Recientemente, el Instituto para la Economía y la Paz (IEP) publicó el Índice de Paz México (IPM) 2023, el cual proporciona una medición integral de la paz, mismo que incluye tendencias, análisis y estimaciones del impacto económico de la violencia en nuestro país.
El contenido del reporte que consta de 95 páginas se divide en cinco capítulos y un resumen ejecutivo: Resultados, tendencias, el valor económico de la paz en México, paz positiva y metodología.
Llevar a cabo el análisis del documento entero para ser plasmado en una sola columna no es posible, es mucha información con múltiples datos. Así es que decidí enfocarme en un punto que normalmente no se toca con la profundidad debida; el impacto de la violencia en términos de dinero, el cual no se enfoca en las pérdidas acontecidas en sí por la comisión del crimen, sino en el gasto y la actividad económica relacionados con contener, prevenir y afrontar las consecuencias de la violencia.
Y el resultado es bestial, el IEP estimó que el impacto económico de la violencia en México fue de 4.6 billones de pesos (230 mil millones de dólares), lo que equivale al 18.3% del Producto Interno Bruto (PIB). Esto significa que su impacto fue seis veces superior a las inversiones públicas realizadas en salud y más de cinco veces superior a las realizadas en educación en 2022.
Veamos más datos. A pesar de que, en 2022 la paz en México mejoró un muy discreto 0.9% respecto al año 2021, las afectaciones siguen siendo profundas:
Entre 2015 y 2022, el impacto en el aumento de homicidios ocasionó una pérdida de 324 mil
millones de pesos (16 mil millones de dólares) en inversión extranjera directa.
En 2022, hubo aproximadamente 32,000 víctimas de homicidio doloso, lo que equivale a un promedio de unos 87 asesinatos por día, los cuales representaron casi el 45% del impacto económico de la violencia. Esto fue equivalente a dos billones de pesos (103 mil millones de dólares).
En 2022, el impacto económico de la delincuencia organizada registró el mayor incremento de todos los indicadores del modelo.
Desde 2015, 26 estados registraron deterioros en su impacto económico, con un deterioro promedio del 68%. En contraste, solo seis estados han registrado mejoras, con un promedio del 21.6%.
El impacto económico de la violencia fue de $35,705 pesos por habitante en 2022, más del doble del salario mensual promedio en México. El impacto en dinero per cápita varió significativamente entre los estados, desde $11,377 pesos en Yucatán hasta $102,659 pesos en Colima.
Y aun con todo esto, el gasto en seguridad pública disminuyó en un 41% entre 2015 y 2022, mientras que el gasto en el sistema judicial se redujo en casi un 8%.
Resulta que el gasto del Gobierno de México en la seguridad pública y el sistema judicial (que no es lo mismo que el de las Fuerzas Armadas) como porcentaje del PIB es menos de la mitad del promedio de los miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Es de vital importancia entender que la violencia y el miedo a la violencia generan pérdidas significativas en forma de déficit de productividad, pérdida de ingresos y gastos irregulares que derivan en profundos trastornos financieros.
Los homicidios dolosos, los secuestros, los asaltos a mano armada, las extorsiones y los feminicidios, entre otros tantos delitos, ocasionan costos en forma de daños a la propiedad, lesiones físicas y trauma psicológico que generan grandes gastos adicionales a la pérdida en sí.
El miedo a la violencia altera el comportamiento económico, principalmente al cambiar los patrones de inversión y de consumo, lo que desvía recursos públicos y privados de las actividades productivas hacia medidas de protección y recuperación.
Para terminar, medir el costo de la violencia tiene implicaciones importantes para evaluar sus efectos sobre la actividad económica de nuestro país. Tal vez visto desde esta óptica se ilustre de otra forma los demoledores y devastadores efectos que llevamos padeciendo cinco lustros y que, tristemente, seguiremos padeciendo hasta la próxima administración.
POSTDATA – Dependiendo de la base de datos que uno consulte (INEGI, SESNSP, Lantia Intelligence, TResearch, etc.) en el presente sexenio ya se rebasaron (o lo harán muy pronto) los homicidios dolosos acumulados durante la presidencia de Enrique Peña Nieto, quien, a su vez, rebasó los de la presidencia de Felipe Calderón. Estamos viviendo el sexenio más violento del México moderno.
Consultor en seguridad y manejo de crisis
@CarlosSeoaneN