Mucho se ha dicho y se ha escrito acerca del huracán Otis, su veloz crecimiento, las consecuencias devastadoras del mismo y la ineficacia del gobierno para atender la crisis. Así es que trataré de decirle a usted, amable lector, algo diferente acerca de este desastre presente y futuro.

Sin lugar a duda, lo primero a ser atendido es el estado de emergencia. Favorecer la vida, salud y bienestar para aquellos grupos de interés afectados de primera mano (los cuales son fácilmente identificables), por eso es por lo que se instalan centros de acopio para recibir donaciones en especie, se reparten despensas y se busca restablecer la electricidad, el suministro de agua, las comunicaciones y demás servicios lo antes posible.

Las primeras imágenes que tuvimos la oportunidad de observar son de la zona Diamante, grandes torres de condominios privados hechas añicos. La mayoría de estas propiedades son para vacacionar y sus dueños no suelen habitarlas de tiempo completo, poca gente sentirá empatía por esas pérdidas y dudo mucho que este grupo reciba algún tipo de ayuda de cualquier clase, salvo aquellos que cuenten con una póliza de seguro. Personalmente, de viva voz, cuatro personas me han dicho que su propiedad es una pérdida total.

Por otro lado, a las pocas horas del impacto del meteoro, las imágenes que todos vimos acompañando a la devastación, fueron las de la rapiña. Comercios pequeños como los Oxxos y los restaurantes, hasta los de mayor dimensión como Liverpool o Sam´s Club, establecimientos comerciales legalmente establecidos que pagan impuestos y proveen empleo, siendo totalmente saqueados. También dudo que las cadenas comerciales e inclusive los hoteles reciban ayuda de primera mano, finalmente suelen tener pólizas de seguro o el suficiente capital para reconstruirse, al menos esa es la percepción de la mayoría de la población e inclusive, del gobierno.

Todo esto en la zona más rica del municipio. ¿Se imagina usted lo que no hemos visto en las zonas más pobres y en los otros tantos municipios impactados lejanos a las playas? Para muestra basta un botón; León Krause transmitió para Univisión Noticias desde la comunidad de Los Coyotes (la cual cuenta con una población de 233 habitantes) a 30 kilómetros de Acapulco. La historia es de auténtico terror y destrucción… y las que faltan por descubrirse, pero que seguramente nos llegarán.

Ahora, por un instante retrocedan, dejen de lado el desastre y la rapiña observada en los últimos días y visualicen la onda expansiva que inició con estas imágenes grabadas y distribuidas en redes sociales durante las primeros días. ¿Qué sigue? Tristemente no es difícil dilucidarlo, así es que vayamos por partes.

TURISMO – La principal actividad económica de Acapulco es el turismo. Millones de personas que no recibirá este destino dentro de sus planes vacacionales o de trabajo por al menos seis meses. La pérdida de esta derrama monetaria para el sector privado, tanto como para sector público será enorme, y para cientos y cientos de negocios, una sentencia de muerte. Miles de personas se van a quedar sin trabajo y no solo en actividades relacionadas con el turismo.

ECONOMÍA – Acapulco representa casi el 66% del PIB de Guerrero, es la ciudad más poblada del estado y la que genera el porcentaje más elevado de ingresos en la entidad. El mayor de los retos será impedir que se desplome una ciudad que tiene poco más de 800 mil personas como población permanente. Aparte, Guerrero es uno de los estados más pobres del país y su principal fuente de ingresos no estará activa por varios meses, haga usted las matemáticas. Inclusive el PIB nacional se verá afectado.

Por cuestiones de espacio, me veo en la necesidad de dividir esta columna en dos. Mañana continuaré con la onda expansiva.

POSTDATA I – La alcaldesa morenista de Chilpancingo, aquella que fue exhibida desayunando con el líder criminal del grupo “Los Ardillos”, no pudo esperar a celebrar su segundo informe de gobierno con todo y fuegos artificiales al día siguiente del impacto del huracán Otis. Sin palabras.

POSTDATA II – Muchos años fungí como jefe de seguridad de distintos cantantes y bandas musicales. Así es que se podrán imaginar mi sentir y mi pensar al observar la imagen del comandante supremo de nuestras Fuerzas Armadas dentro de un jeep atascado en el lodo, y posteriormente siendo transportado en una camioneta de redilas manejada por quien sabe quién, tratando de llegar de noche a la zona cero de Acapulco en una carretera llena de derrumbes y escombros. No creo haber visto una imagen de mayor irresponsabilidad e improvisación, ¿de verdad no hay nadie que le diga a López Obrador que no?

Consultor en seguridad y manejo de crisis

@CarlosSeoaneN

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