El día de ayer publiqué la primera parte de esta columna, en la cual mencionaba que lo primordial a ser atendido en Acapulco y municipios aledaños debía ser el estado de emergencia. Favorecer la vida, salud y bienestar de aquellos grupos de interés afectados de primera mano, pero que después debíamos de visualizar la onda expansiva más allá de la devastación y rapiña observadas.
En primera instancia describí los efectos de la falta de turismo y lo que esto provocará en la economía de Guerrero y ahora toca hablar del resto de la onda expansiva:
SALUD – Por cuestiones de espacio, solo daré un ejemplo: Dengue transmitido por picaduras de mosquitos infectados. ¿Y cuáles son las medidas preventivas para evitarlo? Reducir el número de depósitos de agua que puedan servir de criadero a los mosquitos: llantas a la intemperie, cubetas, charcos, recipientes, etc. Esta ha de ser o haber sido una tarea no menos que imposible hasta que el agua estancada se haya evaporado. ¿Cuántos habrán necesitado o necesitarán de servicios médicos extraordinarios (no solo por dengue) derivados de los efectos nocivos del huracán?
POLÍTICA – Ya vimos y seguiremos viendo los dos extremos. Los críticos, al igual que los fanáticos de este gobierno, lanzando sus diatribas como misiles defendiendo sus puntos de vista y atacando a los de enfrente. Pero aquí lo importante no es el presente, sino el futuro (la elección federal de 2024 y la estatal de 2026). Recordemos las repercusiones del terremoto de 1985 en la Ciudad de México, el gobierno se quedó paralizado tras la catástrofe y cuando intervino, más bien fue para estorbar, pues la sociedad ya había tomado en gran parte el control. El impacto consecuencial que tuvo entonces, en buena medida, fue responsable del inicio del resquebrajamiento del partido en el poder, el PRI. López Obrador bien sabe que no puede culpar al pasado por lo ocurrido con Otis y que sus detractores/opositores van a utilizarlo como ariete en contra de él, de su gobierno y de Morena, tal y como él lo hizo en el pasado, con otras desgracias, en contra de los gobiernos del PRI y del PAN. Todo, absolutamente todo lo que aquí acontezca será politizado sin lugar a duda.
VIOLENCIA y CRIMEN – Guerrero es un estado en desgobierno, en el que el crimen y la violencia lo convierten en un foco rojo. En julio pasado pudimos observar la claudicación de la gobernadora morenista ante grupos criminales: https://www.eluniversal.com.mx/opinion/carlos-seoane/como-neutralizar-a-un-gobierno/
Y en las últimas semanas vimos como un delegado de la fiscalía general, al igual que un primo político de la gobernadora y unos empresarios (en la autopista) fueron ejecutados. La alcaldesa morenista de Chilpancingo fue grabada en video en una reunión con líderes de grupos delictivos, y para cerrar, Guerrero es el octavo estado con mayor cantidad de homicidios dolosos en el país y en el primer semestre de 2023 acumuló más homicidios que los tres años anteriores. Previo al impacto del huracán, el gobierno estatal y el municipal de Acapulco habían perdido el control de muchas zonas del territorio. La seguridad va a depender al 100% del gobierno federal y de las propias personas y empresas. ¿O alguien cree que Los Ardillos, Los Tlacos, Guerreros Unidos, Los Rojos, La Nueva Familia Michoacana, Sinaloa o Jalisco Nueva Generación se van a tocar el corazón para dar una tregua?
TERRITORIOS FANTASMAS – Posterior al terremoto de la Ciudad de México en 1985, cientos de edificaciones con daños estructurales se quedaron abandonadas por muchos años. Seguramente esto va a ocurrir en Acapulco y otros municipios, tanto en las zonas más pobres como en las más ricas. La gente pobre afectada puede preferir migrar de su comunidad destruida buscando un mejor destino y los clase medieros, e inclusive los ricos, prefieran dejar en el abandono sus propiedades resignándose a que nunca las van a poder rehabilitar.
RECONSTRUCCIÓN – Otis dañó cientos de miles de viviendas, cientos de hoteles y docenas de hospitales, dejó cientos de kilómetros de calles y caminos destruidos y miles de postes caídos, entre otras tantas cosas. El presidente dijo que “hay fondos ilimitados” para apoyar a las víctimas de Otis. Lamento decirlo…no, no puede haber fondos ilimitados. El dinero es finito y tiene que salir de algún lado, ya sea a través de contratar deuda o de la reasignación del presupuesto aprobado. ¿A qué proyecto, dependencia o programa le van a recortar los fondos? y/o ¿de qué tamaño será la nueva deuda que se contrate? Del capital con el que se cuente dependerá de la velocidad de la reconstrucción y recuperación de la actividad económica... y se van a necesitar varias decenas de miles de millones de pesos.
Para finalizar, no puedo dejar de mencionar que amo a Acapulco y a su gente. Mi familia y yo hemos gozado sus playas y la amabilidad de sus habitantes en múltiples ocasiones en los últimos 20 años, tenemos recuerdos imborrables. Ayudemos por favor.
POSTDATA I – Una de las reglas de comunicación de crisis al estar dando declaraciones o explicaciones es no minimizar la situación de la cual se esté hablando. Me resulta inconcebible que el presidente López Obrador haya dicho en su conferencia del miércoles pasado que 27 muertos por el huracán “no eran tantos” . Por cierto, el conteo ya va en 48 defunciones y 36 desaparecidos… y los que faltan. Sin palabras.
POSTDATA II – Otra regla de comunicación de crisis es no te compares con otros casos. Nuevamente, el presidente dice que el huracán Katrina en Nueva Orleans (2005) causó 2,000 muertes y Otis 48 hasta ahora… “tuvimos suerte”, dijo el mandatario. Nuevamente, sin palabras.
POSTDATA III – Recuerden esta postdata en especial: “El huracán categoría 5 se formó en menos de 24 horas, no había forma de saberlo, ni de dar aviso oportuno a la población.” La “explicación” perfecta para que nadie, absolutamente nadie sea responsable de nada ni que nadie sea llamado a rendir cuentas.
Consultor en seguridad y manejo de crisis
@CarlosSeoaneN