La actividad policial se ha reducido significativamente en la ciudad de México desde que se declaró la emergencia sanitaria frente a la pandemia por Covid-19 (30 de marzo pasado). Mientras los casos de contagio y muertes por el virus aumentan, el número de víctimas registradas en carpetas de investigación se han reducido marcadamente y para casi todos los delitos. Por ejemplo, comparando mayo de 2019 con mayo de 2020, se observan reducciones muy significativas en el número de víctimas por los delitos de robo a negocios y vivienda (-68%), lesiones (-58%) y robo de vehículos (-49%).
Naturalmente, a partir de estos datos de tipo policial, no sabemos en realidad cuánto se ha reducido el número de víctimas del delito . Se infiere que muchas víctimas simplemente no están yendo a denunciar ni están denunciando virtualmente; es muy factible que la cifra negra haya aumentado de la mano con las medidas de distanciamiento social y de reducción de actividades. Pero en todo caso, como era de esperarse, las medidas contra el Covid-19 han generado impactos fundamentales en la dinámica en la actividad delictiva.
Sabíamos que las medidas contra la pandemia provocarían cambios en la cantidad y distribución geográfica de los delitos . Es claro que los negocios cerrados son menos vulnerables a ser robados. También, con menos repartidores de productos a negocios en las calles, los robos contra ellos también se tendrían que ver reducidos. Igualmente, con menos vehículos en las calles, también habría menos vehículos disponibles para robar. Y qué decir del robo a vivienda: la mayor parte de los robos de este tipo suceden cuando sus ocupantes están fuera de ella en sus trabajos. Pero si ahora la gente no deja su casa para ir al trabajo, ya sea o porque perdió su trabajo, o bien porque está trabajando desde su casa, es obvio que este tipo de delitos se vería reducido. En síntesis, nuestras respuestas de distanciamiento social y la reducción de las actividades han modificado nuestras rutinas, y con ello reducido las probabilidades de ser víctimas del delito.
Pero esta historia conjunta de la pandemia y el crimen en la ciudad de México está lejos de terminar. Sucede que el grueso en la reducción del número de víctimas del delito se registró en el mes de abril, es decir, durante el mes siguiente a la declaración de la emergencia sanitaria. Pero en mayo, dos meses después de declarada la emergencia, las reducciones en el número de víctimas fueron mucho menores. De hecho, esta reducción está dentro del margen de error. Con una excepción: el robo con violencia, en cuyo caso la reducción prosiguió de manera muy positiva (ver http://www.geocrimen.com/covid19crimen/ ).
Otra excepción, y muy lamentable, es la violencia homicida. Por lo visto, hasta el momento, el homicidio doloso en la ciudad es inmune al Covid-19. Seguimos con alrededor de 154 víctimas al mes en promedio desde enero de 2019, y no hay diferencias significativas pre-post la declaración de la emergencia. Ni la pandemia logra reducir este problema. Los motivos son bien conocidos: la violencia homicida obedece a una dinámica diferente al de los delitos anteriores. Está asociada al operar del crimen organizado, se trata mayormente de ejecuciones, y por ende va más allá de una lógica de oportunidades para cometer un delito.
Nuestras respuestas a la pandemia han reducido, entre otras cosas, las posibilidades de sufrir delitos contra la propiedad. Pero no han reducido la causalidad de la violencia homicida. Por otro lado, estas reducciones en la victimización en la ciudad, en general, no se pueden extrapolar a los meses siguientes. No creo que veamos reducciones significativas los meses siguientes. Posiblemente lleguemos a un nivel mínimo de actividad policial por la vía de víctimas registradas en carpetas de investigación, pero está por verse cuál es ese nivel. Entretanto, el crimen organizado y su violencia homicida siguen gozando de buena salud.
Centro de Investigación en Ciencias de Información Geoespacial (CentroGeo).