella campaña, además de su propia mamá, la regañaron porque iba por doquier pidiendo dinero y arriesgándose frente a los ojos de los equipos de AMLO y EPN. Es entendible que Xóchitl quiera a sus hijos cerca y cuidándole la espalda, pero pareciera que son parte de la estrategia para atraer a los votantes jóvenes y que su lógica nace de querer diferenciarlos con los impresentables hijos del presidente López Obrador.
La crisis en la campaña de Xóchitl es más grave de lo que parece. En la sociedad civil, muchos se niegan a aceptarlo, muchos encuentran consuelo diciendo que ella puede sola sin los partidos, muchos acusan que los medios ya se voltearon por señalar lo que está mal, muchos se conforman con ese nivel de esfuerzo, pero tal vez podrían revisar el pasado y el presente para exigir un mejor desempeño en el futuro ante una elección de Estado sin precedentes.
En este mismo espacio, en marzo pasado, publiqué “La candidata que sí preocupa al gobierno”. Cuando nadie hablaba de Xóchitl, revelé que su nombre incomodaba al Presidente y a Claudia Sheinbaum por su personalidad, desfachatez y episodios espontáneos de apoyo. Hoy, eso parece autoconsumirse.
Stent:
En el PRI calmaron el berrinche del niño de Cuajimalpa mostrándole la lista plurinominal del Senado. Le dieron su zanahoria, pero ahora los priistas de hueso colorado están enojados. Dicen que el personaje está jugando con Morena desde hace mucho tiempo, específicamente con René Bejarano.