En menos de seis semanas culminará formalmente la LXV Legislatura del Congreso de la Unión. En el caso del Senado, terminan seis años de trabajo entre cuyos saldos se encuentra la historia de una batalla política muy relevante, aunque relativamente poco conocida fuera de los círculos especializados en asuntos parlamentarios: la construcción del llamado “bloque de contención”.

En 2018, los partidos de oposición llegamos a la Cámara Alta con un mandato claro, aunque retador: Morena acababa de recibir un respaldo contundente e inédito en las urnas, pero aún así, millones de mexicanos votaron por otras opciones. Nuestro trabajo era, desde una precaria minoría opositora, representar a nuestros electores, mantener los contrapesos y garantizar la pluralidad.

La vocación del nuevo oficialismo se hizo patente más temprano que tarde: no estaba dispuesto a dialogar. Ensoberbecido, desde el inicio buscó usar su mayoría legítima para imponer ilegítimamente, excluyendo a las minorías políticas, ignorando la diversidad nacional, e incluso pasando por encima de leyes, normas parlamentarias y la Constitución misma. Como ejemplo, sin cumplir con la ley se apropió de la presidencia de la Junta de Coordinación Política.

Ante ese contexto, en el Senado sólo había dos posibles frenos a los peores excesos oficiales: por un lado, evitar la mayoría calificada necesaria para la aprobación de reformas constitucionales; y por el otro, presentar demandas de acción de inconstitucionalidad cuando lograban imponer iniciativas que violentaran la Norma Suprema. Sin embargo, para que ambos componentes tuviesen posibilidades reales de ser efectivos, se necesitaba convocar a la unidad opositora.

Así, las minorías parlamentarias decidimos sumar esfuerzos y articularnos en lo que se conocería como el “bloque de contención”, donde participamos integrantes del PAN, PRI, MC, PRD y, en su momento, del Grupo Plural. Dicho bloque no tenía una lógica electoral ni implicó una identidad de convicciones. Cada grupo –e incluso cada senador– mantuvo sus agendas y diferencias legítimas. Se trató de un mecanismo de pragmatismo para sostener y defender principios coincidentes: los derechos fundamentales, el federalismo, la división de poderes y los contrapesos institucionales, así como la vigencia plena del Estado democrático de derecho.

El bloque fue un dique para, por ejemplo, oponerse al monopolio estatal en la generación de energía eléctrica, así como la destrucción de las instituciones electorales y la pretensión de convertirlas en un apéndice del partido en el gobierno. Al mismo tiempo, respaldamos temas como el carácter civil de las instituciones de seguridad pública, la ampliación de derechos sociales, la paridad en todos los órganos de gobierno, o el reconocimiento de las comunidades afromexicanas.

Cuando las mayorías oficialistas ignoraron los argumentos e impusieron cambios nocivos, el bloque supo responder también con la fuerza de la ley: promovimos 39 acciones de inconstitucionalidad ante la Suprema Corte –las dos últimas hace apenas unos días– para invalidar decretos contrarios a la Ley Fundamental por su contenido, sus implicaciones o por haber violentado las reglas de la democracia deliberativa en el Congreso. Hasta ahora, el máximo tribunal nos ha dado la razón en más de 10 ocasiones.

Cada negociación, cada reforma, cada defensa de la Constitución y de las bases republicanas exigieron mucho trabajo técnico y oficio político. Nada de eso habría sido posible sin la disposición de mis compañeros Mauricio Kuri, Julen Rementería, Miguel Ángel Osorio, Dante Delgado, Clemente Castañeda, Miguel Ángel Mancera y los integrantes del Grupo Plural. Todo mi reconocimiento por su voluntad para construir acuerdos por encima de nuestras diferencias.

El bloque surgió como una respuesta concreta a una necesidad práctica, pero se convirtió en una reivindicación más amplia del pluralismo democrático frente a un oficialismo que lo despreciaba abiertamente. Hacia la próxima Legislatura (LXVI) se anticipa un escenario aún más adverso para las oposiciones. La experiencia del bloque ofrece lecciones valiosas para las nuevas minorías.

Senadora de la República

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