La semana pasada, compartí mi columna titulada “Felicidades Sra. presidenta, le quedan 3 meses y 28 días” en un chat de WhatsApp que tengo con 93 (de los poco más de 200 que conformaban la generación) de mis compañeros de la preparatoria del Colegio Madrid.

Después de la borrachera electoral del domingo pasado que develó el rotundo y aplastante triunfo de Morena, los problemas de seguridad o inseguridad (como ustedes lo prefieran) permanecen intactos esperando a la nueva administración.

Adriana y Jimena me preguntaron qué acciones recomendaría yo para mejorar la seguridad pública en nuestro país. De hecho, Jimena me pidió que enlistara 10 acciones. Mi campo de experiencia durante 36 años siempre ha sido en la seguridad privada, nunca he participado en tareas públicas, pero consideré el reto de interés y palabras más, palabras menos, el siguiente fue mi decálogo de sugerencias:

  1. Impulsando la idea original de mi amigo y colega Eduardo Guerrero de Lantia Intelligence; México necesita establecer con Canadá y Estados Unidos un Tratado de Seguridad de América del Norte (TSAN). Somos muchos los que coincidimos en que no vamos a poder solos y necesitamos ayuda de nuestros poderosos vecinos (y no me refiero solamente a dinero como en la Iniciativa Mérida) en temas de cooperación, intercambio de información y producción de inteligencia, entre otras. Digamos ya adiós a ese caduco y rancio molde de nacionalismo revolucionario que nos tiene estancados en que nosotros lo podemos todo.
  2. Las fiscalías, tanto estatales como la federal, deben ser auténticamente autónomas y con rendición de cuentas a comisiones ciudadanas. Es una vergüenza que las investigaciones de orden criminal sigan respondiendo a intereses políticos y/o personales. Basta ver a Alejandro Gertz Manero invirtiendo tiempo y recursos del Estado para perseguir penalmente a su familia política para darse cuenta de ello o los arreglos tras bambalinas que mantienen a Emilio Lozoya, exdirector de Pemex, fuera de la cárcel… y si pasó unos meses preso fue por su gusto por la excelente comida del restaurante Hunan y no por la acción de la autoridad.
  3. El Sistema Nacional Anticorrupción (SNA) dista de ser un organismo pleno y funcional. Para muestra basta un botón; en su página web publicaron en agosto del año pasado la siguiente nota: “El Sistema Nacional Anticorrupción avanza en su consolidación con la celebración de la Primera Sesión Extraordinaria 2023”. ¡WOW! ¿En serio no es un sistema plenamente consolidado a estas alturas del partido? ¡Ah! y por favor… aquí también tiene que haber una comisión ciudadana revisando que los intereses político/partidistas no sean la brújula que guie a quién sí y a quien no denunciar y perseguir. Postdata de este inciso: esto es de vital importancia ya que la corrupción es un eje generador de violencia (tema digno para una columna).
  4. Las capacidades de los ministerios públicos y sus respectivas policías están sobrepasadas y por mucho. El siguiente dato es de auténtico terror; en la CDMX cada binomio de la policía investigadora tiene entre 60 y 70 carpetas de investigación a su cargo. A esto, súmenle de 25 a 30 órdenes de aprehensión por ser ejecutadas para esos mismos dos agentes. ¿Cómo demonios esperamos que este eslabón del sistema de seguridad pública funcione con tanto trabajo y tan pocos recursos? Aquí se deben de invertir muchos, muchísimos millones de pesos para regularizarlo al menos. Y esto es en la capital del país, imagínense en estados o ciudades con poco presupuesto.
  5. Controlar las prisiones y evitar los autogobiernos. Y nuevamente, para muestra basta un botón; en la primera mitad de la década pasada, en Chihuahua, lograron retomar el control de las penitenciarías que estaban en manos de los reclusos (es una larga historia que no cabe en este espacio). Al menos y me consta, en el delito de secuestro, la tasa de incidencia se desplomó de manera vertiginosa. ¿Coincidencia o más bien correlación? Este es el eslabón más podrido de nuestro sistema de seguridad pública y al igual que la corrupción, también es un eje generador de violencia.

Y viendo que apenas voy en el inciso No.5 y que el espacio de mi columna ya está por acabarse, mañana les compartiré la segunda parte.

POSTDATA - Es de vital importancia entender que estas acciones no solo corresponden al poder federal, algunas pueden ser impulsadas a nivel estatal, pero se requiere una voluntad férrea a prueba de todo.

Consultor en seguridad y manejo de crisis

@CarlosSeoaneN

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