Es impresionante a lo que el ser humano se puede acostumbrar, desde cambios drásticos en el entorno hasta las adversidades más inesperadas, nuestra capacidad de adaptación no tiene límites. Desde la prehistoria al día de hoy, la resiliencia se ha convertido en una habilidad esencial, y a pesar de los desafíos constantes, siempre hemos encontrado maneras de ajustarnos y seguir adelante.
Desafortunadamente, esta misma capacidad de adaptación y resistencia a la adversidad, hace que normalicemos (o hagamos tolerables) cosas que nunca antes habían ocurrido, y el que las podamos soportar no significa, ni de lejos, que sean como deberían de ser.
Amable lector(a), a continuación, te comparto cuatro casos que ejemplifican mi dicho en la introducción de esta columna. Y no te doy más no porque no existan, sino porque el espacio para este escrito es limitado.
Nunca antes habíamos padecido la brutal cantidad de asesinatos que hoy acontecen. Acorde a TResearch International, al día de hoy, y durante la presente administración, se han acumulado poco más de 194,000 homicidios dolosos en todo el territorio nacional. Y solo para tener un punto de comparación (voy a redondear las cifras) en la presidencia de Vicente Fox fueron 60,000, en la de Felipe Calderón 120,000 y en la de Peña Nieto 156,000. De enero a julio de este 2024, el promedio diario de asesinatos es de 74 personas. Haciendo un ejercicio de prospectiva, López Obrador habrá acumulado durante su presidencia una cifra que rondará los 199,000 homicidios.
Nunca antes habíamos visto que 191 tiendas de conveniencia OXXO cerraran sus puertas durante varios días en Nuevo Laredo (o para el caso, en ninguna otra ciudad) derivado de actos de violencia (sin saber bien a bien cuales fueron estos) hacia sus trabajadores. Femsa prefirió dejar de vender decenas de millones de pesos antes que soportar la inseguridad y/o poner en peligro a su personal y a sus activos. De la mano de este cierre, el presidente de la Cámara de Comercio de Tamaulipas y Matamoros, Julio César Almanza, fue asesinado a balazos el pasado martes pocas horas de haber denunciado que los empresarios eran rehenes de las bandas delincuenciales y que el cobro de piso se había convertido prácticamente en un deporte nacional.
Nunca antes habíamos visto que la violencia criminal en Chiapas provocara el éxodo de cientos (tal vez miles) de ciudadanos mexicanos hacia Guatemala con el objetivo de resguardar su vida. Los conflictos entre grupos criminales en la región de la sierra y frontera desde hace meses han orillado a pobladores a dejar sus hogares, ya que se registran constantes enfrentamientos, ataques armados, bloqueos, homicidios y reclutamiento forzado por la disputa territorial entre las organizaciones criminales de Jalisco Nueva Generación y Sinaloa. ¿Y qué dijo el presidente López Obrador al respecto? Hizo un llamado a los pobladores a no dejarse “enganchar” ni “apoyar” a los grupos del crimen organizado. ¿Y el gobernador morenista chiapaneco Rutilio Escandón? Un cero a la izquierda.
Nunca antes el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) había estado bajo amenaza de frenar operaciones por la sustracción de combustible de las tuberías subterráneas (huachicoleo) que abastecen a sus instalaciones. El pasado 14 de junio se reportó en la zona un olor intenso a combustible que resultó ser una fuga de turbosina de un ducto que alimenta el sistema de almacenamiento que posee Aeropuertos y Servicios Auxiliares en la zona para el abastecimiento de las aeronaves. Después se confirmaría que la fuga fue resultado de la extracción ilícita y se detectaron múltiples tomas clandestinas y combustible derramado en el subsuelo. La semana pasada, se presentó un incendio a espaldas del AICM, producto del huachicoleo de turbosina, que dejó al menos 30 viviendas dañadas. Una cosa es ordeñar un ducto subterráneo que cruza una planicie desierta sin nada ni nadie alrededor, y otra, ordeñar a través de túneles uno que está debajo de una de las zonas con mayor densidad poblacional en la capital de México y junto al aeropuerto más importante de nuestro país.
En pocas palabras, estos ejemplos muestran una cruda realidad que no podemos seguir aceptando (o resignándonos) como si fuera normal. La “estrategia” de no confrontación no debe ser una excusa para no actuar con toda la fuerza del Estado frente a la violencia y la inseguridad. Si hay algo que hemos aprendido en estas últimas dos décadas, es que no ha habido, ni habrá una sola organización criminal que no busque su expansión geográfica ni la diversificación de sus actividades criminales en búsqueda de mayores ganancias, así sea a costa de generar impactos irreversibles en la población y su entorno.
POSTDATA – Me faltó agregar… nunca antes habíamos tenido 51,234 personas (RNPDNO) desaparecidas y no localizadas en un sexenio.
Consultor en seguridad y manejo de crisis
@CarlosSeoaneN