En medio de las crisis de salud y económica que enfrenta México a raíz del Covid19, no hay espacio en la política responsable para los cálculos electorales personales ni de grupo. En estos momentos, lo que el país requiere es liderazgo y coordinación entre los distintos poderes del Estado, los tres órdenes de gobierno, los sectores privado y social, así como la sociedad en su conjunto. Sobre todo, se necesita generosidad y solidaridad públicas, no sectarismos partidistas.

Por eso sorprendió que hace unos días apareciera en la agenda pública el tema de adelantar la fecha para la revocación de mandato y hacerla concurrente con las elecciones intermedias de 2021. Esta idea tuvo corta duración y, afortunadamente, no encontró acuerdo en la Junta de Coordinación Política del Senado de la República. Sin embargo, queda el antecedente de la intentona, y vale la pena exponer ante la ciudadanía los motivos por los cuales la rechazamos desde la oposición.

1. En primer lugar, los ciudadanos deben saber que este tema ya está resuelto, legal y políticamente: producto de un debate intenso, hace meses que todos los partidos, incluyendo Morena, por unanimidad definimos las reglas para la revocación de mandato, y hoy están en la Constitución. Una de esas reglas es que sólo se puede presentar después del tercer año de ejercicio, en este caso en marzo de 2022, y que nunca puede coincidir con procesos electorales para no alterar la equidad de la competencia.

2. En cualquier país y sistema político del mundo (excepto los autoritarios), la revocación de mandato es un instrumento de empoderamiento ciudadano para castigar malos gobiernos. Por eso esta figura no puede ser invocada por el gobierno mismo en una fecha que convenga a sus cálculos electorales, sino por el pueblo (3% de la lista nominal), en la fecha que marque la Constitución.

3. Empalmar la revocación de mandato con las elecciones intermedias de 2021 significaría contaminar las campañas electorales generales con una campaña particular, encabezada por el Presidente. En consecuencia, esto pondría, potencialmente, el poder y los recursos del Estado mexicano para favorecer al oficialismo. Precisamente por este motivo, en el mundo apegado a un Estado democrático de derecho, las revocaciones no son concurrentes con las elecciones.

4. En el mismo tenor, la democracia exige que cada candidata o candidato que va a elecciones gane o pierda el voto popular por sus propio trabajo y mérito, no tomando prestada la popularidad (o falta de ella) del gobierno. Esto, con el fin de evitar que se condicionen votos a programas sociales, entregas de apoyos u otro tipo de uso ilegal de recursos públicos.

5. Finalmente, frente a la emergencia que vive México por la pandemia del Covid19, la iniciativa parecía más un intento para desviar la atención pública de los temas importantes: las deficiencias en el sistema de salud y la necesidad de atenderlas; la crisis económica que vendrá con la pandemia y los problemas de inseguridad.

México y los mexicanos merecemos una respuesta técnica, sensible y responsable ante los problemas desatados por el coronavirus, no un distractor electoral. Desde la oposición estamos dispuestos, y así lo hemos hecho, a trabajar junto al gobierno y la sociedad en un esfuerzo nacional para enfrentar juntos esta emergencia; pero lo haremos desde las propuestas serias y las soluciones concretas, con visión de Estado, altura de miras y sin jugar con nuestra democracia.

Senadora de la República

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