Carlos Mora Álvarez

Poncho “el matador” Bustamante

Carlos Mora Alvarez. Foto: EL UNIVERSAL
04/11/2023 |03:08
Carlos Mora Álvarez
Autor de opiniónVer perfil

¨Un domingo en la tarde se tiro al ruedo

Para calmar sus ansias de novillero,

Torero, valiente despliega el

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Capote sin miedo, sin miedo a la muerte... ¨

AGUSTIN LARA

En el salón que lleva su nombre en uno de los comederos más taurinos de la Ciudad de Tijuana, está enmarcada una fotografía en blanco y negro de principios de los años setentas del siglo pasado. Si no me falla la memoria, debe de ser del año 1970, en el mes de abril durante la corrida de inauguración de la temporada en la Plaza el Toreo de Tijuana, que se encontraba en pleno bulevar Agua Caliente, el cartel con los triunfadores de la recién concluida temporada de la Plaza México; Eloy Cavazos, Curro Leal y Antonio Lomeli que se encuentra junto al Señor Licenciado don Alfonso “Poncho” Bustamante Anchondo, en el retrato citado líneas arriba, dentro del callejón, vaya par de galanes para la ocasión.

El pasado día 30 de octubre de este incandescente 2023 llegó a los primeros 80 otoños, el que teclea me había comprometido a dar el discurso dentro de la celebración que será el día de hoy 4 de noviembre, de suyo día de SAN CARLOS. Sin embargo por cuestiones laborales no me será posible asistir, por ello, con la pena de la ausencia le regalo estas letras como brindis por una vida rica, plena, feliz y sobre todo con salud y mucho, mucho amor como el que le ha sobrado siempre a lo largo de su exquisita existencia. Conozco a “Poncho” desde hace más de 50 años, amigo como el que más, de un porte y garbo excepcional, los años de su vida taurina están desbordados de anécdotas, historias e increíbles pasajes de toda índole. Compañero de mil batallas de todos los toreros del orbe, a quienes acompaño a lo largo de sus distintas carreras desde Manolo Martínez hasta Joselito con el que cenamos en Madrid el año antepasado, previo a su paso por la Feria de San Isidro, incluidos por supuesto, Miguel Espinoza, Jorge Gutiérrez, David Silveti y particularmente con Zotoluco al que acompañamos a lo largo de su despedida hace pocos años, incluso como el mejor aficionado práctico que ha dado nuestra región, obviamente junto con mi añorado tío Carlos Canto y con Genaro Valladolid, también ya en la gloria, junto a mí Dios Padre.

Hemos asistido a incontables corridas de toros juntos, de hecho junto con mi padre y mi tío, es la terna que más me enseñó de toros, me gusta pensar, que como de esto nadie sabe nada, aprendí muy bien de los tres, y a estas alturas espero saber un poco más que ellos, aunque de toros las únicas que saben muy bien son definitivamente las vacas. La antepenúltima corrida a la que asistimos juntos fue a la despedida de El Juli el pasado día primero de octubre en la Feria de San Miguel en Sevilla España en la más hermosa plaza del mundo La Real Maestranza de Caballería y enfatizo “penúltima”, porque la última espero que nunca llegue. Poncho nació en Tijuana siendo hijo de dos titanes, su padre don Alfonso Bustamante Labastida, fue el más próspero empresario de la ciudad hasta su triste deceso y su preciosa madre doña Ema Anchondo fue el ejemplo de la clase, la distinción y la elegancia para varias generaciones, es lo que asegura la señora más fina que conozco, mi Santa Madre, junto con mi amada GEMY. Casado por muchos años con una igualmente distinguida señora, doña Guadalupe Gonzales Raphael que le obsequió 4 hijos; las hermosas Verónica y Angélica, y por supuesto los dos apuestos varones Alfonso y Adrián, además de Chase y Fernando que se suman para completar el encierro con la media docena de descendientes. Por otra parte, es el feliz abuelo y bisabuelo de 13 nietos y 4 bisnietos. La amistad trasciende igualmente con su hermano don Carlos y sus refinadas hermanas doña Ema y doña Norma a las que aprecio en toda su dimensión con admiración. Poncho es un ser humano de excepción, jamás lo he escuchado quejarse de algo, expresarse de forma negativa de alguien, es un SEÑOR (CON MAYÚSCULAS) en toda la extensión de la palabra, a sus 80 años conserva la presencia y la estampa que lo hizo legendario dentro de las filas femeninas en ambos lados de la frontera, querido amigo te deseo lo mejor hoy y eternamente, te lo has ganado a pulso, por tu gallardía, tu simpatía y preponderantemente por tu inmensa categoría, te abrazo a la distancia y alzo mi copa por ti, por tu grandiosa extirpe y tu maravilloso futuro.... Salud, salud y salud.

Hasta siempre, buen fin.

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