Están previstas elecciones para el próximo 7 de junio en Coahuila para renovar el Congreso y en Hidalgo para las 84 alcaldías.
Un proceso electoral es un conjunto de etapas, de procedimientos ciertos y pasos concatenados, previstos en ley, conocidos por los actores políticos y la ciudadanía, es decir, una ruta de certeza. Hoy, la pandemia Covid-19 nos coloca ante lo incierto, lo imprevisto, lo desconocido, que sume en la incertidumbre la vida toda de sociedades enteras. La pandemia y las estrategias para hacerle frente, queramos o no, tendrán efecto sobre los procesos electorales locales en curso.
En Coahuila y en Hidalgo hay un padrón electoral muy similar, de 2.1 millones de personas en cada uno. El INE debe instalar algo más de 27 mil casillas por entidad, lo que implica que participen casi 55 mil ciudadanos como funcionarios de casilla.
El trabajo de capacitación de los funcionarios de casilla es el más arduo, pues hay que visitar en su domicilio al 13% del padrón electoral, esto es, a más de medio millón de electores en ambos estados. Buena parte de ese trabajo ya se hizo, pero falta la fase final donde se capacita con simulacros de votación a quienes instalarán las casillas y contarán los sufragios. Por el brote del coronavirus el INE decidió, desde el fin de semana del 21 y 22 de marzo, suspender la capacitación hasta el 19 de abril. Las estimaciones de las áreas técnicas del INE es que a más tardar el 7 de mayo se debería estar otra vez en campo para asegurar la instalación de las casillas un mes después.
Por otra parte, están las actividades indispensables de la propia contienda electoral, empezando por la selección de candidatos por los partidos políticos y el registro de postulaciones ante las autoridades electorales locales. En Hidalgo el plazo previsto de registro de candidatos es del 3 al 8 de abril y en Coahuila del 15 al 19 del mismo mes. Las campañas electorales, de 45 días de duración de acuerdo con la ley, transcurrirían del 25 de abril al 3 de junio.
Como se ve, buena parte de las etapas clave de los procesos electorales se superponen con el periodo de distancia social recomendado por las autoridades de salud para evitar una mayor propagación de la pandemia.
Más aún, es preciso considerar la inminencia de la fase 3 del contagio, que en palabras del subsecretario López-Gatell “se va a dar, no hay duda” y representa “la fase de máxima transmisión, es la fase de mayor cantidad de casos por día, es la fase donde el riesgo principal se sature el sistema nacional de salud” (27 de marzo 2020).
En plena fase 3, en consecuencia, será imposible e irresponsable proseguir con las actividades ordinarias de los procesos electorales.
Estamos, por la mayor pandemia quizá del último siglo en el mundo, en una situación tan extraordinaria como delicada. Puede ser necesario modificar la fecha de las elecciones de 2020. Esa eventualidad implica no sólo al INE y las autoridades electorales de los estados. Gobiernos y congresos han de ser partícipes de la decisión. Por ejemplo, en Hidalgo los alcaldes electos en junio deberían tomar posesión el 5 de septiembre por lo que se puede requerir, como manda la Constitución local, la designación de concejos municipales por el Congreso. Los partidos, deben de apartar por un momento sus agendas particulares para sumarse a un consenso mayor en defensa de la salud de la población. Se va a requerir, en suma, una responsable decisión de Estado democrático.
Consejero electoral del INE