El 25 de octubre del año pasado publiqué una columna titulada “Es ahora o nunca para Quintana Roo”. En ella describí distintos episodios que dejaban ver claramente el impacto negativo que el narcomenudeo callejero, siempre acompañado de la violencia criminal, estaba ejerciendo sobre la joya turística del caribe mexicano compuesta por Cancún, Playa del Carmen y Tulum.

Posterior a la publicación de mi columna (aunque no precisamente por esta), el gobierno federal anunció el envío de la Guarda Nacional para proteger el turismo de la Riviera Maya, esto, derivado de los hechos de violencia que se habían presentado, especialmente aquel relacionado con el trágico homicidio de dos turistas extranjeras en el restaurante “La Malquerida” en Tulum.

Poco tiempo después, el titular de la Secretaría de la Defensa anunció la creación de un batallón de la Guardia Nacional especializado en proporcionar seguridad turística al corredor Cancún - Tulum. Un total de 1,445 efectivos adicionales se desplegarían en la zona a partir del 1 de diciembre del año pasado.

¿Y qué ha sucedido desde entonces? En noviembre ocurrió un enfrentamiento armado entre narcomenudistas de organizaciones rivales en la zona de playa de los hoteles Hyatt Ziva Riviera y Azul Beach en Puerto Morelos, el cual dejó como saldo dos delincuentes muertos y docenas de turistas y empleados aterrados. Los videos tomados en vivo durante el ataque le dieron la vuelta al mundo.

Hace 10 días ocurrió una balacera en el hotel Xcaret, ubicado en el parque del mismo nombre, dos turistas canadienses fallecieron. La versión oficial refirió en su momento que el móvil había sido por una discusión entre el agresor y los fallecidos. Sin embargo, este fue un ataque dirigido en contra de las víctimas y existen versiones sugiriendo que los fallecidos eran buscados por la agencia antidrogas norteamericana (DEA), ya que estarían ligados a una banda de Vietnam que trafica éxtasis, cocaína y marihuana tanto en Canadá, como en Estados Unidos. Ya hay dos detenidos, un hombre mexicano y una mujer canadiense.

Y hace apenas una semana, el gerente del Mamita’s Beach Club en la Riviera Maya fue ejecutado. Su cuerpo fue encontrado dentro de las instalaciones del famoso club de playa, localizado en el municipio de Solidaridad. Se desconoce el motivo del homicidio hasta hoy.

Para cerrar, el mismo día del asesinato narrado en el párrafo anterior, en el fraccionamiento Villas del Sol de Playa del Carmen, un hombre fue ejecutado de tres disparos con arma de fuego en la cabeza (claramente una ejecución), mientras que, en un camino de terracería, aparecieron los cuerpos desmembrados de dos personas en la colonia México, casi en la carretera de salida de Cancún a Mérida.

Quintana Roo no es un territorio de siembra de droga como sí lo es Guerrero, Michoacán o “el triángulo dorado” compuesto por Durango, Sinaloa y Chihuahua. Tampoco es un punto fronterizo, tan necesario para cruzar estupefacientes a los Estados Unidos, como sí lo es Reynosa, Nuevo Laredo, Ciudad Juárez o Tijuana. El problema radica en la venta de todo tipo de drogas en las calles y mientras haya consumidores ávidos, sin importar que sean estos sean locales o extranjeros, habrá quien se ofrezca a surtirlos.

Semanalmente llegan a Cancún alrededor de 140 mil turistas, los cuales se dispersan entre todo el corredor que abarca 130 kilómetros de longitud, por lo que existe un gran atractivo para los grandes cárteles, los cuales, a través de grupos de narcomenudistas, ven una magnífica oportunidad de comercializar sus productos en la zona.

Podrá haber cientos de elementos de la Guardia Nacional y de la Secretaría de Marina patrullando las calles y las playas, pero eso no prevendrá, ni disuadirá, ni resolverá el problema de fondo, la compraventa de estupefacientes en versión callejera.

Se requiere de un profundo trabajo de inteligencia que desmantele y castigue las redes de almacenamiento, distribución y venta de estupefacientes ilegales. Y no estaría de más hacer una campaña en el aeropuerto y en los hoteles que informe y disuada a los extranjeros de comprar estos productos. Repito, si alguien quiere comprar drogas, siempre habrá alguien dispuesto a vendérselas.


Consultor en seguridad y manejo de crisis  
Twitter: @CarlosSeoaneN 
  

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