Al final de esta entrega, que será publicada en varios artículos, realizare un apunte muy personal sobre los trenes - el Maya y el Transismico - con el mayor de los respetos y mi breve pero cercano conocimiento y convencimiento sobre ambos magníficos proyectos presidenciales, pero será, reitero hasta la última entrega, mientras tanto les compartiré mi primera experiencia de vida en un viaje inolvidable e irrepetible, precisamente en un tren. Fue en el verano del año 1972 cuando se inició esta fantástica travesía de la capital de Baja California, mi apreciado Mexicali con destino final al Distrito Federal, hoy rebautizado como CDMX. Los integrantes de la odisea éramos un cuarteto muy singular; mi adorada abuela Tavo ( nunca le gusto su nombre Octaviana ) o Tavita como le decían sus amigas, que tenía por miles, mucha tinta ha corrido sobre su increíble vida ( " Los Dones II " ). Jamás será suficiente hablar de ella, porque para su generación y género sin que nadie se ofenda por favor, fue realmente una mujer más que " empoderada ", que nunca ocupó de hombres y tuvo marido, mi adorado abuelo Gerardo con el que trabaje muy cercanamente de niño, gracias al apoyo incondicional de mi amado Padre, además mi Abuela educó férreamente a cuatro varones y dos damas prácticamente sola. Pues bien, con mi Abuela ( era el único de los nietos y bisnietos que podía por autorización y complicidad llamarla así, el resto de sus descendientes se dirigieron a ella siempre como Mamita Tavo o Granma Tavo hasta su partida sin escalas directamente al cielo ) como líder del cuarteto los otros integrantes eran, fuimos; mis primos hermanos ( en todos sentidos ) Liliana y Luis Bustamante Mora además de el escribiente. Francamente todo fue novedad desde el primer instante al arribar a la estación de trenes, descubriendo un mundo lleno de nuevos colores, olores, sabores desconocidos hasta ese momento, empezando por la moneda, que por cierto olía distinto. En Tijuana en esos años no existían los pesos, literalmente todo se pagaba en dólares, incluido el " domingo " que nos daban, por lo que al llegar a Mexicali lo primero que nos enseñaron fue la moneda nacional y el tipo de cambio - qué tiempos aquellos - de 12.50 pesos mexicanos por cada dólar americano, en ese momento me sentí un niño ( tenía 10 años ) rico con los diez dólares que me regalo mi admirado abuelo Ramón, padre de mi amadísima Madre Consuelo, un par de días antes del viaje, llenándome de consejos. Por cierto, cabe mencionar que la presente entrega será el capítulo inicial de mi nuevo libro que llevará por título " Crónicas de viajes y romances ", teniendo como ilusión la meta de ingresar a la imprenta durante el segundo semestre de este año increíble cuando llegue al sexto piso y encontré el amor más sublime y entregado de mi vida. A partir de esta fecha pues, con el anuncio de mi siguiente publicación intentaré describir las espléndidas travesías que la vida me ha regalado, aunque nunca tendré palabras suficientes para agradecerle a mi Dios Padre tanta generosidad. Me lo ha dado todo; Padres ejemplares desbordados de amor, hijos maravillosos, hermanos, hermanas, tíos y tías, sobrinas, sobrinos, primos y primas, tantas amigas y amigos ademas el previo amoroso antecedente de bisabuelos y abuelos; mujeres y hombres místicos e irrepetibles. Para concluir esta primera entrega solo deseo resaltar que la existencia puede ser hermosa cuando se vive a plenitud entregada con transparencia, honestidad, caridad y servicio. Servir a los demás es el mayor propósito de mi vida, sin esperar nada a cambio. Porque el máximo premio de la realización, lo afirmó sentidamente, es la real y plena felicidad como hoy lo siento gracias al amor de mi GEMY... Continuará.
se ata sobre las vías de la historia, para esperar
que el tren del futuro lo atropelle "
DWIGHT D. EISENHOWER.
Hasta siempre, buen fin.