En México, la historia de Natalia y su hijo Emilio no es un caso aislado. A pesar de progresos en las últimas décadas, sólo 1 de cada 3 recién nacidos recibe lactancia exclusiva hasta los 6 meses, según datos de ENSANU 2021-2022. Estas cifras colocan al país por debajo de los índices de la región, que corresponden a 43% en promedio en América Latina y el Caribe. Las prácticas inadecuadas de lactancia materna en menores de un año son responsables de hasta 5,796 muertes por infecciones gastrointestinales y respiratorias, otitis, enterocolitis necrotizante y muerte de cuna en el país (INSP, 2012). Muertes que pueden y deben prevenirse.
Por la cercanía que tienen con las mujeres, incluso desde antes del embarazo, los profesionales de la salud tienen la posibilidad de ser los principales promotores de una lactancia materna exclusiva y extendida hasta los 2 años, tal como lo recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS), así como de ejercer un rol central para elevar sus índices a nivel nacional. Sin embargo, por desconocimiento y por prácticas inadecuadas, en ocasiones influenciadas por la industria de las fórmulas lácteas, pueden llegar también a obstaculizar su práctica.
Uno de los principales retos a los que se enfrentan mujeres como Natalia, es la inconsistencia en la información que reciben por parte del personal médico. En ocasiones, en lugar de recibir las herramientas necesarias y obtener la confianza en sus capacidades para amamantar, reciben recomendaciones contradictorias que terminan por confundirlas y que impactan de manera negativa en el ejercicio de su derecho a una lactancia materna exitosa.
Según el Análisis del grado de conocimiento sobre lactancia materna en el personal de salud (2022), 7 de cada 10 médicos tienen un conocimiento insuficiente sobre prácticas adecuadas de lactancia materna. Esto sugiere que existe una falta de formación por parte del personal en la materia, lo cual se suma a una falta de habilidades de comunicación eficaces que les permitan transmitir información de manera clara y confiable a las madres, debilitando su capacidad para apoyarlas en su decisión de amamantar.
De acuerdo con estudios realizados por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), UNICEF, la Secretaría de Salud y la Universidad Iberoamericana, 6 de cada 10 médicos en México siguen recomendando el uso de fórmulas infantiles en lugar de fomentar la lactancia materna exclusiva. Esta práctica es especialmente frecuente durante la estancia hospitalaria, lugar en el que los médicos las recomiendan en el 88.6% de los casos cuando se trata de madres adolescentes y en el 35.4% a madres adultas.
Revertir esta situación es una responsabilidad compartida que requiere del trabajo y las acciones coordinadas de todos los actores involucrados en la protección de la lactancia materna en el país.
· Se requieren programas nacionales de capacitación sobre lactancia que brinden a los médicos, desde su formación profesional, los conocimientos teóricos y prácticos, y también las habilidades de comunicación, para acompañar y transmitir información de forma clara y sensible a las madres.
· Asimismo, deben tomarse medidas concretas para que el personal de salud desempeñe un papel proactivo en la protección y promoción de la lactancia materna, como por ejemplo en los siguientes contextos:
o Durante las consultas prenatales, informar a las mujeres sobre los beneficios de la lactancia materna y los riesgos de las fórmulas infantiles.
o Durante la atención al parto, reducir el número de cesáreas, facilitar el contacto piel con piel y la lactancia en la primera hora, y fomentar el alojamiento conjunto.
o Una vez que son dadas de alta, asegurar que las madres cuenten con técnicas adecuadas para amamantar y sean vinculadas con personas o grupos de apoyo.
Si Natalia hubiera contado con la información y el apoyo necesario por parte del personal médico, hubiera podido amamantar a su hijo de manera adecuada desde la primera hora, asegurando que recibiera la mejor alimentación y atención desde el inicio de su vida.
La leche materna no sólo es crucial para el óptimo desarrollo de las y los recién nacidos, es fundamental para garantizarles una salud física, intelectual y emocional durante su vida adulta. La lactancia, por lo tanto, no sólo beneficia a los bebés y a sus familias, también a sus comunidades, a la sociedad en su conjunto y, en términos generales, al desarrollo del país.
México cuenta con los recursos necesarios para alcanzar la meta de los objetivos de desarrollo sostenible que pretenden lograr el 70% de lactancia materna exclusiva en el 2030, así como asegurar que todas las madres como Natalia y su hijo Emilio puedan ejercer su derecho a una lactancia materna exitosa; un derecho que se puede y se debe garantizar sin excepción y sin dejar a nadie atrás.
Jefa de Salud y Nutrición de UNICEF en México