“La paz llegara,
Cuando los árabes
Amen a sus hijos
Más de lo que
Nos odian
A nosotros”.
-GOLDA MEIR -
Mi hijo David, el menor, lleva ese nombre por varias razones.
La Primera porque su bisabuela, mi abuela Tavo, fue su madrina de bautizo, por ende era también mi comadre, por cierto yo era - le pueden preguntar a cualquiera de sus nietos - su favorito por infinidad de razones más que demostradas, pues bien, mi abuela era muy, pero muy religiosa, iba diario a misa, incluso en varias ocasiones me hizo actuar de monaguillo y entre los pasajes, que invariablemente me recitaba de la Biblia sus predilectos eran regularmente sobre David, el Rey David, como impecablemente le decía a mi Benjamín.
La Segunda, es muy peculiar, jamás había publicado esta anécdota, sin embargo la comento recurrentemente, mi Papá fue educado profesionalmente por dos de las Familias más connotadas de la comunidad israelita de Beverly Hills, los Lavinne y los Carter, que tenían el centro de distribución más grande y popular de artículos para vivienda en el corazón de la zona dorada de Los Ángeles, California en los Estados Unidos de Norteamérica, a donde les llevaba sus preciosos artículos de madera, además de hacer por muchos años grandes negocios, lo realmente aleccionador fue la formación empresarial con que lo instruyeron, y eso jamás se podrá acabar de agradecer, no hay forma, la deuda es enorme y pasó de generación en generación, hasta hoy con mis propios nietos.
Tercera razón, las dos previas son evidentes en la educación que me marcó desde muy niño, además de esta que es muy curiosa, siendo prácticamente un adolescente recién casado con 17 años, conseguí un crédito por 10 mil dólares de la época era el año de 1979, y me lleve mercancía electrónica para venderla en el Swat Meet de National CITY, en USA, el proveedor, era un Israelita amigo de toda la Familia, además tenía el mejor espacio de distribución de la zona aledaña, al cargar todos los productos una noche antes, para el día siguiente iniciar la jornada a las 5:00 AM, al desembarcar realizando el inventario, observe que me habían robado la mitad de la mercancía, con lágrimas en los ojos esa misma tarde, le explique a John Sheridan el maravilloso, simpático y galán “JUDIO”, la terrible situación, su respuesta me desarmó y me dio una gran lección de vida, sonriendo me dijo: “No te preocupes Carlos, la manzana no cae muy lejos del árbol”, francamente no le entendí, hasta que agregó algo muy ilustrativo, “Eres hijo de tu Padre, y eso es suficiente, tienes que trabajar el doble y te voy a dar más mercancía, porque me vas a pagar hasta el último centavo”, cosa que me tomo más de un año, y lo digo con gran orgullo y satisfacción.
Podría seguir escribiendo infinidad de afectos y acercamientos con varios amigos de origen israelita, valga decir que no conozco Israel y lo más importante es que David mi hijo, mencionado al inicio ya tuvo ese privilegio y regresó fascinado. De suyo este año con mi GEMY amada habíamos acordado aceptar la invitación de uno de los hombres más generosos que conocemos y que invariablemente nos hace la invitación anual para visitar su tierra original en Israel, evidentemente por la triste situación actual, esto se tendrá que posponer, paso a otro ángulo al respecto, contándoles sobre este Señor invariablemente GENEROSO (CON MAYUSCULAS) de nombre Don José Galicot Behar, al que tengo el honor de conocer desde que era un niño y hacia mis “pininos”, como aprendiz de comerciante con apenas 11 o 12 años, más o menos. Hace algunas semanas publiqué en un portal de noticias, un editorial sobre una manifestación que observe personalmente en la Capital Norteamericana, Washington DC, frente a la Casa Blanca, sinceramente es un tema muy, pero muy delicado, espinoso, grave, realmente altamente sensible, pero no me pude contener, por las imágenes que desfilaron frente a mis ojos ese 4 de noviembre (día de San Carlos), el grupo de participantes, más de 10 mil, llamaron poderosamente mi atención, la razón principal, es que en medio de banderas palestinas, “burkas” y turbantes, además de banderas israelitas y por La Paz los manifestantes eran en su gran mayoría jóvenes puramente norteamericanos en medio de sus familias, resultó sensiblemente conmovedor, no pude resistir escribirlo y publicarlo llegando al hotel, sabía que iba a generar algunas reacciones, pero no estaba consciente el nivel y la forma.
De inmediato empecé a recibir varios mensajes, más de dos docenas con reclamos y advertencias, ninguna grosería debo aclarar, sin embargo, en la mayoría de los casos solo atiné a contestarle a varios amigos, que no es un tema para estar “texteando”, por lo que mejor los convidaba a comer para dialogar con calma y tranquilidad, uno en particular aceptó, con gusto y afecto, su nombre, mi estimado amigo Rafael Galicot, efectivamente seguramente ya adivinaron que se trata del hijo de Don José. Lo que sucedió una semana después, fue una monumental lección de vida y de por vida, cuando tuve el máximo honor de conocer al encantador Embajador israelita don Ido Aharoni Aronoff, teniendo una larga e ilustrativa conversación mística con él, vaya sorpresas te da la vida, vaya, vaya, vaya...... Continuará.
Hasta siempre, buen fin.