Hace muchos años tuve la oportunidad de interactuar en una sola ocasión con Genaro García Luna, quien en ese momento se ostentaba como el director de la Agencia Federal de Investigación (AFI). La junta sostenida tuvo que ver con un caso de secuestro. Lo que transcurrió en la reunión es lo de menos, mi percepción de él distó de ser la de un servidor público preocupado por el acontecer de una de las experiencias más terribles que una familia pueda atravesar, se comportó como un semidiós que se dignó a atender a unos simples mortales que se atrevieron a distraerle.

Con una carrera de casi dos décadas en el campo de la seguridad pública, García Luna ocupó diferentes puestos en el Centro de Inteligencia y Seguridad Nacional (CISEN), en la Policía Federal Preventiva (PFP), en la AFI y finalmente, como el titular de la Secretaría de Seguridad Pública Federal. Adicionalmente, fue condecorado por los gobiernos de España, Estados Unidos, Ecuador, Colombia y México.

Al término del sexenio de Felipe Calderón, emigró a los Estados Unidos y se dedicó a la “consultoría en seguridad”. Eso sí, viviendo una vida de rico, muy superior a la que sus percepciones como servidor público asalariado le pudieron haber brindado.

Sin embargo, paralelamente al término de su carrera, acusaciones de corrupción y sobornos millonarios por parte de criminales pertenecientes a los cárteles de Sinaloa y Beltrán Leyva empezaron a emanar. La revista Forbes en 2013 lo colocó dentro del top 10 de los personajes más corruptos de nuestro país (todos pertenecientes al gremio político, por cierto) y periodistas como Lydia Cacho y Anabel Hernández también levantaron la voz acusándolo de colaborar con el narco. Recientemente, Peniley Ramírez hizo lo propio en su libro “Los millonarios de la guerra”.

Detenido en Dallas, Texas, en diciembre del 2019, actualmente se encuentra preso acusado por uno de los fiscales de Nueva York de los delitos de conspiración, aceptar sobornos y narcotráfico. Él se declara inocente y su juicio va para largo.

Por otro lado, tenemos a Luis Cárdenas Palomino (brazo derecho de García Luna) quien recorrió un camino paralelo al de su jefe en CISEN, SIEDO, AFI, para terminar su trayectoria policial en la PFP en 2012 después de poco más de dos décadas de servicio. También fue condecorado por los gobiernos de España, Estados Unidos y México e inclusive en 2010 fue reconocido por la Comunidad de Policías de América como “el mejor policía de México”. Curiosamente, a su salida de la administración pública, se convirtió en proveedor de servicios de seguridad privada para Grupo Salinas a través de su empresa “Adamantium”.

Cárdenas Palomino, al igual que su mentor, también fue acusado por narcotraficantes presos de pertenecer a un grupo de altos funcionarios mexicanos que recibió sobornos del crimen organizado. Su trayectoria quedó marcada por el montaje televisivo llevado a cabo en 2005 acerca de la captura de los supuestos integrantes de un grupo de secuestradores denominado “La banda del zodiaco”, de aquí se desprendió el affaire de Florence Cassez-Israel Vallarta que derivó en un conflicto diplomático entre México y Francia que finalmente terminó con la liberación de la francesa. Sin embargo, Vallarta lleva 16 años en la cárcel sin que se le haya dictado una sentencia todavía.

En septiembre de 2020, un juez federal giró una orden de aprehensión en contra de Cárdenas Palomino por su presunta responsabilidad en el delito de tortura de familiares de Israel Vallarta, y por obligarlos a firmar confesiones en las que aceptaban ser integrantes de los Zodiaco. El escritor Jorge Volpi hace una excelente descripción acerca de este entramado en su libro “Una novela criminal”.

Detenido hace una semana en Naucalpan, Estado de México, Cárdenas enfrentará la justicia mexicana y una solicitud de deportación a Estados Unidos por acusaciones de narcotráfico.

Es una calamidad absoluta que mandos policiales con este nivel de poder y responsabilidad se pierdan en las oscuras sombras entre la proximidad con las altas esferas del poder político y del poder criminal. Para México es una desgracia, para el gobierno que los solapó en aquel entonces una vergüenza; para el gobierno actual, un misil que no busca la verdad sino solo desprestigiar a sus rivales. Lo más triste es muy probablemente nunca sepamos la verdad detrás de este tiradero.

Mientras, Florence sonríe.

Consultor en seguridad y manejo de crisis.
Twitter: @CarlosSeoaneN

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