El martes pasado por la noche recibí a través de un chat la fotografía de los cinco jóvenes levantados en el pueblo de Lagos de Moreno en Jalisco. Todos maniatados, amordazados y brutalmente sometidos, sus caras con evidentes huellas de violencia física y su expresión marcada por una profunda zozobra, muy probablemente porque sabían que de ese encierro no iban a salir jamás.

A los pocos minutos vi el video en donde los muchachos son obligados por miembros de algún cártel a matarse entre sí… y no encuentro todavía una palabra que describa el abismal horror que presencié, al igual que cualquiera que lo haya visto. Mientras corrían las dantescas imágenes, en mi mente retumbaba: “malditos sean... malditos monstruos del infierno… malditos sean”.

Cada vez que pienso que, ahora sí, ya tocamos fondo, los criminales traspasan sus propios límites y se superan a sí mismos en los sótanos de la podredumbre humana, si es que aun podemos catalogarlos de “humanos”. Nadie que no tenga podrida el alma y ennegrecido el corazón podría

caminar en esas profundidades. ¿Por qué ese grado de crueldad?,¿por qué destruirlos, no solo a ellos, sino a sus familias también con semejante barbarie? Para estos seres infernales pareciera que la simple muerte de sus víctimas ya no les es suficiente.

Paralelamente al secuestro y homicidio de los cinco jóvenes en Jalisco, pero ahora en Veracruz, las autoridades descubrieron los restos de 19 cuerpos desmembrados, cortados y envueltos en plástico, los cuales estaban almacenados en frigoríficos y congeladores en dos casas de la ciudad de Poza Rica. ¿Y qué dice el gobernador del estado ante esta masacre?: “Ya tiene rato que dos grupos criminales que ya están muy enconados, se hacen entre ellos.” O sea que esto sería un ajuste de cuentas entre bandas rivales, se matan entre sí y fin de la historia.

Ante estos actos tan abominables no podemos permanecer como observadores pasivos. Por más que quiero cambiar el tema de mis columnas, así sea de vez en cuando, los terribles hechos de cada semana me lo impiden. Para quienes escribimos, tenemos la responsabilidad de volcar nuestras palabras en contra de esta aberrante violencia para que quienes están a cargo de detenerla (tanto del lado de la autoridad como del lado de los criminales) se den cuenta de la oscura profundidad a la que nos siguen arrastrando en donde nadie gana absolutamente nada, todos perdemos.

Así es que aplaudo a los habitantes de Lagos de Moreno que decidieron no ser pasivos, y a pesar del miedo, a través de redes sociales convocaron el viernes pasado a una manifestación silenciosa y pacífica para exigir el cese de la violencia colocando una veladora en las escalinatas de la Parroquia de la Asunción, ubicada en el centro de la ciudad.

Para cerrar, dudo que no lo sepan aún, pero las cosas no van a mejorar en el corto, ni en el mediano plazo. Y no, no es pesimismo, es saber de dónde venimos, en dónde estamos parados y hacer una simple proyección (prospectiva) a futuro de las tendencias.

¿Y por qué digo que no van a mejorar? Porque toda la clase política, absolutamente toda, está volcada en ver quiénes serán las(os) candidatas(os) presidenciales, y una vez que eso quede asentado, empezará la pelea por las gubernaturas de nueve estados que se renovarán, al igual que cientos de presidencias municipales y el Congreso de la Unión en su totalidad.

Todos batiéndose por ganar un puesto que les garantice otros tres o seis años de sueldo, prestaciones y negocios, sin importar que hagan poco o nada por mejorar nuestra presente situación.

Odio lo que voy a decir a continuación… veo cercano a imposible que la administración 2024-2030 logre hacer lo que las últimas tres no han podido ni de cerca. No hay manera y repito, no es pesimismo, los malditos monstruos del infierno nos lo recuerdan una semana sí y la otra también.

POSTDATA – Mucho debate ha habido acerca de si el presidente López Obrador no escuchó o fingió no escuchar el cuestionamiento en la mañanera del pasado miércoles acerca del multihomicidio en Lagos de Moreno, cerrando ese día la conferencia con un chistorete. Sus detractores se le fueron a la yugular calificándolo de ser indiferente e irresponsable (por decir lo menos) ante el aberrante crimen, mientras que sus seguidores se escudaron diciendo que nunca alcanzó a dilucidar lo que los reporteros le gritaban o preguntaban. Solamente el mandatario sabe que fue lo que en realidad ocurrió, pero para evitar estos desgastantes e innecesarios episodios, yo le recomendaría lo siguiente: las siguientes 48 horas (como mínimo) del día en que ocurra un terrible hecho como los aquí descritos, independientemente de lo que le pregunten o no, de lo mucho o poco que sepa del caso, absténgase de hacer cualquier tipo de chistorete, de contar una anécdota que considere graciosa o de poner alguna canción guapachosa como suele hacerlo.

Consultor en seguridad y manejo de crisis

@CarlosSeoaneN

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