Las nuevas tecnologías impulsan la imaginación y aumentan la tasa de conversión del comercio electrónico. Lo logran con lo inimaginable: impulsar compras de bienes que el consumidor no usó antes o incluso ni siquiera los vio.
La tecnología logra que los clientes se aventuren a realizar cambios radicales de apariencia u optar por adquirir bienes en categorías donde no prevalecen las compras por impulso, como los muebles.
Durante la última década, la tecnología de realidad aumentada (AR) palia la incertidumbre ante lo “nuevo” y superpone objetos virtuales en una vista en vivo de entornos físicos. Así, AR ayuda a los usuarios a visualizar cómo lucirían los productos en su mundo. La tecnología revive la vieja práctica de “probar antes de comprar”.
Inicialmente sólo se consideró que la AR favorecería a categorías de moda y cosméticos. Hoy se extiende a una gran variedad de productos, como blancos, mobiliario y decoración interior. Estamos en la era donde la tecnología desafía a la imaginación y permite que cada consumidor cree su propia narrativa de estilo de vida y multiplique sus posibilidades.
La RA atrae a los clientes, aumenta la tasa de compra y nivela el campo de juego para marcas y productos menos familiares al transformar nuestras experiencias cotidianas. Hoy, 100 millones de consumidores usan la tecnología AR regularmente.
Existen cuatro funciones trascendentales de AR: entretener, educar, ayudar a los consumidores a evaluar el ajuste del producto y mejorar su experiencia posterior a la compra.
En general, los clientes que usaron AR como parte de su experiencia de compra de aplicaciones móviles pasan 20 por ciento más de tiempo navegando y exploran 30 por ciento más de productos mientras la tasa de compra es de 18 a 20 por ciento más alta respecto a los que no usaron AR.
El efecto general es mayor para los clientes que son nuevos en la aplicación o la categoría de producto, lo que demuestra que AR tiene la oportunidad de promover la adopción de compras en línea y la expansión de la categoría. Pero también tiene éxito con los compradores habituales y leales de la compañía.
Ahora, cuando los clientes usaron la función AR, compran productos de marcas menos populares y también más caros e inusuales. AR incrementa los márgenes de riesgo entre los usuarios.
Así, cuando los consumidores tienen acceso a más información sobre el producto, como lo hacen con las interfaces AR, confían menos en la marca como indicador de calidad.
Estas interfaces también reducen la incertidumbre al permitir a los clientes visualizar cómo se verían los productos en sus caras, tal vez llevándolos a sentirse más cómodos invirtiendo en productos más caros o menos familiares.
AR es más efectivo cuando los clientes sienten mucho riesgo o incertidumbre en torno al proceso de compra, pero no es adecuado para todas las categorías minoristas. No permite a los consumidores sentir textura u olor a aromas, por ejemplo, y las aplicaciones AR personalizadas cuestan entre 10,000 y 300,000 dólares.
Prosiguen los desafíos de la tecnología en el sector detallista. La pregunta es: ¿qué proseguirá mañana?