“La arrogancia del crimen organizado es del mismo tamaño que la ausencia del Estado”. Esta frase fue pronunciada por el juez italiano Giovanni Falcone , quien se destacó por su inmensa labor contra la mafia italiana hasta su asesinato, perpetrado por la mafia en mayo de 1992. Su muerte fue el símbolo de una época convulsa de la historia italiana con un poder inmenso de la Cosa Nostra. Su asesinato fue una venganza por los años de persecución judicial en contra del crimen organizado y la detención de numerosos capos promovidas por él.
Esta introducción deriva de las múltiples imágenes que pude apreciar el día de ayer antes, durante y después de la detención de Ovidio Guzmán (hijo de El Chapo) en Culiacán, Sinaloa. Impresiona ver las imágenes de sicarios armados recorriendo las calles en vehículos a toda velocidad, bloqueos con autos incendiados, sonidos de estrepitosas balaceras, helicópteros militares artillados abriendo fuego desde el aire, e inclusive, un video de pasajeros de Aeroméxico tirados en el piso dentro del avión que estaba próximo a despegar protegiéndose de los disparos (incidentales o dirigidos) que ya habían ocurrido en contra de la aeronave. Criminales muy arrogantes y un aparente Estado invisible.
No sé usted amable lector, en lo personal yo estoy harto y enfermo de imágenes como estas que llevamos lustros viéndolas por doquier. Sin embargo, en esta ocasión, el saber que era la autoridad, en toda la extensión de la palabra, combatiendo al crimen con la misión de capturar a uno de sus grandes lideres… honestamente sentí una cierta emoción (para bien) que hace mucho no experimentaba.
La información mejorará al paso de las horas, por lo pronto sabemos que Ovidio fue detenido por tropas de élite de las Fuerzas Armadas y que se encontraba bajo resguardo en un campo militar en la Ciudad de México. Seguramente será extraditado en los próximos meses a Estados Unidos en dónde, al igual que su padre, podría pasar el resto de su vida tras las rejas.
Y ahora usted se preguntará: ¿Y a mi como ciudadano de a pie en que me beneficia esta captura? ¿Mejorará la seguridad a raíz de esta detención? ¿Se extinguirá el Cártel de Sinaloa en su fracción de Los Chapitos? ¿Esta captura disuadirá a los capos de otros cárteles? La realidad es que la captura o muerte de los grandes líderes del narco rara vez ha sido acompañada de una paz duradera, por el contrario, suelen acontecer guerras intestinas al interior de la organización criminal que ha perdido su liderazgo, mismas que solo acarrean más violencia, así sea esta temporal.
La mafia siciliana en Italia cruzó límites intolerables en términos de violencia criminal hacia la población civil y las autoridades de múltiples territorios. Permitir acciones extremas criminales, ya sea por acción, omisión, colusión, ignorancia o negligencia por parte del aparato de seguridad del Estado es algo que debería ser castigado masivamente en las urnas a la hora de votar.
Si la Cosa Nostra, al igual que otras grandes organizaciones del mundo criminal, se dieron los lujos que se dieron, fue en gran parte por la renuncia de sus respectivos Estados a ejercer su función de salvaguardar la paz y el orden públicos. Y en México nuestros capos y sus esbirros no son diferentes, hemos visto que no conocen límites, su arrogancia crece ante la ausencia del Estado mexicano.
No sé como vaya a continuar esta historia, pero hoy por hoy, yo soy de la opinión que es mejor tener a Ovidio Guzmán preso (preferentemente en territorio de nuestro vecino del norte) y que nuestras Fuerzas Armadas hagan su trabajo deteniendo blancos de esta envergadura sin importar las opiniones políticas que todo mundo ejercerá para bien o para mal.
POSTDATA – Hace dos semanas publiqué una columna acerca de los estragos que el fentanilo producido por las cárteles mexicanos estaba causando en los Estados Unidos. No lo duden ni por un instante, la caída de Ovidio está entintada de barras y estrellas.
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*Consultor en seguridad y manejo de crisis
@CarlosSeoaneN