Este domingo se celebraron las elecciones en México. Ganó Claudia Sheinbaum, la candidata oficialista y sucesora de Andrés Manuel López Obrador. Fue una victoria contundente, con 60% del voto según el conteo rápido del INE. La coalición de oposición no alcanzó 30% de los votos. Morena también ganó varios estados que elegían gobernador(a) y, junto con los partidos de la alianza oficialista, logra la mayoría calificada en la Cámara de Diputados. Posiblemente también lo alcance en el Senado, lo que les permitirá reformar la Constitución sin negociar con la oposición.
Quisiera estar emocionada. Finalmente, una mujer será presidenta en un país profundamente machista, donde la violencia contra las mujeres se manifiesta de distintas formas todos los días. Casi la mitad de las mujeres en México afirman haber sufrido violencia sexual y 9 mujeres son asesinadas al día, muchas de ellas por ser mujeres. Tener una mujer de presidenta, es un mensaje esperanzador para millones de mujeres y niñas. También es uno contundente sobre el rol de las mujeres en la sociedad y la posibilidad de lograr cambios sociales profundos. Hace más de 20 años se comenzaron a implementar iniciativas de paridad de género, hoy vemos la conquista de años de lucha. Sí se puede cambiar el estado de las cosas a través de leyes, marchas, protestas. El triunfo de Claudia Sheinbaum es el de miles de mujeres.
Sin embargo, Claudia es la sucesora de Andrés Manuel López Obrador, un presidente que durante el proceso violó normas electorales para favorecer a su candidata, que ha entregado facultades inconstitucionales a los militares, golpeado al poder judicial, polarizado a la sociedad, debilitado al órgano electoral que organiza las elecciones de manera independiente y a otros órganos autónomos y, usado la tribuna presidencial para atacar a medios de comunicación, a opositores políticos y a jueces que han declarado inconstitucionales leyes aprobadas por su partido. AMLO, llegó a la Presidencia con la promesa de desmilitarizar, de respetar la división de poderes y las leyes, de castigar la corrupción. A lo largo de su Presidencia, incumplió sus promesas. Ciertamente Claudia Sheinbaum podría no ser la continuación de las peores políticas que ha impulsado López Obrador y habrá que ver en qué temas decide distanciarse del actual presidente. Pero la primera presidenta llega al poder sin contrapesos en el legislativo, con la capacidad de reformar la Constitución y declarando que la transformación va a continuar, la militarización va a continuar (la Guardia Nacional quedará adscrita a la Sedena) y se harán reformas al Poder Judicial (incluidas las elecciones de jueces y ministros de la Suprema Corte de Justicia).
Me alegra que haya ganado una mujer, pero eso no garantiza un buen resultado este sexenio, la protección de las instituciones que posibilitan la democracia, ni un triunfo para todas las mujeres. Nunca es sano para una democracia que no existan contrapesos ni la necesidad de negociar con la oposición. Los riesgos hoy de un (mayor) retroceso autoritario en México, son altos. Además, existen pocos modelos más patriarcales que el militarista, y el punitivismo que ha avanzado Morena en materia de seguridad (aumentado el uso de la prisión preventiva oficiosa y el encarcelamiento) tampoco es feminista.
Doctora en derecho. @cataperezcorrea