Llegamos a 2021, el año en el que se celebrará la elección más grande de la historia de México. En buena medida, este evento definirá la segunda mitad del sexenio, refrendando o negándole su mayoría legislativa al gobierno y evidenciando la fuerza relativa de Morena y las oposiciones en el plano local. El entorno en que se desarrollarán las campañas y la elección, será uno de tensiones. El contexto sanitario y económico provocados por la pandemia, la polarización social y política seguramente influirán en el resultado electoral.
Un elemento central, por supuesto, es la cantidad de espacios de poder en juego: el 6 de junio se elegirán 500 diputaciones federales; 15 gubernaturas; 30 congresos locales; 1,905 municipios y 16 alcaldías en 30 entidades. En total, 3,499 cargos en disputa, sin contar a los integrantes de los cabildos. Toda y todo ciudadano podrá ir a las urnas para participar en al menos una elección.
Habrá también dos nuevos partidos nacionales en la boleta: Fuerza Social por México y Redes Sociales Progresistas, además del Partido Encuentro Solidario, que recuperó su registro. Cabe destacar que todas estas fuerzas políticas están identificadas, en mayor o menor medida, con el gobierno, y es previsible que sean parte del bloque oficialista.
El Tribunal Electoral llegará a las elecciones con desgaste y críticas a cuestas, derivadas de dos motivos. Por un lado, se ha advertido la parcialidad de algunos de sus integrantes hacia el Ejecutivo Federal. El ejemplo más claro fue justamente su aval a partidos afines al oficialismo y su rechazo al registro de otros abiertamente opositores, mediante argumentos controvertidos.
Por otro lado, el Tribunal ha actuado con desaseo en diversas decisiones. Recientemente, por ejemplo, revocó el acuerdo del INE que obligaba a los partidos a garantizar la paridad de género en las candidaturas a gobiernos estatales; sin embargo, acto seguido emitió una sentencia que vincula a postular al menos siete candidatas para las 15 gubernaturas en disputa. En otras palabras, el Tribunal sancionó una medida idéntica a la que rechazó minutos antes.
El INE se mantiene como una institución altamente profesional, confiable e independiente, pero bajo permanentes presiones de parte del gobierno. De entrada, el presupuesto que se le aprobó para 2021 es insuficiente, y más para hacerse cargo de sacar adelante las elecciones en el contexto de la pandemia, con los gastos adicionales que esta representa para brindar protección a funcionarios de casilla y a la ciudadanía en general. A eso hay que sumar la campaña de desprestigio que el instituto sufre a diario, de parte del gobierno y sus propagandistas.
A medida que se acerquen las elecciones, las tensiones se dejarán sentir cada vez más. Sin ir muy lejos, el oficialismo propuso que los partidos renuncien a sus tiempos oficiales en medios públicos para “donarlos” para “informar” sobre la pandemia. No sólo se trata de una posición inconsistente por parte de un gobierno que ha tratado de minimizar la emergencia desde el inicio, sino de un intento de acallar las voces opositoras.
Hoy las encuestas de opinión muestran dos realidades aparentemente contradictorias, pero consistentes: la ciudadanía aprueba al presidente, pero reprueba a su gobierno. Otra tensión es que hay mucha gente descontenta, pero esta insatisfacción no se refleja en un respaldo claro a las oposiciones, que no hemos sabido articular una alternativa política convincente.
Con todo, quizá el riesgo más grave rumbo a 2021 sea la apatía ciudadana: la decepción generalizada hacia la política. El gran reto de este año nuevo, políticamente, será convocar a las y los mexicanos para que volteen hacia los asuntos públicos y se expresen mediante su voto.
La elección más grande de la historia será inédita no sólo por la cantidad de cargos en disputa. El 2021 será un verdadero punto de inflexión, en el que la ciudadanía tendrá que elegir entre dos alternativas: frenar el deterioro democrático, el desmantelamiento institucional y el estancamiento económico, o avalar su continuidad. Nuestra responsabilidad es muy clara: participar.
Quiero aprovechar este espacio para agradecer a mis lectoras y lectores por acompañarme a lo largo de este año y desearles un muy feliz año 2021.
Claudia Ruiz Massieu
Senadora de la República