A nivel mundial se están consolidando enfoques diversos y propuestas para generar entornos prósperos, que permitan el crecimiento económico con justicia social . Sin embargo, en realidad no hemos avanzado sustancialmente en esa dirección.

En efecto, alrededor de la idea central de lograr una prosperidad incluyente se ha consolidado una inercia mundial que gradualmente se ha expresado en distintos organismos y bajo distintos nombres.

En 2015, por ejemplo, la ONU estableció los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y, para concretarlos, invitó a las empresas a adherirse a un Pacto Mundial. En México diversas compañías se han sumado al pacto, que también se conoce como "La Agenda 2030".

Más tarde, en 2018, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) formuló la “Guía de la Debida Diligencia para una Conducta Empresarial Responsable” y, por su parte, en 2019 el Foro Económico Mundial (WEF) presentó el “Manifiesto de Davos 2020: El propósito universal de las empresas en la Cuarta Revolución Industrial”.

Sin embargo, el mundo ha avanzado poco.

Si bien con la pandemia se ha retrocedido en muchos de los ámbitos, la verdad es que el avance que había antes de ella no constituye una tendencia, como lo reporta la propia ONU.

¿Por qué? Sabemos que la educación es la base para resolver los problemas que nos aquejan, los cuales no solo demandan conocimiento técnico, sino también una visión y estructura mental nuevas.

¿Hemos educado a nuestros nuevos profesionales para las realidades que demandan los Objetivos de Desarrollo Sustentable (ODS)? Y, más aún, ¿tenemos tiempo para educar y transformar nuestra economía a lo que demanda nuestra ya forzada “nueva normalidad”? Pues sí, se supone que sí.

En efecto, un año antes de la formulación de los ODS por la ONU concluía la Década para la Educación para el Desarrollo Sustentable (DEDS), declarada por la UNESCO, y que abarcó de 2005 a 2014. ¿Alguien la notó? Quizás sí, sin mucha consciencia de su origen: finalmente, en muchos casos son nuestros hijos los que nos han enseñado a clasificar la basura, a tolerar al otro, etc.

Pero -y a los hechos me puedo remitir, siendo la pandemia uno muy contundente-, la verdad, es que no nos la acabamos de “creer”.

En 2017, pasado el “decenio”, en el Congreso Nacional de Investigación Educativa, en su ponencia ‘México y el Decenio de la Educación para el Desarrollo Sustentable’, Francisco Javier Reyes y Elba Aurora Castro, de la Universidad de Guadalajara, identifican los retos que quedaron pendientes de atender.

Entre otros, concluyen que: “...los postulados del Plan de Acción Internacional para el DEDS fueron muy amplios y hasta dispersos, con pocos recursos, y por tanto prácticamente inalcanzables por definición. Pero a la vez se reconoce su importancia como impulsores de iniciativas, al grado de no poder explicarse la razón o razones por las cuales el DEDS tuvo repercusión, pero no con la magnitud esperada (que se reflejara en una política pública educativa más profunda, en una crítica al modelo de desarrollo prevaleciente más extendida, en el freno a la cultura del despilfarro que caracteriza a la sociedad actual) ni con la permanencia deseada (hoy, a más de un año que concluyó el DEDS resulta evidente su pérdida de fuerza en el discurso institucional, por ejemplo)”.

Raj Sisodia, fundador del movimiento de Capitalismo Consciente establece -porque lo ha estudiado ampliamente- que uno de los cuatro pilares para transformar el ambiente de negocios y las empresas es desarrollar un liderazgo consciente.

Descrito lo anterior, es importante hacer énfasis en que debe mantenerse el esfuerzo educativo en beneficio de nuestras nuevas generaciones, para que vengan con el “chip” necesario para los cambios transformacionales que en realidad demandan los ODS; sin embargo, no hay tiempo para atenernos solamente a nuestro liderazgo; debemos involucrarnos ya, sin delegar.

Buena parte de las personas adultas pasan casi todo el tiempo en su trabajo, ya sea en el ámbito privado o público. Ese espacio es idóneo para modificar hábitos. Los líderes son quienes deben reeducarse, cambiar y modelar para todos, lo que debe ser la nueva normalidad, no referida ésta a la pandemia, según las prácticas sanitarias, si no a la que nos imponen los problemas mayores que lamentaremos si no avanzamos hacia una economía y sociedad más inteligentes.

Por todo ello, en el Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (IMEF) se está dando seguimiento a este debate y pronto le dará salida en su Convención Nacional, cuyo principal eje temático será la economía incluyente.

Presidente de la Convención Nacional IMEF 2020
Email: ciaodirecciongeneral@gmail.com

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