Estamos ante una paradoja que no es menor. Por un lado, cualquier observador del espacio público podrá constatar con facilidad el avance que al día de hoy tienen los derechos de participación política, porque acudimos a votar cada vez con mayor consciencia de hacerlo en libertad y de que nuestra voluntad será respetada. Por el otro, las instituciones electorales que han facilitado el haber llegado hasta aquí, se encuentran siendo objeto de reproche político por los altos costos de implementar las ocurrencias electorales que se legislan en los congresos.
No tengo duda que la mejor manera de que el INE, el TEPJF y los OPLEs encuentren renovadas fuentes de legitimidad institucional, y de demostrar a la clase política y a la ciudadanía sus aportes al cambio democrático, reside en su capacidad de abanderar una agenda democrática incluyente que impulse políticas y acciones afirmativas para remover aquellos obstáculos que aun impiden que la ciudadanía ejerza cabalmente, a plenitud y sin limitaciones sus derechos político-electorales.
Todo aquél que analice la forma en que las mujeres se encuentran representadas en todos los espacios de representación confirmará que la implementación de la paridad de género ha tenido resultados verdaderamente exitosos. En las elecciones de 2018 también se dieron pasos muy importantes para dar cabida a las personas indígenas en el Congreso y para facilitar el voto de nuestros connacionales desde el extranjero.
Sin embargo, aún falta ahondar en aquellas decisiones orientadas a que los jóvenes y las personas adultas mayores puedan representarse adecuadamente en relación con su fuerza generacional. Si bien desde hace años se han venido dando pasos para facilitar las condiciones del voto a aquellas personas que tengan alguna discapacidad, y en la última elección se puso en marcha un programa piloto para permitir el voto de quienes están hospitalizados el día de la jornada, lo cierto es que son pasos que aun se encuentran en proceso de maduración.
No hay duda que estos avances se inscriben en una lógica de inclusión que eleve el estándar democrático de nuestro país. No obstante, aun hay pendientes que requieren de una pronta atención, porque para nadie es desconocido que hemos hecho muy poco para posibilitar que quienes se encuentran privados de su libertad, quienes han sido desplazados de manera forzada de sus pueblos y comunidades de origen, y quienes sin ser nacionales residen de manera estable en nuestro país, cuenten con la posibilidad de elegir a sus representantes.
Hace unos días, en la Facultad de Derecho de la UNAM analizamos la pertinencia de avanzar en el voto pasivo de nuestros connacionales en el exterior. Así como se ha ido avanzando para que puedan votar por la presidencia, por senadurías o gubernaturas, debemos asumir que si existen 40 millones de hermanas y hermanos de origen mexicano en EU, la mitad de los cuales ya está en condiciones de participar políticamente, es imperioso permitir que, en su calidad de mexicanos, puedan acceder a senadurías y a diputaciones tanto federales como locales, para que la pluralidad de voces migrantes se exprese a través de una voz unificada que los represente y legisle en su beneficio. Darles voz congresual en México, los conduciría a fortalecer sus relaciones, sus vínculos y a afinar su movimientos y organizaciones lo cual, en los hechos, les permitiría irse unificando para defender sus derechos también del otro lado de nuestra frontera.
Las instituciones electorales necesitan promover y validar acciones afirmativas en este ámbito y hacerlo ya. No podemos darnos el lujo de postergar esas decisiones. La realidad política en México y EU constriñen a la inmediatez. Mientras los legisladores salen de su letargo y promueven un modelo integral de voto desde el extranjero, éstas pueden dar pasos para compensar el déficit histórico de representación política de nuestros connacionales, encauzar una voz que confronte los embates de la discriminación a que están sometidos, y conformar una fuerza política capaz de hacer valer su peso decisivo en el contexto de las elecciones estadounidenses.
Académico de la UNAM.
@ CesarAstudilloR