Los síntomas del cambio climático se han estado manifestando e incluso se han agudizado en el transcurso de este año. Los vemos claramente en México, uno de los países más vulnerables a este fenómeno y que ya tiene a alrededor del 84 por ciento de su territorio bajo fuertes sequías. Estas, por un lado, están poniendo en riesgo al sector agrícola, mientras que por el otro, afectan a las ciudades que se ven limitadas para lograr abastecer de agua potable a todos sus habitantes.
Por si fuera poco, estas condiciones climatológicas están propiciando un gran número de incendios forestales a lo largo y ancho del país. Según datos de la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR), en lo que va del año, se han registrado 4,129 incendios forestales en 30 entidades federativas. Los estados con mayor superficie afectada fueron Nuevo León, Guerrero, Oaxaca, Chiapas, Chihuahua, Estado de México, Durango, Michoacán, Puebla y Coahuila, que representan el 74 por ciento del total nacional. Cabe señalar que los humanos somos responsables del 97 por ciento del origen de los incendios.
De esta manera, la emergencia climática que enfrentamos nos coloca frente a un peligroso círculo vicioso que se refuerza cuando el aumento de la temperatura, los cambios de patrones de lluvia y otros factores relacionados con el clima, generan las condiciones para que los incendios puedan ocurrir con mayor facilidad e intensidad. Al quemarse y reducirse la cobertura forestal que puede albergar diversos ecosistemas, la recarga de los acuíferos se ve comprometida, lo cual en última instancia representará una alteración del ciclo del agua y por tanto, más sequía. En simples palabras, a mayor temperatura, menor agua.
Quienes crean que por habitar en una zona urbana están fuera de estos riesgos, podemos decir que lamentablemente no es así. El considerable aumento de incendios también ha contaminado -aún más- el aire de las ciudades, como sucede en la Zona Metropolitana del Valle de México, la cual precisamente ha tenido en los últimos días mala calidad del aire y contingencia ambiental, representando un riesgo para la salud de todas las personas.
También es necesario tener presente que el cambio climático y el Covid no se llevan nada bien. La pandemia ha incrementado notoriamente el uso de agua potable para lograr las condiciones de higiene que permiten evitar contagios. En el caso del Valle de México, abastecer de agua a toda la población es ya un reto de dimensiones inmensas. Se tiene que recurrir a fuentes externas y retiradas como el sistema Lerma-Cutzamala, y aún con ello hay zonas en las que miles de personas no tienen un acceso continuo al agua potable o no cuentan con ella en absoluto.
Luchar contra el cambio climático, requiere tomar medidas que abarquen todo el contexto de esta situación y sus múltiples causas. Por un lado, hemos señalado sin parar la necesidad de una transición energética hacia las renovables, y que la obsesión por los combustibles fósiles nos va a salir muy cara en el largo plazo.
Por otro lado, lograr un acceso pleno al agua potable, frenar su escasez, distribuirla de manera justa y equitativa entre las personas, requiere pensar desde una perspectiva de rescate y manejo sustentable de las cuencas en las que regularmente están asentadas nuestras ciudades, así como sus bosques y ecosistemas, que en realidad son partes de un todo cuyos componentes están altamente interconectados.
En el caso del Valle de México ya presentamos una agenda acordada por más de 30 organizaciones, movimientos urbanos y colectivos, la cual contiene propuestas de ejes estratégicos para recuperar y manejar la cuenca en su totalidad, de manera sustentable, con perspectiva de derechos humanos y enfoque de género (https://www.greenpeace.org/mexico/noticia/9160/organizaciones-de-la-ciudad-de-mexico-por-la-defensa-socioambiental-de-la-cuenca-y-el-derecho-humano-al-agua-frente-a-la-emergencia-climatica/)
Vamos a impulsar esta visión integrando cada vez a más personas que se sumen a incrementar la demanda y reclamo social frente a la emergencia climática. Es necesario que los gobiernos locales integren esos ejes en sus respectivas agendas y políticas socio-ambientales.