Las sequías cada vez más prolongadas, las inundaciones cada vez más frecuentes o los cambios de temperatura cada vez más bruscos son consecuencias fatales del calentamiento global que afectan a toda la población mundial, pero estas no impactan a todas las personas de la misma manera.
Las mujeres, particularmente, están en una situación de desventaja para hacer frente a los efectos del cambio climático debido a que gran parte de ellas se encuentra en situación de vulnerabilidad.
Según ONU Mujeres, ellas cargan con una responsabilidad desproporcionada cuando se trata de garantizar alimentos, agua y combustible durante las épocas de crisis. Además, durante los éxodos generados por desastres naturales, o en procesos de migración forzada por razones climáticas, las mujeres corren más riesgos de ser víctimas de violencia basada en género y trata de personas, de acuerdo con el informe sobre migrantes climáticos de la OIM.
Teniendo en cuenta estas disparidades, abordar la agenda climática sin una perspectiva de género significa ignorar las necesidades y vulnerabilidades específicas de la mitad de la población mundial, lo que resultaría en soluciones ineficaces e injustas.
En ese sentido crece hoy en el mundo y sobre todo en territorios vulnerables, el concepto de triple impacto, que consiste en una estrategia empresarial que genere acciones con impacto social, ambiental y económico, lo que permite que ese impacto sea sostenible en el tiempo.
En Pro Mujer trabajamos hace más de 34 años brindando servicios de capacitación, inclusión financiera y salud a mujeres de bajos recursos de América Latina. Frente al contexto actual, nuestra iniciativas están transformándose para atender a las necesidades puntuales de las mujeres rurales que trabajan la tierra y se han visto afectadas por los efectos del cambio climático.
Este año, junto a grandes aliados, apoyamos a las mujeres rurales de México que forman parte de la cadena de valor de café y cacao, y, junto con Nestlé, realizamos una alianza para mejorar las condiciones de las mujeres en la agricultura en la cadena de valor del cacao en el estado de Tabasco. Considerando que en América Latina la mayoría de las personas que trabajan la tierra son mujeres, y que ellas tienen menos acceso a recursos, tierra, tecnología y financiamiento, el enfoque de género no podía quedar separado de estos proyectos.
La aplicación de la perspectiva de género a la acción climática es todavía incipiente. Este año, en el Foro GLI Latam 2024, que organizamos en Buenos Aires, especialistas del BID Invest, Deloitte, Heading for Change y Latimpacto debatieron sobre distintas soluciones al avance de la contaminación ambiental que pongan en el centro a las mujeres como catalizadores del cambio. En vista de analizar el alcance de los ODS, dónde género y clima se encuentran en la agenda primordial, el año que viene, estas conversaciones se retomarán en el Foro GLI Latam 2025 que tendrá lugar en Ciudad de México.