El Presidente López Obrador estuvo en Chiapas el pasado viernes y llamó poderosamente la atención observarlo (vía Twitter) cerca de dos horas encerrado en una camioneta Suburban sin blindaje en medio de un bloqueo montado exprofeso para evitarle el paso para cumplir con su agenda de trabajo.
Cientos de manifestantes pertenecientes a la CNTE impidieron que el mandatario ingresara a las instalaciones de la séptima región militar en Tuxtla Gutiérrez para participar en la reunión de seguridad y en su conferencia mañanera hasta que “hubiese un diálogo directo y se atendieran sus peticiones”.
A poca distancia, en el interior del recinto, lo esperaban el Gobernador del estado, el secretario de la Defensa, el secretario de Marina, la secretaria de Seguridad Ciudadana, y por último, el recién estrenado secretario de Gobernación. Y para mi sorpresa, toda la evidencia apunta a que nadie movió un dedo para brindar seguridad adicional ni intentó liberar de su encierro al mandatario. Dudo mucho que no hayan querido o podido hacerlo, podría afirmar con seguridad que recibieron la orden de su comandante supremo de no hacer nada.
El que esta turba haya tenido la capacidad de hacer lo que hizo, da profundos motivos de preocupación para aquellos que nos dedicamos a la seguridad y debería también darlos a toda la ciudadanía de este país. Pero vayamos por partes.
La agenda del presidente se anuncia con días de anticipación, por lo que este bloqueo no surgió espontáneamente en cuestión de minutos, fue algo planeado con premeditación, ¿no debería haber estado enterado el Centro Nacional de Inteligencia de los planes de los maestros rijosos? Podríamos también criticar al aparato de inteligencia estatal, resulta en extremo preocupante que nadie haya visto venir este bloqueo. ¿O lo supieron, pero el presidente no permitió modificar la agenda o el plan de acción?
Una caravana de vehículos como la que acompañaba a López Obrador debería de contar con una avanzada, esto es un pequeño equipo que va circulando minutos adelante del convoy principal revisando la ruta y reportando cualquier imprevisto, desde un accidente vehicular, tráfico intenso, semáforos descompuestos…¿o tal vez un bloqueo? Aquí parecería que nadie llevó a cabo ese indispensable trabajo previo y que la comitiva se topó de frente con los maestros demasiado tarde para hacer algo al respecto. ¿O si hubo avanzada, pero al presidente no le importó la información que esta pudo aportar? El profesor Virgilio Aquino, quien lideraba la protesta declaró “Tenía que haber podido entrar por dónde el quisiera y no lo hizo, porque a él no le informaron que nosotros estábamos ahí esperando”.
El Estado Mayor Presidencial, cuerpo militar que protegía a los mandatarios en el pasado, fue disuelto y ahora es una “ayudantía” (calificativo absurdo para disimular su actividad) la que se encarga de cuidar físicamente a López Obrador. Se puede observar en los videos a algunos elementos de esta ayudantía vestidos de civil alrededor de la suburban (repito, sin blindaje) sin coordinación aparente ni comunicación con algún superior. ¿Qué pasaría si alguien a la distancia arroja una piedra o una botella que estrellara el parabrisas del vehículo?, ¿voltearán a ver que les dice su jefe? No quiero ni pensar en un atentado y el presidente sentado en el asiento del copiloto y ocasionalmente con su ventana abajo.
Este capítulo es digno de análisis, a López Obrador le preocupa mucho más su imagen que su seguridad personal, el “qué dirán” sobrepasa a los protocolos que se llevan a cabo para proteger a mandatarios y funcionarios de primer nivel en todo el mundo.
A nosotros como mexicanos debería de importarnos que el Presidente goce de un cabal aparato de inteligencia y seguridad profesional las 24 horas del día, que por cierto, sirve de muy poco, si el jefe les dice qué hacer y qué no hacer. Lo que vimos el pasado viernes es un acto de irresponsabilidad suprema para con el país.
POSTDATA
En menos de dos semanas se cumplirán 20 años de los ataques terroristas a las torres del WTC en Nueva York, al Pentágono en Arlington y de la caída del 3er avión que iba dirigido a la Casa Blanca en Washington D.C. La gran diferencia estriba en que, para este nuevo aniversario, el Talibán ha regresado a casa y se ha encontrado un inmenso arsenal y múltiples vehículos militares de toda índole cortesía de una pésima estrategia de retiro por parte del gobierno norteamericano.
Twitter: @CarlosSeoaneN