En el marco de la campaña Aguas con el Clima, hace un par de semanas iniciamos una gira que incluyó visitas a varios lugares que son esenciales para lograr un manejo socio ambiental de la Cuenca del Valle de México, lo cual integra la conocida cuestión de infraestructura con la ambiental. Llevamos con nosotros un tubo rojo gigante para fotografiar y filmar materiales que nos ayuden a concientizar sobre lo que ocurre al otro lado de la tubería que todos los días usamos dando por hecho que no hay que hacer más que abrir la llave para disponer de agua inmediatamente (Puedes ver el video de introducción en https://www.youtube.com/watch?v=r8StOrHsjjE). Eso sin olvidar que cada vez más personas no acceden al agua con tal facilidad.

Partimos sabiendo que actualmente la mayor parte del abasto de agua en la Ciudad de México es a partir de pozos en los que se obtiene el líquido almacenado en el subsuelo. Sin embargo, lograr satisfacer nuestras necesidades desde fuentes internas ha sido cada vez más complicado por tener una menor disponibilidad, lo cual nos ha llevado a que casi un 40 por ciento del abasto de la ciudad dependa de grandes sistemas de infraestructura de importación de agua como el Cutzamala. Visitamos ese lugar localizado a más de 100 kilómetros, distancia que debe recorrer el agua que se bombea, y que en última instancia también implica utilizar mucha energía eléctrica producida a base de combustibles fósiles, contribuyendo enormemente al calentamiento global.

Visitamos también lugares como el bosque de Jilotzingo en el Estado de México, los humedales de Xochimilco, así como zonas que son fundamentales para lograr la infiltración pluvial y recarga de acuíferos en Milpa Alta y Tláhuac. En Jilotzingo, el Estado de México autorizó un fraccionamiento de lujo, con lo cual se corre el riesgo de perder un bosque de más de 180 mil árboles porque y la infiltración de alrededor de 1,200 millones de litros de agua al año a los acuíferos se vería imposibilitada.

La gran expansión urbana está siendo uno de los problemas más fuertes que tenemos, pues eso ha implicado una reducción de áreas en las que los acuíferos del subsuelo se recargan a partir de la lluvia. De ahí la necesidad de proteger y conservar las zonas de valor ambiental como parte de una política integral de acceso al agua potable.

Por su parte, también es importante considerar cuál es el tratamiento que se está dando al agua que utilizamos. La capacidad actual en el Valle de México es insuficiente para lograr reutilizar la mayor parte del agua que se consume. En Tepeji del Río, Hidalgo, una de las entidades a donde llega un alto porcentaje de las aguas residuales de la Ciudad de México, ya hay propuestas interesantes de microplantas de tratamiento a base de energía solar cuya implementación podría ser un acierto en pilotos a nivel barrio o colonia en entornos urbanos.

En todos los lugares que visitamos ya hay grupos ciudadanos que se están movilizando para proteger sus áreas naturales, que están proponiendo nuevas alternativas y que han pedido a sus autoridades ser escuchados, siempre con argumentos muy bien estructurados que han contado con la participación de especialistas con años de experiencia. La cuestión es ¿qué es lo que está impidiendo que exista una verdadera escucha y trabajo de acción conjunto entre la ciudadanía y los gobiernos?

En el marco de la reciente consulta popular, el presidente López Obrador señaló que el ejercicio de la democracia no debe restringirse únicamente al voto electoral cada tres años, sino que debe ser un ejercicio reiterado a través de la participación ciudadana. Tomándole la palabra, parece que este es un muy buen momento para hablar de cómo involucrar a la ciudadanía en la toma de decisiones de manera cada vez más activa y propositiva, incluso más allá de decir sí o no.

En el caso de la Cuenca del Valle de México, la Ciudad de México tiene la oportunidad de fortalecer su liderazgo, generando un espacio de propuestas en torno al agua y al clima que nos permita plantear una ciudad de vanguardia en términos ambientales y climáticos. Propuestas valiosas sí que las hay, y ciertamente darles una oportunidad podría cambiar nuestra realidad y mejorar nuestras expectativas respecto a un futuro sustentable.

Coordinador de Ciudades Sustentables en Greenpeace México.

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